Chan tenía cinco años cuando su papá los abandonó. A los ocho años comenzó a darse cuenta de que su mamá actuaba de manera extraña y a los diez finalmente comprobó que algo definitivamente andaba mal. Su papá tomó custodia sobre él cuando su mamá fue admitida en la clínica, al poco tiempo, pero desde el primer momento en que pusiera un pie en esa casa se dio cuenta de que no era precisamente bien recibido en la nueva familia del hombre que ayudara a procrearlo.
A los diecisiete se mudó a casa de una tía y ahora, estando cerca de los diecinueve, su papá le había dado una noticia: ya no pagaría más por la clínica en la que su mamá se encontraba como paciente.
Con una infancia bastante dura y calificaciones atroces definitivamente la universidad no era una opción para él, además ni siquiera tenía dinero para pagarla, en primer lugar.¿Qué más le quedaba?
La esquizofrenia era una enfermedad mental terrible. Presenciar el declive de la salud mental de su madre había sido doloroso y atemorizante, ser parte de los ataques histéricos que le daban e intentar tranquilizarla... asegurarle que nadie estaba siguiéndola, vigilándola y mucho menos intentando matarla era algo difícil, porque siendo apenas un niño ni siquiera él estaba cien por ciento seguro de si era verdadero o no. Había veces en las que creía que realmente había alguien cuidando cada movimiento que hacían, veces en las que se iba a dormir sin siquiera agua en el estómago, pues su mamá aseguraba que alguien intentaba envenenarlos... ella dejó de ir a trabajar y después, dejó de salir de casa por completo.
Nayoung era vecina suya algunos años mayor, una chica hermosa no solamente por fuera, sino por dentro también. Ella vivía en el departamento de junto y para fortuna del menor, era quien se aseguraba que él comiera, escabulléndose para regalarle arroz o alguna otra cosa, genuinamente preocupada por Chan. Ella también vivía una situación complicada en casa, su padre era alcohólico y decir que las maltrataba tanto a ella como a su madre era decir poco.
Siendo tan jóvenes fue obvio que perdieran contacto cuando Chan se había mudado con su padre, pero una tarde, vagando en el área en la que había crecido, se la había topado.
Por supuesto que se sentaron a conversar y Nayoung no dudó en darle el número teléfonico de Seungcheol. Según ella, se habían hecho buenos amigos en la cafetería donde ella trabajaba, misma que el hombre gustaba de visitar; después de un tiempo ella se había mudado con su novio y no se frecuentaban tanto, pues había renunciado para mudarse a otra área, pero Seungcheol siempre le había repetido lo mismo: si alguna vez necesitas trabajo llámame, no era para cualquiera y no aceptaba chicas, pero haría una excepción por ella.
Suponía que recomendarle a un amigo suyo contaba como necesitarlo.
Por supuesto que a Chan no le había agradado la idea al inicio. Prostituirte no era algo que un buen día despertabas deseando hacer, pero menos le agradaba la idea de imaginarse a su mamá vagando, sucia y asustando personas en la ciudad, pidiendo limosna, desaseada, dando lástima.
Llamar a Seungcheol fue algo que dudó durante algunos días hacer, pero lo había terminado haciendo de todos modos... y honestamente le parecía un buen tipo, él y todos los demás en la casa.
—¡Lee Chan! ¡Tráeme esa ropa sucia para lavarla antes de que me arrepienta! — Jeonghan gritó desde fuera de su puerta. Era sábado y aparentemente, día de lavar ropa.
Ya habían pasado dos semanas desde que Chan llegara a vivir allí y, con sinceridad, solamente estar sentado sin hacer nada se estaba comenzando a tornar aburrido. Ver a los demás y venir, contando historias de cómo la habían pasado sin tener ni un solo servicio para él lo estaba matando.
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Jardín [SEVENTEEN]
أدب الهواةSi el dinero está hecho de papel... técnicamente crece en los árboles, ¿no? Para alguien que lo necesita desesperadamente, la prostitución es sólo un amplio jardín lleno de posibilidades.