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Luego de esa confesión olvidada, Kenny empezó a ser más obvio. No estaba convencido de que hubiese pasado lo que él pensó que había hecho en su habitación, así que empezó a actuar.

Cada vez que estaban solos con la pequeña rubia, le regalaba cosas: flores, chocolates, galletas, llaveros, cosas pequeñas. Ella le agradecía cordialmente y le decía que no era necesario. Él no se detuvo, también hizo costumbre tomarla por la cintura cuando estaban solos. Podía ser en cualquier situación, ella podría cocinar, lavar o solo estar leyendo, toda oportunidad era buena. Él la tomaba y la estrechaba contra su cuerpo.

Al principio, Margorine parecía avergonzada y temblaba un poco. Pero de a poco se empezaba a sentir cómoda con ese acercamiento. El toque amoroso que no había sentido en su infancia fue agradable y extraño... Lo interpretó como como otro bonito regalo de Kenny.

Kenny estaba cada vez más confundido, si bien estaba más cercano a ella, parecía haber una barrera invisible. Era como si se acercara, pero no pasaba nada. No había ni recriminación ni aceptación, solo un ambiente ambiguo. Entendía también que ella era la prometida de su amigo, pero de todas maneras le gustaría saber si era o no correspondido.

Una tarde en la que Eric tuvo viaje a Chicago por trabajo y su hermana se quedó a dormir en casa de una nueva amiga, él se acercó a ella mientras preparaba un pastel, envolviéndola en un abrazo.

-Mar...-

-¿Qué pasa Kenny?-

¿Qué tenía ella que era tan atractiva para él? ¿Por qué su cabello siempre olía delicioso, así como su cuello...? La manera en que sus brazos encajaban a la perfección sobre sus caderas.

-Mar... ¿Te gusta qué-cómo... ?- estaba muy nervioso. Toda su seguridad y decisión se iban por el caño al enfrentarse a esa mujer -¿Margorine, te-te gusta que te to-toque?-

Kenny tenía el pulso acelerado, añorando una respuesta afirmativa, una señal de que habían sentimientos recíprocos. Anhelaba que la pequeña temblara de nerviosismo ante su pregunta.

-Si, me gusta Kenny- dijo con su hermosa voz. Sonaba tranquila y sin más, siguió revolviendo la preparación de masa que estaba cocinando.

Esa respuesta lo molestó. Ni siquiera tuvo la decencia de ponerse un poquito nerviosa, cuando él se tuvo que avergonzar a si mismo solo para formular una pregunta un poco coherente. ¿Por qué era tan injusto? Con el valor que le dio su sentimiento de rechazo, le besó el cuello. El pequeño cuerpo respondió con un temblor, dejando los instrumentos que estaba utilizando, dirigiendo su mano a la zona que estaba besando.

-Ke-kenny! Ya basta, no es gra-gracioso- le dijo sonrojada.

Esa carita perfecta si le gustó. Sus ojos tan celestes, sus labios rosados. Se animó y la besó. La sujetó con facilidad, alzándola para sentarla en la mesada de la cocina.

Esta vez estaba seguro que era real. La observó luego se ese choque de labios. Era esa carita de su imaginación, afirmó su cara con suavidad y empezó a acariciar la lengua de esa joven con la suya. Esos sonidos húmedos con breves gemidos lo estaban llenando de confianza. Sintió las manos de ella estrujando su ropa. Como el experto que era, Kenny se animo a tocar una de las piernas de la pequeña bajo el vestido, subiendo lentamente.

Como si hubiese tocado fuego, la pequeña le dio un empujón con todas sus fuerzas. Rápidamente, bajó de la mesada, corriendo rumbo a su habitación. El chico estaba confundido pero no iba a perder su oportunidad. En un movimiento logró darle alcance a la chica, sometiéndola sobre el sillón de la casa.

