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Una vez comprobó que el gordo de su amigo no volvería por él y que efectivamente lo dejó, habló con una de las chicas del burdel para que le pidieran un taxi. Las chicas, como excelentes trabajadores, le hicieron ademanes insinuantes para animarlo un poco, luego de la discusión.

Kenny estaba muy borracho, le pareció una excelente idea desestresarse de la charla que tuvo con una hermosa señorita complaciente de cuerpo sensual. Morocha sonrió traviesa, avisándole que iría a mostrarle las chicas disponibles. En unos pocos minutos, había ante él cinco chicas bonitas de trajes reveladores. Todas sonreían coquetas, mostrando sus poses más favorecedoras. Eligió a una chica rubia delgada, quien lucía con orgullo su provocador escote.

Juntos avanzaron por los pasillos rojos. Se apoyó en ella porque no podía caminar tan recto gracias a las buenas bebidas. Al poco rato entraron a una habitación muy bien equipada: cama, espejos, televisor y un pequeño cuarto de baño. Debía admitir aunque le molestará, que Eric sabía hacer bien las cosas. También tuvo que agregar que sabía escoger muy bien a sus empleadas.

Pasaron algunos meses. Kenny se enfocó en su trabajo, su hermana y su nueva casa. Inventaba formas de hacer su trabajo más rápidamente y con menos errores, ayudaba y acompañaba a su hermana; y volvió a retomar todas las actividades caseras como cocinar, planchar y hacer el aseo. Se la pasaba ocupado todo el día. A veces salía con sus amigos. O solo. Pero, en los momentos en los que iba a dormir, si no estaba lo suficientemente cansado se ponía a pensar. En ella.

Era extraño lo nítidamente que la veía en su mente. Hasta los detalles más insignificantes estaban grabados a fuego en su imaginación. Estaba ella con uno de sus múltiples vestidos, sonriendo afable, sirviéndole un plato humeante, que asegura estaría delicioso. Sus ojos tan claros, celestes como el cielo luego de una tormenta. Se daba vueltas en su cama inquieto.

Aparecía luego Eric con la última frase antes de abandonarlo.

-Ya te di la información relevante. Ahora lo que pase dependerá enteramente de ti. Ya cumplí, ya bebí y ya me voy de aquí-

¿Qué debía hacer? Ya sabía que ella estaba disponible... pero no deseaba acercarse de esa manera. Habían muchas cosas que ignoraba y, repentinamente aparecen miles de informaciones. Ella era como un rompecabezas (literalmente esta haciendo trizas la suya). Realmente estaba confuso. Él ya sabía que quería estar con ella. ¿Pero que quería ella?

Eso era lo que lo molestaba. Si iba a decirle cuanto la amaba ¿lo aceptaría? Y si lo aceptara... ¿sería por amor? ¿por bondad, por lástima, por compromiso? Le gustaría que fuese simple, pero Marjorine no era común. Era una perla en un mar de ostras. Y él era otra ostra. ¿Ella querría estar con él aunque no tenía ningún buen atributo? ¿aunque no tenía nada que ofrecerle? No, él podría ofrecerle su amor incondicional... ¿pero no es muy cursi solo decirle eso?

Una vez pasaron los dos meses que le señaló Eric, él se armó de valor. El fin de semana en que Karen iba al campamento de verano. Ese día, una vez Karen fue recibida por su grupo en la escuela, él se aventuró hacía la casa en la que vivió en Denver.

El camino se le hizo corto, a pesar de ser cerca de una hora de trayecto en el transporte público. Fue bien vestido, pero no exagerado. Una camisa blanca con pantalones de vestir. Ya había decidido que iba a tener una conversación seria con ella.

Reconoció el hermoso jardín que Marjorine se dedicaba a cuidar diariamente. Ya había botones de rosa, por lo que en poco tiempo iban a ver rosas rojas decorando la casa. Empezó a sentir su corazón palpitar más rápido y la ansiedad apoderándose un poco de su cuerpo. Estaba próximo a apretar el timbre pero se detuvo a medio camino. Quizás era una estupidez... ¿qué sentido tiene estar tan obsesionado con ella? Quizás era él solo un acosador... Pero sus sentimientos eran muy reales... ¿y si le decía que no? ¿la iba a obligar? No, claro que no, jamás la lastimaría... Pero sintió su corazón retorcerse ante esa posibilidad. Si no hablaban... entonces siempre quedaría la posibilidad, el "que hubiese pasado si". Y nunca tendría que enfrentar el rechazo.

Bunny - Reparemos esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora