Fin del atraco

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Me apresuré junto a Berlín hasta el museo, habíamos escuchado disparos por lo que comprobariamos el estado de los rehenes.

— ¡Colocaos las caretas! — Dijo Tokio a los rehenes caminando con rapidez por uno de los costados de la escalera, Río la seguía, ambos usaban sus chalecos antibalas y se encontraban cubiertos con polvo — Están dentro — informó al vernos —.

— Hay que llevar la Browning a la cámara acorazada tres — ordenó Berlín —.

— Lo está haciendo Denver — respondió Río sujetando su arma con fuerza —.

— ¿Qué hacemos con los rehenes? — pregunté al ver que llevaban las caretas y capuchas puestas —.

— Liberarlos — asentí —.

— ¡Todo el mundo desordenado! — caminé ante los rehenes — ¡Desordenado y de rodillas! — los prisioneros se arrodillaron en diferentes partes de la habitación, Tokio y Río se marcharon por uno de los corredores —.

— ¡Vámonos Helsinki! — el serbio bajaba las escaleras principales con rapidez — ven cariño — Andrés tomó mi mano jalandome por el pasillo, caminamos deprisa por los senderos del museo, Helsinki llevaba su arma en la mano preparado para disparar a cualquier inconveniente que se pusiera entre nuestra libertad, descendimos por las escaleras hasta la cámara acorazada —.

Denver se encontraba fuera.

— Venga hay que irnos — me apresuró el ojiazul —.

A sus pies se encontraba la ametralladora y frente a esta la trinchera.

— ¿Y Mónica? — pregunté al verlo solo —.

— Se ha adelantado — asentí con nerviosismo —.

Doblamos el pasillo encontrando a Nairobi saliendo de la cámara acorazada.

— ¿Cómo va eso? — Preguntó Berlín sujetando mi mano con fuerza —.

— La trinchera está colocada y queda la última tanda de dinero — señaló dentro de la bóveda — ¡Helsinki! — el serbio nos pasó de largo apresurandose hasta la cámara —.

Berlín soltó mi agarre quedandose fuera junto a Denver, querían estar prevenidos por si alguno de los polis se asomaba por el pasillo, me adentré a la bóveda junto a Nairobi y Helsi, metiendo las últimas bolsas de dinero en el túnel.

— ¿Vas a ir por tu hijo cuando salgas? — pregunté entregándole una bolsa de dinero a Nairobi —.

— De momento no — negó pasándole la bolsa a Helsinki, quien se encontraba dentro del túnel colocando el dinero dentro de un artefacto armado por los hombres del profesor — Me he quedado sin plan — soltó mientras continuaba pasándole las bolsas —.

— Podemos compartir piso — ideó el serbio haciendo eco debido al hueco del túnel —.

Nairobi y yo nos miramos sorprendidas.

— Helsinki — la pelinegra rió —.

— ¡Hay que irnos ya! — exclamó Denver asomando por la entrada —.

— Están en el sótano — informó Berlín entrando a la bóveda —.

— ¿Dónde están Río y Tokio? — pregunté apartandome de las bolsas de billetes —.

— Están de camino al hangar — respondió Denver —.

— Tienen que irse — pidió Berlín, intercambié miradas con Nairobi —.

— Vayan primero — pedí a la pelinegra —.

El serbio al ya encontrarse en el túnel simplemente espero por Nairobi, la pelinegra bajó por la escalera de mano desapareciendo bajo tierra.

ℭ𝔦𝔞𝔬 𝔅𝔢𝔩𝔩𝔞 - La Casa De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora