Capítulo 1 (Quizás perdone tu alma)

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Lo recuerdo como si fuera ayer. Aquel hombre alto, fornido, de grandes ojeras y mirada de asesino. Arrastraba a un frágil niño por toda la calle. Tiraba de él con una correa que estaba sujetada en su cuello como si fuese un animal.
Caminaron hasta la acera que queda cruzando aquel Bar. Se acercaron a dos personas agarradas de la mano y se detuvieron. El niño, que era arrastrado por aquel enorme hombre, se le acercó a aquella pareja y le susurró algo que no pude distinguir, porque sólo chocamos nuestras presencias por un instante mientras cruzaba la calle.
Entonces, al terminar de cruzar la acera, escuché dos disparos detrás de mí y me lancé al suelo. Luego, se escucharon gritos y pisadas apavoridas buscando el resguardo de la lejanía.
Dirigí mi vista hacia la otra acera y la sangre invadía la calle. Un revolver que aún humeaba, un niño atado por el cuello con una correa y una sonrisa macabra del creador de aquel acto es lo único que puedo distinguir.
Una carcajada nació de aquel vil hombre. Luego dijo satisfactoriamente:
_ ¡He cumplido con lo que me has ordenado querido amo!
Se acercó a los dos cuerpos que reposaban moribundos sobre las ensangrentadas calles, cuerpos de una pareja de esposos, y pateó sus rostros. Los pateó hasta desfigurarlos mientras su risa de sicópata inundaba el espacio.
Luces azules y rojas, en su singular intermitencia, hicieron acto de presencia. La policía apareció para presenciar la crueldad de aquel hombre.
El niño se acercó aquel desalmado y le susurró algo. Palabras que desde la distancia en la que estaba no alcancé a descifrar.
La policía se desmontó de su patrulla. Dos agentes del orden, con intenciones de hacer lo necesario para capturar aquel criminal desenfundaron sus armas. Quitaron los seguros y apuntaron a la altura del pecho, donde cualquier disparo puede ser mortal.
_Arroje su arma y suelte al niño. Ordenó uno de los oficiales.
Entonces el hombre soltó la correa que sujetaba aquel niño y gritó:
¡Cumpliré con lo que me has pedido querido amo!
Entonces, apuntó su Smith & Wesson modelo 10 en contra de los policías.
Truenos que retumbaron en mis oídos salieron iracundos en forma de proyectiles e impactaron con aquel malhechor. Varias balas perforaron su pecho y destrozaron sus órganos.
Aquel hombre alto, de ojeras en los ojos y mirada de asesino cayó de rodillas. Su arma rodó por el suelo junto con la mayor parte de su vida. Miró al niño, miró al cielo y con su último aliento murmuró:
_He cumplido con lo que me has pedido querido amo.
Terminando de caer boca abajo, haciendo un gran charco de sangre alrededor de su cuerpo.
Me levanté asombrado por todo lo que estaba pasando. Me acerqué a la escena del crimen movido por la curiosidad. Uno de los policías fue a verificar si el abaleado aún estaba vivo. El otro, hizo lo mismo con la pareja que estaba tirada en la acera.
Caminé hasta donde estaba el niño. Su mirada estaba buscando el vacío al ras del suelo. Me le acerqué y quité la correa que lleva apretada en su cuello.
_ ¿Estás bien?
Le pregunté.
Pero, no contestó.
Busqué su rostro y noté una sonrisa maquiavélica en él. Metió su mano en uno de sus bolsillos y sacó un muñeco hecho de trapos y lo dejó caer al suelo. Me dio la espalda y antes de marcharse dijo:
_Has cumplido muy bien con lo que te he ordenado vasallo. Quizás perdone tu alma cuando te encuentres conmigo en el infierno.
Hace dos años de todo aquello y el tono de esa diabólica voz, la sangre cubriendo la acera, aquel hombre alto y ese extraño niño, aún permanecen indelebles en mi cabeza.

NURU (El amo de la suerte).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora