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Mi brazo va mejorando, y si la cosa va bien se supone que en unos días me quitan la escayola. Han pasado casi tres semanas desde el accidente, y no puedo estar más agradecido de que me haya pasado. Pues gracias a eso he conocido a Samantha, que me ha acompañado durante estas tres semanas.

Bueno, era parte de su trabajo, pero voy a considerarlo una "compañía". De hecho, me ha ayudado mucho a poder pasar página respecto a lo de Sydney. Y desde que pasó lo del beso ninguno de los dos hemos dicho nada, cosa que agradezco por su parte.

Le dije que hoy se podía tomar el día libre, porque Nick y yo vamos a ir a una pelea. Me gustaría estar en el ring, peleando contra una bestia, pero no me queda más remedio que estar de público ente toda la gente.

—Tío esta pelea va a ser bestial —dice Nick a mi lado—. Una pena que no seas tú el que esté en el ring.

Llevaban anunciando esta pelea desde hace dos semanas, y estaba esperando este momento desde que lo anunciaron. Dicen que va a pelear una bestia de 110 kilos contra otro chaval que ha venido de otra ciudad especialmente para pelear hoy. Así que tiene que ser una pasada.

—Una pena, pero a la próxima me voy a preparar a tope para partirle la cara a mi contrincante —le aseguro.

Son las siete de la tarde, así que no debería haber ningún problema con la poli. No suelen patrullar por esta zona, así que podemos estar tranquilos. Desde que tengo uso de razón las peleas se han estado haciendo por locales de la zona que están abandonados, o simplemente nos prestan las instalaciones para poder hacer la pelea. Hay un par de veces que la poli nos ha pillado, pero normalmente la gente lo tiene controlado para que no pase por ahí los días de las peleas.

Cuando entramos mucha gente me saluda. Casi todos son personas que me apoyan en este tipo de peleas, por lo que soy una cara muy conocida. Algunas chicas se me insinúan tanto que parece que no tengan dignidad. Pero soy un tío, así que no estoy ciego. Y tengo que admitir que están muy buenas. Una pena que no tengan mucho cerebro.

—Hey tío, ¿qué te ha pasado?

Me doy la vuelta encontrándome con Lea, una de mis amigas con la que jugué a paintball con Sydney. Una de las pocas personas que me han apoyado siempre sin cuestionarme en ningún momento. Me sorprende verla por aquí, pero considerando que esta pelea iba a ser épica, es lo más normal. Si te fijas hay mucha más gente que de normal.

—Un accidente de coche, nada grave.

Sus ojos van de mi brazo escayolado a mi pierna, que, aunque pueda andar tiene una venda alrededor.

—Si tú lo dices... Por cierto, me he enterado de lo de Sydney. Lo siento mucho. —Suspira—. No la conocía mucho, pero sé que era una chica increíble.

—Tienes razón, era la mejor.

—Bueno, me tengo que ir con mi chica. Ya nos veremos por ahí.

Se despide de mí y desparece entre toda la gente. Cuando Nick vuelve a mi lado después de ir a no sé dónde, nos ponemos en primera fila esperando a que toda la gente vaya entrando. La pelea tiene que empezar en unos minutos, así que todo el mundo está ansioso.

—¡Buenas noches a todos y todas! —grita el presentador—. Dentro de un minuto se presentarán a las bestias que pelearán hoy en el ring.

Todas las personas empiezan a gritar. Mis ojos van de un lado a otro esperando a que empiece la pelea de una vez por todas.

—Hermano —me dice Nick—. Calma, se te ve ansioso.

—Llevo esperando dos malditas semanas a esto, no me pidas que me calme, porque no va a pasar.

Dark EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora