9. La pequeña muerte

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Minghao jadeaba pesadamente, se encontraba de rodillas frente a su cliente todavía con la ropa puesta, su miembro siendo dolorosamente aprisionado por su ropa interior... misma que se encontraba humedecida. El señor Wen tenía una sonrisa de satisfacción en sus labios, él también se encontraba todavía vestido y Minghao podía ver claramente lo duro que se encontraba su miembro, aprisionado dentro de esos caros y elegantes pantalones negros de algodón que llevaba puestos. 

Era una situación completamente ridícula, Minghao ya se había venido dos veces y ni siquiera había necesitado tener el pene de aquel hombre cerca suyo. 


—Pero qué chica tan buena — El hombre le halagó, ensanchando la sonrisa —Solo por eso te dejaré elegir qué es lo que quieres que hagamos ahora — 

—Cógeme, por favor — Murmuró entre jadeos la pelirroja, estaba intentando recuperar el aliento pero no dudó en mirarlo atentamente al pedir aquello.

El señor Wen dejó escapar una risa corta y se puso de pie —¿Quieres que te coja? — Preguntó, inclinándose parar murmurar aquello en su oído. 

Minghao asintió con la cabeza, tragando saliva. Aquel gesto hizo que un escalofrío le recorriera el cuerpo de arriba abajo —Por favor — rogó con los ojos cerrados, intentando tranquilizarse, nunca antes había querido tanto tener un pene dentro suyo.

—¿Y qué pasaría si lo que yo quiero hacer es masturbarme mirando tu carita y después venirme sobre ella, eh? Tendrías qué irte de aquí con esa erección que tienes bajo la falda y no sería mi problema — El más alto tomó a Minghao por las muñecas para ayudarla a ponerse de pie mientras le decía aquello al oído.

La pelirroja estaba derritiéndose, hasta esa idea le parecía increíble, ahora no sabía si podía decidir entre una y la otra... aunque tampoco tuvo el tiempo suficiente, pues su cliente la guió hasta la cama, donde le hizo recostarse sobre su espalda.

El hombre le apretó los pechos suavemente por encima de la ropa y se inclinó a besarlos, sus manos viajando hasta debajo de la falda de la chica, palpando todo a su paso —¿Y si me vengo sobre tus pechos? — Preguntó mirándola a los ojos —¿O quieres que te llene por completo? ¿Quieres salir de esta habitación con mi semen escurriéndote por entre las piernas? —

Minghao tragó saliva y ahogó un gemido apretando los labios, le dolía el pene... tener sexo sin condón con los clientes ni siquiera estaba permitido —Quiero eso — Respondió sin dudarlo, mordiéndose el labio inferior.

El más alto sonrió con satisfacción y movió la ropa interior de la chica ligeramente, lo suficiente para poder colocar la yema de su dedo medio sobre el anillo de carne rosado de la chica, palpándolo cuidadosamente de forma circular, presionando de forma ocasional. 

—Maldita sea — La pelirroja apretó la mandíbula y echó la cabeza hacia atrás, no sabía si era posible morirse de placer pero sentía que estaba cerca de ello.

—¿Y si solamente te meto mis dedos? ¿Podrías venirte solo con eso? — El hombre intentó lucir curioso al preguntar aquello, pero no duró demasiado aquel acto pues terminó acercándose más a ella —Apuesto a que podrías venirte solo con eso porque eres una sucia... después de todo ya te viniste dos veces antes y solamente tuve qué hablarte y frotarte contra mí — Desvió sus dedos hacia arriba, hacia el miembro ajeno y los humedeció con los restos de los orgasmos pasados, yendo nuevamente hacia su entrada, esta vez empujando suavemente el dedo medio hacia adentro. 

—Por favor — Rogó Minghao en voz baja, llevando su mano hasta su propia erección, acariciándola. 

El hombre apartó la mano ajena con la libre propia, inmediatamente negando con la cabeza —Nada de tocar, te lo dije antes — El dedo comenzó a moverse de adentro hacia afuera, lento, siguiendo un ritmo y progresivamente fue aumentando la velocidad. Sin poderlo evitar, el señor Wen esbozó una sonrisa amplia al notar la forma en la que Minghao se aferró con fuerza a las sábanas con ambas manos. 

Jardín [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora