Capítulo 28

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Capítulo 28

Daphne miró aturdida a nada en particular. Todos a su alrededor aún estaban entrando en pánico a causa de la explosión, la mayoría de ellos intentaban apagar el fuego.

Sabía que tenía que aparecerse en el Ministerio y buscar algunos aurores para avisarles sobre el secuestro de Potter, pero por algún motivo sentía las piernas como gelatina y no podía levantarse.

Potter no estaba, Joder, ¿cómo iba a explicárselo a Draco?

Ella se sobresaltó cuando sintió algo caliente y húmedo golpeándola en la mano y se dio cuenta de que había empezado a llorar.

—Lo siento, chicos, pero no puedo encontrar a vuestro padre—susurró ella y cerró de dolor los ojos cuando los sollozos se hicieron más fuertes. Abrazó con fuerza a los niños y juró que encontraría a Potter. Se consideraba una amiga de Potter y nadie dañaba a sus amigos.

El fuego empezó a quemar sus ojos. Al estúpido más le valía que Potter estuviese con vida cuando lo encontrasen, de lo contrario, los aurores ni siquiera podrían encontrar a alguien a quien culpar.

Sin embargo, su mente daba vueltas a causa del estado de shock, todavía no podía creer que hubiesen secuestrado a Potter. Cerró los ojos al pensar en Draco. Ahora estaba en Gales, creyendo que ella y él habían tenido un gran día de compras. ¿Cómo reaccionaría cuando escuchase lo que le había pasado a él?

Se estremeció cuando vio imágenes de la furia de Draco cuando escuchase las noticias. Voldemort parecería un conejito de peluche en comparación al enfurecido Draco. Había una razón por la que nadie, salvo los necios, se atrevían a desafiar a los Malfoy.

Lo primero era lo primero. Tenía que llevar a los chicos a casa y advertir a los aurores en caso de que el secuestrador decidiese aparecer de nuevo.

Ella sacudió suavemente a los pequeños y esperó hasta que la miraron con los ojos llenos de lágrimas.

—Chicos, voy a llevaros a casa y luego iré a avisar a los aurores para que puedan buscar a vuestro padre, ¿vale?—explicó Daphne suavemente y limpió el rastro de lágrimas de sus caras.

—¿Papi va a volver?—preguntó Scorpius, hipando.

Ella respiró profundamente.

—Te juro que haré todo lo posible por traerlo.

Scorpius asintió, pero Teddy apenas la miró. Ella estaba preocupada de que estuviese en shock, y no tenía ni idea de qué hacer continuación.

Con cuidado, los puso de pie y se levantó. Colocó a su hijo sobre su cadera y abrazó a Teddy contra su estómago y cerró los ojos, concentrándose en su destino.

Unos segundos más tarde, el pequeño grupo llegó a las puertas de la Mansión Malfoy. Rápidamente corrió hacia la casa, asegurándose de que Teddy fuera capaz de seguirla sin tropezarse.

Tan pronto como entraron, ella se dirigió hacia la sala de estar.

—De acuerdo, chicos, sentaos aquí. Tengo que hacer una llamada, ¿vale?—dijo, agitada.

El pequeño Malfoy asintió con la cabeza y se acurrucó como una bola sobre el sofá aún sollozando. Teddy se sentó, rígido, mirando a la nada en particular. Sus ojos todavía estaban vagos.

—¡Pinksky!—llamó y un elfo doméstico apareció inmediatamente e hizo una reverencia.

—¿Qué puedo hacer por usted, ama Daphne?—exclamó el elfo.

—Quiero que vigiles a los niños mientras hago una llamada. Asegúrate de que estén cómodos—espetó y no esperó al movimiento afirmativo de su cabeza antes de ir al estudio de Draco.

Will you be my daddy? (Traducción autorizada por FanofBellaandEdward)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora