CAPÍTULO 15: A POCAS HORAS

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Silencio. Solo podía escuchar cómo todo estaba en calma. Después de varios días donde iba de un lado a otro mientras se hacían muchas pruebas, mientras sentía que no había fin, ahora podía decir que todo estaba listo. Mañana era su boda. El día esperado. Seri miraba ese jardín donde conoció a su prometido. Para los últimos días, el nuevo Ubuyashiki había permitido que los Koizumi descansarán ahí. Mañana su día empezaría muy temprano. Desde el tratamiento que estaban haciendo con cremas para que se vea hermosa, como los vestidos que se pondría en el día. Jamás pensó que una boda sería así de agitado y aún el día no llegaba.

Sus cosas habían sido llevadas a la finca del pilar del viento. Ahora, ahí sería su nuevo hogar. Desde mañana viviría ahí. Era tan extraño que su vida en poco tiempo hubiera dado tantos saltos. Desde el incidente cuando era pequeña, los castigos de su hermana, la austeridad a la que tenía que acostumbrarse, tomar el lugar de Sora y hacer ese viaje. Para que, a menos de un día, vaya a vivir a un nuevo lugar. Vivir con aquel hombre. Lo conocía tan poco, pero de alguna manera él transmitía cierta calma, una paz y un alivio.

Sacó aquella libreta que tenía en su cintura. La miró. Aún tenía muchas cosas por saber de Sanemi. Sabía que la poca información que tenía no era la esperada, pero confiaba que así podría ser una buena esposa. Cuidar de él y capaz con eso demostrar que este desvío en su vida era el correcto.

El viento corría y volvía a leer todo lo que apuntó. Cada detalle esperando que sea suficiente. Más cuando su mamá le empezó a hablar sobre qué es el matrimonio. Desde el momento en que los novios se conocen hasta la noche de bodas. Sí, la tan nombrada noche de bodas. La joven se sonrojó. Lo sabía mejor que nadie. Incluso en sus lecciones que tuvo se le enseñó cómo se hacían los bebés. No eran por arte de magia.

Se tocó el vientre. Ahora que su vida daba un cambio al plan inicial, la posibilidad de poder tener un bebé en su vientre era grande. Un bebé que se haría de tener sexo con su prometido. Se cubrió el rostro con las manos. Si bien Sanemi andaba con el pecho al descubierto, pensar en más de ello era... vergonzoso. Aunque, su madre se lo dijo:

"Después de la boda y la reunión; en la noche, serás su mujer."

Era algo que ella había vivido. Prueba de ello eran su hermana y ella, pero jamás pensó hablar de eso con su madre. Por simples razones. La primera era que ella no debía estar ahí, ni con Sanemi no con otro hombre. Seri tenía que irse lejos como mandaba la tradición en los Koizumi. Muy lejos. Por ello es que se le dio estudios que no se le darían a una jovencita de alta cuna que buscaba un buen partido. Seri no era ese tipo. Solo estudiaba y aprendía para irse lejos, en un mar de montañas congeladas. Y lo segundo era que, ¿quién podría sentirse cómoda de hablar de sexo de la noche a la mañana con su madre? Su madre intentaba instruirla en ello. Advirtiéndole que, tal vez, la primera vez podría dolerle, pero que pasaría y lo disfrutaría.

Sintió desmayarse ante ello. ¿Cómo algo que dolía podía ser disfrutable? No comprendía, solo sabía que terminaría desnuda ante él. Así como sería su primera vez viendo a un hombre desnudo. Y ahí fue donde entra el pilar del amor.

Se la encontró luego de unas compras de hierbas con su madre. Entre tanta conversación terminaron hablando del punto en cuestión: sexo. La joven rosa se puso roja que empezó a aletear las manos sin saber bien cómo articular palabra. Seri se puso peor.

-¡Solo tenía curiosidad! ¡No es necesario!

-¡No te vayas Seri! –la sujetó- Yo... -apenada- puedo ayudarte. La joven tenía miedo de preguntar, pero terminó haciendo.

-¿C-cómo? –tragó saliva.

-Buno... -miró a varios lados- Será extraño, pero... no duele mucho la primera vez jeje.

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