Change (Austin Mahone Fanfic) Cancelada temporalmente

#42 "¿Has estado llorando?"

Me quedé pasmada, sin poder moverme de mi sitio. Vi como desaparecía la figura plástica de Lia entre los buses. Un aire frío chocó contra mi cara, despejando mi mente. Las palabras, amenazas, de la botox irrumpieron en mi mente. ¿Cómo se habría enterado? Un escalofrío me recorrió la espalda. Suspiré frustada, impotente en ese momento. Estaba ya harta de que la vida me jugase malas pasadas una detrás de otras. Escarbé en mi bolsillo izquiero con desesperación, quisiendo poder sentirme bien durante unas horas. Agarré la bolsita que buscaba, y me metí tres pastillas de golpe. Tenía ganas de golpear algo, pero se me fue pasando con el efecto de las pastillas, relajándome y alegrándome mi jodida vida.

Poco después me tumbé en mi cama, tenía los ojos rojos y me sentía basura. Sentía mis piernas flaquear y todo mi cuerpo también. No tenía sueño, sin embargo, parecía que estuviera durmiendo. No sentía nada. Tampoco escuchaba. Y las cosas que veía me parecían insignificantes, comencé a pensar en mi padre. Suponía que antes de irse no habría pensado en mí. Habría pensando en mi madre y en mi estupenda hermana. Hubiese pensado en lo lejos que podría llegar Amber siendo así de competitiva y espabilada. Mientras que yo soy una mierda, que lo único que hace es drogarse y a saber qué haré en un futuro cercano. Alomejor al día siguiente se me crucen los cables y me tire por un puente.

- ¡Aquí estás! Austin te está esperando fuera, ¿por qué no abrías la puerta? Ha estado llamando. Ha tenido que buscarme para poder abrirle la puerta -escuché la voz de Caitlyn a lo lejos.

- Ah, qué bien -respondí afligida.

- ¿Qué? -preguntó frunciendo su ceño-. Oye, ¿estás bien?

- No.

Se agachó a mi altura y me miró a los ojos.

- ¿Has estado llorando?

- Sí.

Sabía que lo había hecho estos 10 minutos desde que Lia se había ido. Y me daba igual que Caitlyn lo supiera.

- ¿Por qué? ¿Qué te pasa? -se preocupó.

- Nada -respondía con palabras cortas. Tenía la mirada fija detrás de ella, no quería hablar con nadie.

- Pero, ¿te duele algo? ¿Quieres que vayamos a algún doctor?

- Lo que pasa es que me he tomado tres pastillas y mi vida es una mierda. Ahora vete o me voy yo.

No le di tiempo a reaccionar ya que me levanté y salí del autobús.

Entonces ahí estaba Austin, con esos pantalones vaqueros que le quedaban tan bien, y esa sudadera azul que me encantaba pero siempre le decía que no me gustaba cuando lo veía. Estaba mirando su móvil, y cuando escuchó mis pasos levantó la mirada.

- Eh... _______ tengo una entrevista en media hora y necesito que estés allí -se acercó a mí.

Me puse nerviosa al instante, y de inmediato me alejé de él. Lo ignoré y empezó a llamar mi nombre, le saqué mi dedo del medio para que se callara. Su cara cambió a la de sorpresa y confusión, así que para no seguir mirándolo, me dí la vuelta y seguí caminando más rápido. Me era raro salir huyendo de los problemas, pero no sabía qué más hacer. El aparcamiento me lo sabía casi ya de memoria, de tantas veces que había escapado. Este viaje me estaba cambiando la vida. Yo no era así antes de esto. Solía salir sin preocupaciones con mis amigos de fiesta o enrollarme con alguien sin ni siquiera saber su nombre: y ahora, me tenía que preocupar de sacar adelante a mi familia, cada vez a más kilómetros de ella y lidiar con mis hormonas confundidas todo el tiempo. Una adolescente no tendría que tener esa vida, pero en parte me la había buscado yo solita. Podría haber sido la hija perfecta, que estudia y obedece en todo. Pero no podía cambiar el pasado.