—¡Hola cariño! —dice mi madre entrando por la puerta de la habitación del hospital.
Nick está a mi lado, hablando con alguien por el móvil. Lleva así desde hace un cuarto de hora, pero en cuanto ve a mi madre y a su padre cuelga.
Los dos, como siempre, van vestidos muy elegantes, y parecen haber salido de una revista. Mi padrastro con un traje gris y mi madre con un vestido que le llega hasta el suelo de color verde. Su sonrisa me da la bienvenida y se aparta del brazo de su marido para ponerse a mi lado.
—¿Qué tal estás Alex? —me pregunta mi padrastro.
—Mejor, como podéis ver me han quitado la escayola del brazo y de la pierna.
Hace unas horas vine al hospital con Nick para que me quitaran de una maldita vez la escayola del brazo. Hace unas horas que espero a que me den el alta, pero me tienen que dar unas cremas para que me la ponga en la piel enrojecida y seca.
Como si lo hubiese convocado aparece el médico que ha estado llevándome la revisión, el doctor Smith. Mi madre y padrastro se giran para ver quién es, y cuando se percatan de quién es le saludan y se presentan.
—Bueno Nick, tengo buenas noticias. Tu brazo ha mejorado considerablemente desde la última vez que te vi, y ya puedes hacer vida normal. Aunque te sugiero que estés una semana más sin hacer ejercicio ni ninguna actividad que requiera que cojas mucho peso. Para prevenir posibles fracturas.
—Muchas gracias doctor —dice mi madre.
Después de unos segundos tocan otra vez la puerta y aparece Samantha. Se coloca al lado del médico y saluda a todos con una sonrisa. Lleva puesta una bata de enfermera, y su cabello está recogido perfectamente, a diferencia de cuando venía a mi casa, con un moño despeinado.
—¿Quién es esta chica? —dice mi padrastro confundido.
—Se llama Samantha, es la chica que ha cuidado a Alex todo este tiempo. Pensé que la conocíais. —El médico nos mira.
—No hemos estado en casa todo este tiempo —dice mi padrastro—. Viaje de negocios. —Hace una mueca.
—Encantada de conoceros.
Samantha les estrecha la mano a mis padres. Una sonrisa aflora de sus labios, y después de lo que parece una eternidad, el médico y Samantha se van de la sala después de darme todas las cremas e indicaciones para ponérmelas.
—Una chica muy simpática. —Mi mare asiente con la cabeza—. Y muy guapa también. —Me guiña un ojo.
Después de todos estos años no sé cómo mi madre sigue teniendo esa chispa que la ha caracterizado. Puede que por eso el padre de Nick se enamorara de ella. Es una mujer que no se ve todos los días, y la admiro mucho. Es la persona más fuerte que he conocido.
Cuando estamos todos en casa cada uno se pone a hacer cosas. Mi hermano está en su habitación, mi padrastro haciendo unas gestiones en su despacho, y mi madre en la cocina haciendo una tarta.
Me acerco a ella y empiezo a limpiar un poco. Porque está todo hecho un caos. La harina tirada en la encimera, vasos y platos sucios y las cascaras de huevo esparcidas por todas partes.
Pero al menos todo este desastre sé que vale la pena, porque la tarta que está en el horno huele genial.
—¿Te gusta la chica esa? —dice de repente.
—¿Qué?
Me sorprende que me pregunte eso cuando solo la ha visto cinco minutos hace un rato en el hospital. Sus instintos de madre sobrepasan lo normal.
—He visto como la mirabas, y no veía esa mirada desde... ya sabes.
—Mamá... Esa chic...
—Alex —me corta—. No empieces a excusarte. Sé que desde que Sydney nos dejó has estado muy mal. No sonreías, no hablabas con nadie, no querías comer... Estabas apagado. Y no soy nadie para juzgarte, porque soy tu madre, y respeto tus sentimientos.
Para un momento para mirarme a los ojos. Suspira y continúa hablando.
—Cuando hemos vuelto te he visto diferente. Pero cuando la chica esa ha entrado por la puerta de la habitación y te ha sonreído, tu cara ha cambiado, tu mirada era distinta. Y sé que esa mirada no es una cualquiera, significa que esa persona te importa de verdad.
—Mamá, hace solo cuatro semanas que la he conocido. No puedo enamorarme de alguien en tan poco tiempo.
—Te recuerdo que te enamoraste de Sydney en muy poco tiempo.
—Pero... eso era diferente.
Ella era diferente.
—Mira Alex, como soy tu madre voy a decirte lo que he visto y lo que pienso. Pero solo para que reflexiones y decidas. Pero quiero que sepas que elijas la opción que elijas te voy a apoyar en todo momento.
Ya sé por qué mi padrastro se enamoró de ella. Porque tiene un corazón de oro, que, aunque haya pasado por todo lo que pasamos en el pasado, sigue estando ahí.
—La muerte de Sydney fue hace tiempo. Es decir, ha pasado más de medio año y creo que deberías pasar página, ella hubiera querido eso para ti.
Esas palabras ya las he escuchado antes...
—Y es hora de que tu vida vuelva a coger el rumbo que tenía, e incluso a mejor. Y esa chica ha hecho más en un mes que lo que he podido hacer yo en cinco meses. Así que, por lo que puedo ver, en el siguiente capítulo de tu vida está ella. Si te importa Samantha, si te importa de verdad, no la dejes marchar.
—Aunque claro, puede que esté equivocada y...
Antes de que pueda acabar la frase la abrazo. La abrazo fuerte, como cuando era un niño pequeño y huía de la oscuridad. Sus brazos me envuelven la espalda y me aprieta con fuerza.
—Te quiero mamá.
—Yo a ti también hijo. Siempre.
Después de esa charla tan profunda con mi madre me replanteo las cosas desde otra perspectiva. Ella siempre se ha preocupado por mi bienestar y ha antepuesto mi felicidad a la suya en todo momento. Siempre ha estado ahí para apoyarme, y es momento de seguir sus indicaciones, porque puede que tenga razón y esta vez tenga que pasar página. Pero en serio.
Sydney se ha convertido en una persona especial en mi vida, y aunque pase página, sé que siempre estará ahí, porque ella se ha convertido en una parte de mí. Y seguirá ahí hasta que me muera. Pero puede que mi madre tenga razón y mi vida tenga que retomar el rumbo.
Le envío un mensaje a Samantha.
Yo: ¿Tienes pensado algo para mañana?
Samantha: ¿Estudiar?
Yo: ¿Y por la noche?
Samantha: ¿Qué quieres Alex? Pensaba que estabas feliz de perderme de vista por un rato.
Yo: Mi vida sería muy aburrida sin ti.
Samantha: Entonces ¿qué propones?
Yo: Una cita. Pero esta vez de verdad.
Samantha puede que no sea la chica más ideal, pero sé que estará ahí. Me ha apoyado en todos los problemas que he pasado este mes y no me ha juzgado en ningún momento.
Puede que mi madre tenga razón, y en el siguiente capítulo esté Samantha.