II. ☆ Confianzas divididas ☆

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Mi mamá fue buena siendo sutil durante la primera hora y media de nuestra salida ese domingo; me invitó una malteada, entramos a varios almacenes solo a mirar sin comprar y estuvimos largo rato recorriendo los pasillos del centro comercial antes d...

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Mi mamá fue buena siendo sutil durante la primera hora y media de nuestra salida ese domingo; me invitó una malteada, entramos a varios almacenes solo a mirar sin comprar y estuvimos largo rato recorriendo los pasillos del centro comercial antes de ir al almacén donde vendían las telas que sí íbamos a conseguir.

Fue allí, mientras con mis manos rebuscaba entre distintos estampados, que decidió que era momento de charlar de cosas serias:

—Karma, quiero hablar contigo de algo.

Mi primer instinto fue blanquear los ojos y de haber sido más grosera, habría dejado a mi mamá sola y me habría ido a mi casa sola. Al contrario, solo resoplé bajito.

—Lo siento, ¿de acuerdo? Sé que no tengo tu confianza porque ya he hecho la misma tontería dos veces, entiendo que no me creas, pero en serio lo siento. Ya se lo he repetido mucho a mi papá, ma. Sé que están molestos y decepcionados, pero tranquilos, ya aprendí... ahora sí de verdad aprendí. 

Me pregunté mentalmente en ese momento si cuando ocurrió lo de Andrew yo había dicho o pensado lo mismo, sin embargo, no encontré recuerdo de algo así. Le había dicho a mi papá en ese entonces que lo sentía y realmente quise evitar repetir el error, pero una vez que me dejé llevar con Marco, ya no pareció un error. Y ahora estaba segura de algo y era de que jamás en la vida volvería a acercarme así a nadie, no porque temiera consecuencias, sino porque querer a alguien como quise a Marco sonaba imposible.

Mi mamá se tardó su buen rato en contestar; tanto que me pregunté si estaba buscando paciencia o algún regaño que no fuera repetición de los de mi padre.

No obstante, cuando habló me tomó por sorpresa con su pregunta:

—¿Lo querías en serio? —Sin girarme a mirarla detuve mis manos, mi cuerpo se congeló. ¿Era una pregunta de ella o papá estaba detrás de esa curiosidad? El corazón comenzó a latirme con fuerza; ella lo escuchaba y pareció leerme el pensamiento cuando aclaró—: Solo quiero saber, Karma, lo que sea que hablemos hoy se queda entre nosotras. ¿Te enamoraste de él?

—¿Acaso importa?

Seguí mirando sin ver las telas y escuché el suspiro de mi mamá. Se rindió, no insistió.

—Cariño, quiero hablarte de Ray.

Esta vez sí giré mi cara con brusquedad para mirarla.

—¿De Ray?

—Sí. —Mi madre usó la misma técnica de evasión que yo: usar sus manos y sus ojos en calibrar telas en vez de mirarme a mí, pero sin dejar de hablar—. Yo solo tengo retazos de lo que ha pasado. No te pregunto todo a ti porque: uno, sé que no me contarías y dos, porque no quiero hacerte hablar de lo que te duele. Y no le pregunto a tu padre porque eso es como avivar una mecha en la que no me quiero quemar. Pero, Karma, sigues siendo mi hija y sé que a veces me muestro demasiado neutra con lo que sucede, pero eso no significa que no me importes. Te amo con todo mi corazón y esto no ha sido sencillo para mí tampoco; verte apagada es duro, Estrellita. El corazón de una mujer puede guardar penas infinitas y dicen que solo una madre puede verlas. Yo veo la tuya y lamento no poder hacer nada para quitarla de ti.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora