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A los pocos días, los padres de la rubia se retiraron. Ya había pasado la semana y, a pesar del golpe propinado por Kenneth, el señor Scotch dio su aprobación para que Eric continuara el negocio familiar. Dijo enfáticamente que, durante el próximo mes iba a hacer los tramites necesarios para hacer el traspaso de la sociedad a nombre de Marjorine como dote, evidentemente, conservándolo a él y a su esposa como miembros y ganar los dividendos que le aseguraban una vida bastante cómoda.

Eric no dejo de agradecer a su futuro suegro por la confianza, estaban tan felices que lo invitó a salir a beber algo, cosa que Christ aceptó gustoso. Por obvias razones, Kenny no estaba en el plan de la salida, así que políticamente se retiró a su habitación, para no incomodar a la familia.

Allí se puso a leer su libro favorito, "El cuento de la gaviota y del gato que el enseñó a volar". Era corto, práctico y bonito. Le gustaba ese cuento porque se veía reflejado en el gato, quien se esfuerza mucho para enseñarle a una gaviota bebé a volar, a pesar de no tener idea cómo hacerlo. A veces se sentía así cuando miraba a Karen. Ella era su sol, pero no tenía idea de cómo hacer que funcionará el mundo para los dos, pero de alguna manera, estaba resultado bien...

En este momento, al releer ese cuento. Dejó de pensar en que la gaviota era su hermana. Cambió a la protagonista por Marjorine. Dejó de leer un momento y se puso a pensar que esa pequeña rubia era como el águila criada por gallinas. Se empezó a reír.

Karen, cuando era más pequeña, le contó que en la escuela le enseñaron que parte de la formación es el ambiente. A él también le mostraron el mismo video (la escuela pública de South Park ni siquiera actualizaba su material) en él, aparecía un águila enorme y majestuosa actuando igual que una gallina: no volaba, comía granos y le daba terror todo (inclusive los seres que se suponen eran sus presas). Ese recuerdo el provocaba una sensación incómoda.

Los señores Scotch le daban repelús. Sobre todo Christ luego de lo que le hizo a Mar. Y el silencio indolente de Linda... Y la sumisión aterrada de ella. Pero cuando estaba sola con ellos... Era luminosa, ocurrente, divertida, sincera, ordenada, limpia, ayudadora, y tantas otras cualidades que sus padres no quería ver...

Unos golpes a la puerta lo desviaron de sus pensamientos. Pensando que sería su hermanita favorita, abrió la puerta rápidamente y abrazó a la figura del otro lado.

-¿Es que me extrañabas, mi sol?- dijo amable.

No escuchó la risa ni la respuesta clásica de su hermana.

-Yo... mmmhhh- escuchó la voz suave de ella. Soltó un poco su abrazo para mirar la linda cara de Marjorine, un poco ruborizada, pero parecía no tener nervios. Era rápida para comprender el error de Kenny, ya que el cuarto de su hermana estaba prácticamente frente al suyo -¿Quisieras merendar? Preparé panqueques-

-Mar- le dijo bajito, no quería que lo escucharan los demás -La verdad es que no le caigo muy bien a tu padre, así que creo que es mejor que me quede aquí...-

-Es que no hay nadie más-

Kenny la miró con un gesto de confusión.

-Papá salió con Eric y mamá se ofreció a acompañar a Karen a la biblioteca- dijo con una sonrisa traviesa -así que solo seremos nosotros dos. Karen me comentó que te gustan los panqueques, así que preparé algunos...-

Él solo guardó silencio, manteniendo el agarre.

-Si -si n-no quieres no-no te si-sientas o-obligado –

Kenneth estaba escuchando a Mar, pero se quedó con la información de que estaban solos. Solo los dos... No podía con su felicidad, hasta que empezó a escucharla tartamudear. Rápidamente la alzó, introduciéndola a su habitación. La sentó en su cama. Ella solo lo observaba un poco confundida.

Kenny se sentó a su lado, sin tener mucha idea de que hacer. Simplemente hizo lo que le parecía mejor, pero no tenía idea de que quería hacer, hasta él se sentía estúpido al traerla a su habitación.

-¿Te gusta Gabriel Garcia Marquez!- escuchó a la pequeña decir, mientras sostenía el libro que había olvidado en su cama.

-En realidad solo me gusta ese libro- contestó.

-A mi también me gusta- tomó el libro pasando algunas páginas, hasta que encontró una parte -Mi parte favorita es cuando el gato le pide ayuda al poeta. Lloré cuando Afortunada logró volar-

-Lo que me pone triste es que el gato queda solo- comentó Kenny -Hace de todo para ayudar a su gaviota, pero tiene que irse-

-Pero el gato sabe que es lo mejor para la naturaleza de ella- Marjorine se volteó a verlo regalándole una de esas sonrisas que lo desarmaban -supongo que es un acto de amor realmente desinteresado-

-Eso solo pasa en los cuentos- respondió, acariciando un mechón de cabello. Siempre era suave.

-¡No es verdad!- Ella colocó su mano sobre la de él -Tú me ayudaste con mi padre... jamás nadie había hecho algo así por mi...-

Kenny guardó silencio. Sintió que no debía interrumpirla.

-Papá no es malo... No con el resto. Es solo así conmigo. Por mucho tiempo pensé que yo tenía la culpa, pero... pero después entendí que no tenía nada malo yo... que simplemente tenía que aguantar un poco más y ahora estoy en un lugar bonito con gente buena que quiero y que me cuida-

-¿Ya no estas avergonzada por lo que pasó?-

-Un poco...- le dijo desviando su mirada -pero sé que no es tu culpa... no es como que quisieras verme de esa manera- sonrió.

-Yo si quiero verte de esa manera- soltó.

En la habitación de hizo un silencio pesado. Ninguno de los dos se movió. Kenny se maldijo por ser tan impulsivo y sin filtro.

-Kenny, eso no es gracioso...-

Una vez, su hermano Kevin le dijo que había cosas que se explicaban mejor con acciones que con palabras. Tomando ese fugaz recuerdo, dirigió su otra mano a la mejilla de ella y se acercó lentamente. Con esa velocidad, ella podría rechazarlo fácilmente.

Juntó sus labios con los suyos. Cerró sus ojos y saborió ese instante. Realmente besarla durmiendo no era lo mismo. Se alejó un poco para contemplar su rostro. Sus ojitos entrecerrados, sus labios rosados entre abiertos, sus mejillas sonrojadas. Como odiaba a Cartman por tener esa carita exclusivamente para él.

-Eres un águila criada por gallinas- soltó.

Marjorine empezó a reírse de buena gana. Sostenía su estómago del ataque de risa.

-¡Eres todo un caso!- dijo cuando temrinó de reírse. Kenny la miraba un poco dolido -Vamos a comer, antes de que el agua se enfríe-

Ella ligera bajó por las escaleras. Él se quedó confundido en la cama. ¿Qué había pasado? ¿Hizo lo que creía que hizo? ¿O solo lo pensó? Conociéndola esperaba que tartamudeara, que se sonrojará, que se confundiera, que hiciera preguntas con esa voz suave y hermosa. Pero no pasó nada. ¿Habría solo sido solo su ilusión de imbécil enamorado? Sólo suspiro frustrado y desordenó su cabello. Decidió bajar a devorar su merienda.

Abajo, la pequeña estaba tapándose la cara de vergüenza. Sentía su corazón acelerado, pero tenía la certeza que señalar lo que acababa de pasar iba a ser definitivamente más incómodo que ignorarlo.

Bunny - Reparemos esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora