8

839 79 40
                                    

Después de ese día, empezaron a adaptarse rápidamente a la vida en Denver. Kenny empezó a ejercer como mecánico en el taller, siendo supervisado por Eric. Marjorie se encargaba del hogar y Karen iba a estudiar.

Diariamente, los hermanos se levantaban para ir a sus actividades. Karen se ocupaba religiosamente de la limpieza y orden de su habitación, para no incomodar a la dueña de casa. Kenny también se acostumbró a hacerlo, ya que cuando no lo hacía, encontraba siempre su habitación perfectamente ordenada, incluyendo cosas que él no quería mostrar.

Una vez listos, bajaban a desayunar. Al principio, fue un poco extraño, ya que ninguno estaba acostumbrado a desayunar (dada su precaria situación). De hecho, la primera vez gentilmente se negaron a ser atendidos por Marjorie, pero ella no aceptó un "no" por respuesta. Desde que vivían con ella, cada día, sin excepción, cada uno tenía un desayuno cálido.

No sabía cómo, pero siempre la dueña de casa estaba en pie antes que todos, lucía radiante, fresca y jovial. Nunca la escucharon, peor el quehacer del hogar estaba bastante avanzado cuando se sentaban a la mesa. El que faltaba siempre esas mañanas era su amigo.

-Es que Eric no tiene buenas mañanas- dijo Marjorie con su risita de campanilla, tapándose con gracia sus labios.

Una vez ellos estaban sentados desayunando, la pequeña rubia cubría su cabello y empezaba a sacudir los muebles del living y pasillo, a acomodar los artículos de la cocina, con rapidez subía a limpiar los baños y todos los demás espacios del hogar.

Cuando terminaban de comer, Karen recogía los platos y lavaba la loza. Marjorie siempre la felicitaba porque era muy responsable y le agradecía un poco apenada.

Luego de ello, Karen y Kenny caminaban juntos hasta la para de autobuses. Allí separaban sus caminos. Ella iba a su escuela y él, al taller. Allí empezaba su jornada, revisando, chequeando, hablando con los compañeros. Luego de un par de horas llegaba su amigo Cartman. Quien atendía los temas de recepción de cliente, facturas y otras labores más administrativas.

Esa era la nueva rutina. A veces, salí a con Karen a recorrer la ciudad, conociendo el zoológico o iban a comprar víveres para aportar con el hogar. Era una vida fabulosa, mucho más tranquila de lo que esperaba. Kenny recordaba lo intenso que solía ser Eric en la escuela y ahora, si bien no era un encanto, si debía admitir que estaba mucho más sereno que antes. Parecía que su prometida le hacía bien.

Lo único que le llamaba la atención, pero que toleraba era el tema de ser la cara del "jefe de taller". En todos los meses que había estado trabajando jamás había visto a la figura misteriosa. Cuando había un caso difícil, que nadie había podido resolver, a veces aparecían instrucciones precisas para realizar en el vehículo. El papel con estas lo traía Eric y se la entregaba discretamente a Kenny. Él simplemente ejecutaba y de repente el milagro de la reparación ocurría. En esos momentos realmente se preguntaba el motivo de que este personaje no tenía rostro.

De repente se divertía con Eric y le decía todo lo que el suponía de este personaje, que era feo o muy gordo, quizás hasta calvo. Seguramente con un síndrome de agorofobia, o un toc que le impedía salir de su casa. Cartman sólo se reía con Kenny, siguiendo con las especulaciones. Terminaron pensando que el famoso jefe del taller era un hombre asiático que le excitaban las partes mecánicas.

Una vez terminada la jornada a veces iban por unas cervezas. Otras, iban directamente a casa. Ahí los esperaban con una deliciosa cena.

La vida era buena.

Bunny - Reparemos esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora