—No, ni de coña.
Samantha y yo estamos en frente de la cartelera del cine. Después de cinco minutos mirando las películas disponibles que hay aún no sabemos cuál ver.
—Venga ya, tiene que ser una película increíble —dice Samantha.
Después de estar casi dos semanas encerrados en mi casa no he podido más y le he propuesto ir al cine. Necesitaba salir, hacer algo, que me diera el sol. No es sano estar tanto tiempo encerrado en casa, y encima sin poder hacer nada por tener el brazo escayolado. Así que en un abrir y cerrar de ojos hemos acabado en el cine, eligiendo la película que se supone que vamos a ver.
—No.
—Pues yo voy a ver esta película, tu verás...
No puede ser, pensaba que Samantha tenía mejores gustos. Pero creo que me va a tocar ver una película de Disney, cuando podíamos ver una película de acción que tiene muy buena pinta. Esta mañana he visto el trailer y tiene que ser una puta pasada, pero avSamantha no se la ve por la labor de querer entrar a esa sala y ver la película.
Resoplo y cuando me doy la vuelta para pagar me veo a Samantha con dos entradas en la mano. ¿Pero cuando ha tenido tiempo para comprar las entradas?
—Debería pagar yo —digo.
—No me vengas con chorradas. Estamos en el siglo XXI, los hombres no tienen que pagar todo. —Pone los ojos en blanco.
La sigo hacia la sala de cine mientras me río un poco. La chica esta me saca de mis casillas, pero a la misma vez me está gustando su compañía últimamente. Al menos me distrae y hace que estas semanas sean menos tediosas.
Vemos la película en silencio. No me puedo creer que le gusten este tipo de películas, sobre todo cuando no es una niña pequeña. Pero qué le vamos a hacer, todo sea por salir a tomar el aire.
Cuando acabamos la película vamos al parque que hay al lado del cine, no muy lejos de donde Samantha ha aparcado su viejo coche. Cuando me dijo que tenía un coche no me lo esperaba, pero siendo ella todo es posible. Es como una caja de sorpresas que nunca se acaba.
—Me ha encantado, la vería mil veces más. ¿Has visto cómo...?
—Pues te aseguro que yo no voy a ser tu acompañante, ha sido un tostón de película desde el principio —digo sentándome en un banco.
—Oh por favor, no me vengas con las chorradas de que eres un macho y todo ese rollo —dice sacando el teléfono—. Seguro que te has emocionado tanto como yo, pero no quieres admitirlo.
—En absoluto, pero prefiero ver otro tipo de películas, como...
Me callo cuando levanta un dedo en el aire y se pone el teléfono en la oreja derecha, llamando a alguien.
Mientras veo como se aleja y empieza a llamar a alguien aprovecho para comprobar mi correo electrónico. No le he dado mucha importancia desde que Samantha está conmigo y ha puesto mi tranquilidad patas arriba, por lo que puedo entender todos los correos que tengo en la bandeja de recibidos.
Voy bajando lentamente hasta que hay uno que me llama la atención, uno de la universidad.
Me meto en ese y empiezo a leer detenidamente cada palabra hasta acabar. Cuando acabo de leer la última palabra no puedo creer la suerte que acabo de tener. Es lo mejor que me ha pasado hasta ahora.
Samantha viene en mi dirección y se guarda el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.
Me acerco a ella y la abrazo tan fuerte como puedo. Mi emoción ahora es enorme.