-¿Qué te pasa!- la voz de ella dejaba en claro su molestia, mientras forcejeaba -¡Suéltame!-

-¿por qué?- la cara de Kenneth mostraba toda su frustración -¿Por qué me dejas acercarme a ti? ¿sabes lo confuso que es todo esto!- No quería mostrar ese lado suyo. El lado débil que le ocultaba a todos. Siempre era él quien tenía que proteger a los demás, pero ahora estaba dolido. Era imbécil ¿Por qué de todas las mujeres disponibles quería estar con ella? Realmente no pudo evitar que las lagrimas traidoras resbalaran por su rostro.

La soltó para topar su rostro. Realmente era estúpido. Había mostrado ese lado que no avaricioso y egoísta. Y lo peor es que se sentía como un abusador, por aprovecharse de una mujer tan buena como ella. Era la peor persona. Atrapado en esos pensamientos, en ese agujero que su mente lo estaba arrastrando sin piedad.

Cuando sintió los brazos delgados y cálidos de ella. Era un abrazo dulce y seguro. Con melosa suavidad sus manos se posaron en su rostro. Con verguenza él la miró. Se sentía patético.

-Lo siento...- le dijo ella. ¿Por qué el solo escucharla aliviaba todo su ser? Con premura la estrujo entre sus brazos, escondiendo su cabeza en su cuello. Realmente no quería mostrarle su rostro.

-Siento no haberme dado cuenta de que tus sentimientos eran sinceros- continuo ella. Con parsimonia acariciaba el cabello del rubio -Agradezco todo lo bonito que me entregas, pero sabes que soy la prometida de tu mejor amigo-

-Déjalo y quédate conmigo- respondió entrechándola con más fuerza.

"¿Así son las declaraciones de amor? Que dulce ternura" pensó ella. Cerró sus ojos un momento.

-Esta bien- dijo ella-dejaré a Eric- esa declaración le escuchó Kenneth fuerte y claro. Rápidamente la miró a los ojos. Estaba dispuesto a sonreir, hasta que escuchó el final de la frase -y tu dejarás a Karen-

-¿De que hablas, no voy a dejar a Karen!- respondió molestó.

-Te entiendo. Yo tampoco dejaré a Eric- le respondió con una sonrisa. Mientras tocaba su rostro. ¿Así se siente un corazón roto? Pensó él. Jamás había sentido el vacío del rechazo. Y ni siquiera era un rechazo, era un intercambio, que él no estaba dispuesto a ceder...

-Ahora que ya tenemos resulto este asunto, tenemos que ver que vamos a hacer de ahora en adelante- continuo ella dejando sus manos delicadamente sobre su regazo. Siempre se veía tan hermosa. -Pienso que no es correcto que me toques de ninguna manera-

-¡Pero antes podía hacerlo!-

-Antes no habíamos tenido esta conversación- contestó seria. Sus ojitos celestes lo miraban con seriedad, como si lo estuviese reprendiendo -Además, Eric me había conversado de la posibilidad de que intentaras algo conmigo, supuse que eras así con todas las mujeres que encontrabas. También creí que me tratabas como a tu hermana-

-El gordo siempre habla pestes de mi...-

-No es así- respondió -si no te estimara, no estaría en casa...-

-¿Podré besarte?-

-No – respondió.

Él no iba a aceptar eso. Suavemente, posó su mano en el cuello de la chica más linda de su mundo. La sintió estremecer. Sin dejar de mirarla, junto sus labios con los de ella. Suavemente. La miró suplicante.

-¿Algunas veces?- susurro mientras intentaba besarla, encontrándose con una mano.

La chica se levantó del sillón, sonrojada. Aunque sabía que no debía aceptar nada de esa persona, no podía negarle nada. ¿Cómo negarle algo a alguien que ha sido tan tierno con ella? Era complejo para ella negarle nada a nadie.

Al ver la figura de la chica estática en el salón. Volvió a acomodarse abrazándola.

-Mar, para mi es muy difícil no acariciarte- le dijo -Lo único que puedo prometerte es que no haré nada que tu no quieras... ¿estarías bien con eso?-

No contestó, solo asintió con su cabeza. Mientras él la abrazaba con más fuerza.

Bunny - Reparemos esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora