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Maratón: 2 de 3

Tengo suerte de llegar a mi habitación y que mi madre aún no esté.

Abro el clóset para comenzar a guardar la ropa que le había prestado a Tyler, pero, antes de guardar la sudadera, decido ponérmela. Una vez que la tengo sobre mi cuerpo lo único que hago es llevármela a la nariz y olerla.
Es raro porque no me había dado cuenta de cómo olía Tyler hasta que me entregó mi sudadera y pude distinguir el olor; realmente dulce... El olor.

Bueno, él también.

Me dejo caer de espaldas en mi cama mientras cierro los ojos y comienzo a pensar en cómo convencer a mi mamá de salir mañana con Tyler, cuando, de repente, la puerta es abierta.

—¿Me tardé?—Dice sin voltear a verme, cerrando la puerta y dejando su celular sobre el buró que está a un lado de mi cama.

—No... Digo, pensé que tardarías menos pero igual no tardaste mucho—Ella sólo sonríe en respuesta mientras abre el clóset y empieza a rebuscar en sus cajones—¿Qué buscas?—Me doy vuelta en la cama quedando ahora sobre mi estómago y con mis manos sosteniendo mi cara.

—Nada—Suelta un suspiro y cierra con fuerza los cajones haciendo que me sobresalte un poco—¿Tú no agarraste mis cosas cuando guardaste tu ropa, verdad?

—No, no toqué nada tuyo, ¿Por qué?—La sigo con la mirada cuando comienza a caminar de aquí para allá por toda la habitación.

No me dice nada por unos segundos, hasta que finalmente se detiene y me mira—No encuentro mi labial.

—¿Cuál de todos?

—El rojo.

—¿El que tiene brillitos?—Ladeo mi cabeza a la vez que me incorporo sobre la cama, sentándome en la orilla.

—Sí, ese— Chasquea la lengua—Pero no importa, puedo comprar otro después.

—¿Podemos ir ahora?—Mis ojos se agrandan con emoción, juntando mis manos en mi pecho— ¡Por favoooor! ¿Sí?

Se me queda viendo con una expresión divertida en el rostro y yo intento poner mi mejor cara de cachorrito regañado.

—De acuerdo, vamos—Sonrió grande y me pongo de pie, ella toma su celular del buró junto con su cartera y luego voltea a verme—Espera...¿Esa no es la sudadera que le prestaste al recepcionista?—Señala la sudadera que tengo puesta—¿A qué hora te la devolvió?

—Oh, fue cuando tú no estabas, ya vámonos—Le respondo, tratando de no alargar el tema.

—¿Y te la llevarás puesta?— Alza una ceja— ¿No te queda muy grande? Te llega casi a las rodillas. ¡Hey! ¿sabes a quién te pareces? ¡A número tres, de los chicos del barrio!

La miro con un puchero pero sin poder evitar reír al final. Es cierto que la sudadera me queda muy grande pero tampoco me llega a las rodillas.

—¡Mamá ya basta! Yo no te digo nada de tu ropa.

—Eso es porque a mí todo me queda bien—Pone una mano en su cintura; yo la sigo viendo mal— ¡Vamos, Josh, Sabes que es broma!—Me toma en un abrazo mientras deposita un beso sobre mi frente, yo sonriendo contra su pecho— A ti todo se te ve bien, eres mi bebé bonito.

~•~

—Mamá, espera, ¡no!— prácticamente le grito, jalandola un poco del brazo, pero ella ni se inmuta.

Hace rato que estamos en la recepción y mamá empezó a hablar —demasiado—con Tyler. Me sentí excluido por un momento pero luego me di cuenta de que Tyler en realidad no estaba prestando mucha atención a mi madre porque cada vez que ella le preguntaba algo, él estaba como "¿Qué habías dicho?", tal vez sea porque sólo estaba mirándome y lanzándome diminutas sonrisas en toda la conversación, lo cual me hacía revolver mi estómago de nervios.

B U T T E R C U P {tysh}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora