XXII. ☆ Ni conmigo ni sin mí ☆

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El viernes no asistí a clases, indispuesta y confundida

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El viernes no asistí a clases, indispuesta y confundida. Eso se extendió por los cuatro primeros días de la siguiente semana. Mandé una excusa a Midwest de que estaba enferma, firmada por un doctor particular que me mandaba guardar reposo varios días.

Estaba al borde de la desesperación con todo el asunto de Marco. Ya había cruzado la línea tras la que ya no hay vuelta atrás, ya la opción de dejarlo pasar y no meter la pata no estaba disponible, ahora solo quedaba la opción de seguir adelante, pero eso tampoco me agradaba.

Consideraba la situación con la cabeza fría cada vez que tenía un momento —y faltando a clases cuatro días, el tiempo me sobraba— y no me gustaba ninguno de los caminos a tomar. Estuve a punto incluso de contarle todo a mi papá y exigirle que me sacara de esa preparatoria o bien, que me librara de mi compromiso, sabiendo que solo una de las opciones sería aceptable por él.

En algún punto de ese lapso el problema dejó de tratarse de Marco y empezó a ser exclusivamente por mí, porque me enojaba lo que tenía que hacer por mi familia, porque detestaba mi existencia y sus responsabilidades. La injusticia de que mi vida realmente no fuera mía me carcomió el corazón por el suficiente tiempo como para querer dejar todo e irme lejos, sola, donde nadie me encontrara. Marco en realidad solo fue un detonante para que viera lo que debía sacrificar por una causa que no me importaba en absoluto.

Cada día salía de casa con destino a Midwest porque no quería preguntas de mi mamá, le conté solamente a Beth por medio de una llamada el motivo de mi ausencia, le pedí que no le dijera a nadie que me había contactado y durante la jornada escolar me metía en una cafetería—heladería cerca de mi antigua preparatoria donde iba siempre con mis antiguos amigos y con Andrew.

Me quedaba con un café o un helado si hacía sol, pensando, tan inmersa en mi propia cabeza que lograba ignorar al resto del mundo. El chico que atendía el local nunca cuestionó que estuviera más de cinco horas allí y me dedicaba sonrisas amables cada vez que pasaba y cruzaba mirada conmigo. Ray lo sabía; bueno, al menos sabía que no estaba asistiendo a clases y fui clara desde el viernes en que no quería hablar al respecto; él lo respetó.

Cuando llegaba a casa en la tarde me encerraba en mi habitación y con los audífonos puestos me olvidaba de todo el mundo.

Ese jueves, sin embargo, hubo un pequeño cambio en mi situación cuando cerca de las dos de la tarde, mientras seguía lejos de casa, recibí un mensaje de Beth.

Beth: ¿Cuándo piensas volver? Tú no estás y Helena aprovecha eso.

Me envaré en mi lugar y le presté más atención al teléfono.

Karma: ¿A qué te refieres?

Beth: A que lo invitó a salir de nuevo. El viernes al parecer se divirtieron en el cine y lo invitó a tomar helado mañana también. Gris me acaba de contar.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora