Capítulo 6 (Pagarán con sus vidas)

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La sangre teñía la ventanilla de un auto en el Casino Napolitano. Fragmentos de cristales incrustados en el rostro de aquel hombre negro hablaban de algún ajuste de cuentas. Los curiosos llegaron con ganas de saber que había pasado. Apenas se escucharon cuatro disparos antes de este asesinato. Una mujer que se encontraba entre  la multitud reconoció el automóvil. Ya había brindado sus servicios muchas veces al dueño. La policía llegó de inmediato. Siempre hay patrullas cerca porque el casino es un lugar donde se mueve mucho dinero; y si hay dinero, habrán personas dispuestas hacer lo que sea por conseguirlo.

Los agentes se desmontaron de su patrulla. Abrieron la puerta del auto del  occiso y sacaron su cuerpo. Todos ya sabían quién era el difunto. El negro Gómez.

_ ¿Fue un asalto?

Preguntó aquella mulata de la vida alegra a uno de los policías.

El policía revisó los bolsillos del cadáver. Todas sus pertenencias estaban ahí. Sacó la billetera del Exánime y leyó su nombre:

_ Nuru Gómez.

¿Qué nombre ni más extraño?

Se dijo a sí mismo.

Miró a la prostituta y respondió desconcertado:

_No ha sido un asalto, esto parece un encargo.

¿Conoces algún familiar de este hombre?

_Si. Sé donde vive su madre.

Contestó mientras hacía memoria de una vez que el negro Gómez le señaló donde quedaba la casa de su mamá.

_Comunícate con ella y dile que su cuerpo estará en la morgue.

En ese momento aparecieron los paramédicos, recogieron el cuerpo y se lo llevaron.

Todo se convirtió en murmullos que repetían una misma oración:

¨Mataron a el negro Gómez¨

La ramera se dirigió a la casa de la madre del muerto. Recorrió la ciudad de Las Rosas hasta llegar a Villa Mella.  Llegó a aquella casa cuando comenzaba el amanecer. Tocó la puerta con prudencia y espero a que alguien respondiera, pero nadie lo hizo. Aguardó unos segundos más y volvió a tocar. En ese instante, sintió algo frío enredarse en su pie. Era una enorme culebra roja con franjas negras. La prostituta se quedó helada mientras sus ojos amenazaban con salirse de sus cuencas. En ese momento, la puerta se abrió. Una mujer de color negro, pero no cualquier negro, del negro más oscuro que ojos hayan visto, apareció en frente a ella.

_¡Ayúdeme¡

Dijo la meretriz mientras apoyaba una de sus manos en el hombro de la señora.

_¿Qué te ayude, en qué?

La prostituta miró hacia sus pies y la culebra ya había desaparecido.

_ ¿Qué se le ofrece señorita?

 La ramera  aún se encontraba debatiendo en su cabeza que había pasado con la culebra.  Se quedó unos segundos en silencio, hasta que por fin volvió en sí.

_Tengo que darle una mala noticia.

Agregó la joven mientras miraba hacia el piso.

La señora la invitó a entrar a la casa para que le contara el asunto. A dentro de la casa habían muchas cosas extrañas, collares de muchos colores, velones, caretas hechas de madera decoradas con plumas de gallinas blancas y negras, muñecos de ramas secas y trapos;  y en medio de todas esas cosas, dos portas retratos. En uno de ellos estaba la foto del negro Gómez.

_¿Vienes a decirme algo de mi hijo?

_si.

_No me preocupa. El nació con la dicha del destino y la suerte.

Por eso su nombre es Nuru (Amo de la suerte).

La prostituta trago en seco y sin titubear mucho, le dijo:

_Hace unas horas mataron a su hijo en el Casino.  

La noticia hizo que la vieja cayera de golpe sentada en su viejo sofá. Las lágrimas comenzaron a salir de aquellas arrugadas pupilas. La prostituta no dijo nada más, sólo dio la media vuelta y se marchó, dejando a aquella madre con su agonía.

_Te dije que la suerte siempre estaría contigo hasta el día de tu muerte, hijo mío.

Parece que hoy es ese día.

Entonces, entre llantos y maldiciones, aquella anciana empezó a cantar una canción en un lenguaje extraño.

—Jẹ ki ẹmi buburu naa jade kuro ni apaadi ki o tẹle wa. (Deja que el espíritu maligno salga del infierno y este con nosotros).

De repente, una enorme culebra roja con negro salió desde la oscuridad  y se posó en su cuello a consolarla. (Como si aquel reptil compartiera el dolor que tenía la anciana).

Una brisa fría entró a la casa en forma de tornado, haciendo bailar las velas hasta que se apagaron. Lo único que se veía en toda esa oscuridad eran unos ojos amarillentos. De pronto, se escucho:

_Tu muerte hijo mío, no se quedará así.

Pagarán con sus vidas, los que arrebataron la tuya.   

NURU (El amo de la suerte).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora