Sábado
07:37 A.M— Estamos encerrados y realmente no sabemos por cuanto tiempo puede durar esto — Los rehenes ya se encontraban despiertos y de pie ante nosotros — Mientras no me vuelen la cabeza yo cuidaré de ustedes — continuó Berlín con su pequeño discurso — mientras no intenten engañarme o comunicarse con el exterior todo irá bien — juntó sus manos frotandolas ansioso — Apartir de ahora nos organizaremos — caminó frente a los rehenes — les asignaremos algunas tareas para que no se me depriman — paró frente al chico con el que Tokio había encontrado a nuestro corderito — ¿Cómo te llamas?
— Pablo
— ¿Haces deporte?
— Si, soy capitán de atletismo en el colegio — respondió con seguridad.
Berlín miró a Río levantando ambas cejas, el menor le sonrió vacilón.
— Da un paso al frente capitán — le ordenó al chico.
Caminó indicando a distintos hombres que diesen un paso al frente, se detuvo ante Arturito con quien discutió por unos instantes.
Una mujer un tanto mayor comenzó a sollozar, me acerqué a ella con cuidado de no asustarla más.— ¿Se sentiría mejor si le doy un ansiolítico? — le pregunté colocando una mano en su hombro tratando de reconfortarla — ¿Alguien más necesita medicación? — pregunté al aire, distintas mujeres contestaron positivamente.
— Yo — me llamó la atención la señorita Gaztambide — Quisiera una píldora abortiva, habéis dicho que no saben cuanto tiempo estaremos aquí.
Miré a Berlín, este asintió.
— La tendrás — le sonreí levemente.
— Yo también tengo una petición — habló el corderito — Quiero entrar a internet a borrar una foto.
— lo siento, pero eso está fuera de nuestras manos — le dije agrupando a las personas que necesitaban medicamento.
— Es que me han engañado — Berlín caminó hacia ella — me llevaron a un baño y me han hecho una foto desnuda, y ahora mis padres, mis profesores y la prensa la está viendo — soltó apenada ante la mirada del hombre —.
— Puedes grabar un vídeo para que se tranquilicen, nosotros lo enviaremos — la chica asintió aún dudosa.
Berlín me hizo una seña indicando que me marchara.
Nairobi se encargaría de los hombres elegidos por Berlín llevándolos a dónde mi padre, en ese sitio cavarían una pared de hormigón, y Río al ser el que se encargaba de la red telefónica y del internet ayudaría a los que quisiesen mandar algún mensaje a sus familias.
Me había comunicado con el profesor desde el comedor, trataría de llegar a un acuerdo con los agentes en el campamento afuera de la fábrica.
Solté un suspiro, estiré mis brazos cómodamente y caminé hacia la expendedora de café, tomé uno de los vasitos de plástico y elegí una de las tantas opciones de la máquina, apenas había dado un sorbo cuando el teléfono comenzó a timbrar.— Profesor — presioné el altavoz sorbiendo el café nuevamente.
— La inspectora tiene una imagen de todos los teléfonos pegados a la pared — miré a la cámara de seguridad frunciendo el entrecejo, dejé mi café a un lado del teléfono y escuché atentamente al profesor — Allí dentro no hay ninguna cámara de seguridad ¿Verdad?
— No, claro que no — negué, las únicas cámaras que habían eran monitoreadas por el profesor.
— Entonces ha sido uno de los rehenes, se os ha escapado un teléfono, encuéntralo o estaremos bien jodidos — sonaba molesto.
— Bien, ¿Quieres que los castiguemos? — me crucé de brazos — Si no lo hacemos seguirán comportándose como los héroes.
— ¿Qué castigo?
— Uno ejemplar — pensé por unos segundos — Un asesinato por ejemplo — bromeé —.
— No juegues Viena, infórmale a Berlín y encuentren ese teléfono — finalizó la llamada.
— Joder, no puedo disfrutar ni un puto café — me quejé tomando el vaso de plástico tirandolo al cesto más cercano.
Recorrí los pasillos con paso acelerado, comencé a descender las escaleras principales, buscaba a Berlín, al fin y al cabo él estaba al mando del atraco y tenía que enterarse, no recibiría la reprimenda del profesor yo sola.
Desde la mitad de los escalones observé al hombre, estaba agachado junto a una de las mujeres que pidió un medicamento un anterioridad, sostenía su mano y le hablaba con una leve sonrisa.Pero ¿Qué piensas Viena?
Joder, tal vez para él solo habían sido unos cuantos polvos, no esperaba que Berlín fuese un hombre que buscase una relación a la mitad del atraco del siglo, pero no podía evitar sentirme molesta, no podía evitar sentir celos.
— Helsinki ven conmigo — le indiqué, caminé ante los rehenes siendo seguida por el siamés propiciando que Berlín dejase su sitio acercándose a mí con incertidumbre.
— ¿Qué cojones pasa Viena?
— Alguien se comunicó con uno de los teléfonos
— ¿De qué hablas? — Preguntó atónito.
— ¡De pie! — exclamé con notorio enfado en mi voz ignorando la pregunta de Berlín — siempre hay un héroe que cree que puede salvar a los demás — sonreí con molestia — Y cree que no vamos a descubrir que está planeando una estrategia para comunicar con la policía, bravo — aplaudí con lentitud creando una notoria tensión en el ambiente — Lo habéis conseguido enviando una imagen a la policía.
Berlín se acercó a mí colocándose a mi lado mostrando aún más autoridad.
— Les daremos una oportunidad de que el culpable de un paso al frente y de paso entregue el teléfono — indiqué, al ver que nadie se movía de su sitio proseguí — Helsinki si hace falta los desnudaremos uno por uno.
Helsinki tomó a uno de los hombres por el cuello del traje obligandolo a despojarse de todas sus prendas.
— Ha sido uno de ustedes — habló Berlín paseándose entre los rehenes — Denver — le llamó — desnudala — habló refiriéndose a Mónica Gaztambide.
Denver me miró fugazmente molesto de tener que ponerse en esa incomoda situación.
— Usted grabó un vídeo — el mayor se paró frente a Alison Parker bajando la cremallera del mono de la chica, le miré con el ceño fruncido.
— Viena — iba a detenerlo cuando Río llamó mi atención, me dió una mirada culposa y enseguida comprendí que no había sido ninguno de los rehenes.
— Berlín — le llamé haciendo que se alejara del corderito.
Apartamos a Río del grupo paseandonos por las oficinas, el menor nos contaba lo que había sucedido con Alison.
— Me despiste un momento y ví que Alison estaba intentando borrar una puta foto, ya está — explicó.
Berlín sonrió con molestia.
— ¿Tienes déficit de atención? — Preguntó vacilón.
— Berlín — detuvo su caminar apartandose de Río — ¿Qué coño haces?
— Tranquila muñeca — soltó sonriendo — solo le daremos una lección — le detuve tomándolo del brazo.
— El profesor no quiere que hayan heridos, mucho menos de los nuestros
— No lo voy a lastimar — respondió ofendido, miró a Río quien se encontraba distraído mirando el almacén que se encontraba a los pies de las escaleras, Berlín se acercó hacia mí besando mi frente —.
— Vale — asentí sonriendo de lado — Pero no quiero tener nada que ver — Berlín asintió haciendo una mueca, me giré marchandome por dónde habíamos venido —.
ESTÁS LEYENDO
ℭ𝔦𝔞𝔬 𝔅𝔢𝔩𝔩𝔞 - La Casa De Papel
FanfictionUn hombre reúne a nueve criminales con un solo objetivo: Asaltar la fabrica nacional de moneda y timbre de España. ¿Lograrán su cometido o terminarán tras las rejas? Primera temporada 💸 Primera y segunda parte ♡ La segunda temporada se encuentra en...