IX

285 49 8
                                    

         Tres días más tarde, volví a ver esa cabellera rubia, esta vez ingresando por la puerta de la cafetería en la que trabajaba. En cuanto me vio, sus ojos se abrieron en una expresión de asombro que posiblemente también tuve cuando lo vi entrar.

         —Dos encuentros pueden considerarse casualidad, pero éste ya es el tercero. ¿Estás espiándome? —dije en tono de broma, sabiendo que su reacción había sido espontánea.

         —¿De qué hablas? ¡Estoy tan extrañado como tú! Yo venia aquí por un café para despertar de una aburrida conferencia que acabo de presenciar, mientras me preguntaba cómo rayos iba a contactarte para darte las buenas noticias si en tu currículo pusiste un correo en vez de un número telefónico, ¿y quién diablos usa correo hoy en día?

         —Espera, ¿dijiste buenas noticias? —pregunté curioso, olvidándome de todo lo demás.

         —¿No has recibido el correo de la empresa Y&M?

         —Creí que se trataba de otro correo con anuncios.

         —¡Ve ya mismo a leerlo! —dijo emocionado, de paso emocionándome a mí también—. ¡No, mejor no, o van a despedirte! ¡No, mejor ve; renunciarás de todos modos!

         Cuando leí el correo, mi corazón no podía más de alegría. Rápidamente regresé donde Jeong Han y grité con todas mis fuerzas “¡estoy dentro!”. Él celebró conmigo con risas y aplausos de júbilo. No soporté más y tuve que ir hacia él para darle un gran abrazo de agradecimiento. Su exquisita fragancia volvió a inundar mis sentidos; parecía que incluso podía sentir el sabor del perfume.

         Al distanciarnos, ambos nos miramos avergonzados por la embarazosa situación y no pudimos pronunciar ni una sola palabra en largos segundos que llegaron a parecer minutos.

         —Bueno. Sin querer, he cumplido con avisarte —dijo finalmente Jeong Han—. ¿Quién iba a imaginarse que te encontraría en esta cafetería? Y todo gracias a esa tediosa conferencia que logró adormecerme más que cualquier canción de cuna. Ni siquiera bebo café; no sé por qué tomé la decisión de hacerlo ahora.

         —Ya que estás aquí, me gustaría servirte el último café antes de renunciar. ¿Qué te apetece tomar?

         —No lo sé. ¿Qué me recomiendas probar? —preguntó con una tierna mueca en sus labios que sólo me provocó sonreír más de lo que ya lo hacía.

         Fuera una coincidencia u obra del destino, Yoon Jeong Han había aparecido en mi vida para ayudarme a recuperar mis cosas y para conseguir trabajo en una gran empresa de telecomunicaciones, y yo no tenía nada para ofrecerle a cambio más que infinito agradecimiento.


The Perfume On You | JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora