Capítulo cuatro

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- Abrid las puertas - nos indicó el profesor -.

- ¡Por su seguridad retrocedan tres pasos! - ordenó Berlín a los rehenes -.

Denver entregó una de las mochilas con dinero a Tokio, colocó su careta y esperamos a que la puerta se abriera.

- Dos minutos - repitió Berlín el aviso del profesor, en ese tiempo los policías vendrían a la fábrica y daríamos a conocer que habíamos tomado el mando -.

A mí mente vino aquello que dijo el profesor una vez.

Haríamos creer a los policías que nos habían atrapado con el dinero, y que no quedó más remedio que regresar con los rehenes, y así sin haber herido a nadie volveremos dentro y les haremos pensar que estamos acorralados como ratas.

- ¡Ahora! - gritó Tokio, le siguió Río con otra de las mochilas.

Denver y yo miramos desde dentro con las armas preparadas para cualquier lío, observamos que todo fuese tal y como el profesor dijo.
En poco tiempo las sirenas y el sonido de los disparos se había mezclado, dispararíamos al suelo con el fin de no herir a los uniformados.

- ¡Me cago en la pua tío! - Gritó Denver.

Parecía que le habían disparado a Río, Tokio estaba agachada a su lado disparando desde esa posición.

Nos colocamos las máscaras nuevamente y salimos para cubrir a ambos.

Comenzamos a disparar al suelo y a las ventanas del carro de policía no heririamos a nadie según el profesor, pero Tokio no lo tenía muy claro al parecer, descargó su cartucho contra uno de los oficiales cayendo al suelo.

Tokio comenzó a arrastrar a Río de vuelta a la fábrica, Denver y yo les cubrimos entrando después de ellos.
Nairobi se encargó de cerrar la puerta tras de nosotros.

- ¡Joder! - grité quitando mi careta de un tirón.

Vaya que la habíamos cagado. . .

- ¡Explícame que mierda ha Sido eso, has acribillado a un policía! - Se notaba el cabreo en la voz de Denver - ¡Joder Tokio! - gritó nuevamente.

- ¡Tranquilisate, ha aparecido un maldito policía, ¿Qué hubieras hecho tú?! - respondió Tokio harta de tanto jaleo.

- ¡Coño Tokio, hubieras hecho cualquier cosa, menos matar a un puto policía! - le reclamé pasando una de mis manos por mi cabello con estrés.

- ¡Tokio seguiríamos el plan tía, joder lo repasamos miles de veces! - intervino Nairobi dejando de curar a Río, quien había tenido un simple roce de bala en la cabeza -

Tokio llevó sus manos a su cabeza.

- Que me he bloqueado y Tokio me ha tratado de cubrir - defendió Río.

- ¡Callate! - gritó Denver furioso - ¡Que Viena y yo también te cubrimos, pero disparando al suelo, no a los cuerpos a quemarropa!.

Llevé mis manos a mi cara con frustración.
Nos detuvimos al ver entrar a Berlín a nuestra pequeña "guarida" montada en el comedor del museo.

- Ya se están llevando a los policías heridos - informó - ¿Ya están conectados los teléfonos?.

Río colocó un teléfono rojo sobre la mesa.
Berlín extendió su mano esperando que le entragesemos los intercomunicadores, tirandolos a una pecera alargada, la miró por unos instantes mientras Río se ponía en contacto con el profesor a través del teléfono.

Berlín tomó el teléfono esperando a que el profesor atendiera.

- Salieron heridos dos policías - le escuché decir, me senté en una de las sillas a su lado - Rozaron a Río y Tokio disparó, al parecer tienen una relación - miró a Tokio con una leve sonrisa - Quiere hablar contigo - le estiró el teléfono a la chica -.

- ¿Qué? - Preguntó Tokio por el teléfono - ¿Qué dices? El amor de mi vida murió por mi culpa, así que lo último que quiero es estar con un crio y señor profesor, por mucho que lo quiera las cosas no siempre salen como las tiene previstas - finalizó colgando el teléfono -.

Pov Berlín

Denver y las chicas salieron de la habitación dejándome a solas con el crio.
Me dirigí a la máquina expendedora de café, eligiendo mi preferido.

- Volluto intenso - suelto dando un sorbo del café.

- ¿Qué coño haces? - Preguntó Río, sonaba molesto.

- Disfruto de mi tiempo libre, aún les queda montar el campamento, enviarnos un dron y encontrar los planos del edificio - me acerqué a una de las ventanas mirando por esta - Oye, ¿Por qué habrá dicho Tokio que no estais juntos?.

- Porque no lo estamos - respondió guardando su equipo en la mochila con más rapidez.

- ¿Y por qué será que cada noche escuchaba la cabecera de su cama como un martillo percutor?

- ¿Cómo sabes que es la habitación de Tokio y no la de Viena? - Preguntó a la defensiva.

Me acerqué a él.

- Los gemidos que acompañan el martillar de la cama no son los que acostumbro escuchar - le sonreí ampliamente - ¿Creés que este aprendiendo a bailar samba a las cinco de la mañana?.

- No tengo ni puta idea de si baila samba o duerme nerviosa - contestó molesto nuevamente.

- Dime, ¿Yo te parezco un mamón al que se le pueda mentir? - pasé mi brazo sobre sus hombros acercándolo hacia mí, se quedó en silencio nervioso - Que estoy de coña - solté una carcajada - Talvez intente tirarmela si no te interesa - me alejé de él -.

- Ni lo intentes, yo voy muy enserio con ella - me jaló del brazo acercándome hacia él de nuevo.

- ¿Enserio? - me miró serio - ¿En serio de tener un jardín y dedicarte al bricolaje los domingos? - asintió.

- Y llenarlo de niños - reí nuevamente.

Jalé una silla sentandome enfrente suyo, con mi mano le indique que hiciera lo mismo.

- Venga, siéntate - suspiré - Mira chico, las mujeres te darán sexo y diversión porque están hechas para doblegarte y hacer que las fecundes, después dejarás de existir, te darás cuenta de eso en el parto - me miró con una ceja alzada.

- El parto tiene que ser el momento más emocionante de un padre - me contradijo -.

- En el parto verás como una cabeza nuclear arrasa con todo y mientras maldice tu nombre te dice que nunca volverá a ser una mujer sexi, te lo digo yo que he tenido cinco divorcios.

- ¿Tú que puta mierda tienes en la cabeza eh? - se me acercó - No se te ocurra - se detuvo - No se te ocurra hacerle daño - me señaló con su dedo índice -.

- No te preocupes ¿Vale? - respondí con seriedad levantándome de la silla - Ve por el corderito y llévala al despacho - él asintió -.

Me dispuse a salir de la habitación mirandolo una última vez.

ℭ𝔦𝔞𝔬 𝔅𝔢𝔩𝔩𝔞 - La Casa De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora