CAPÍTULO 32: TENGAMOS RECUERDOS

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El aroma era más intenso a cada paso que daban. El grado de repulsión por imaginar lo que les esperaba era indescriptible. El llamado era claro: demonios. Se había avistado unos demonios en la zona alejada de la región y el aroma que muchas personas decían percibir era cada vez más fuerte. ¿Un animal muerto? ¿Varios animales muertos? ¿Cosecha que se echó a perder? Muchas eran las preguntas de cada persona que rondaba la zona, pero los cazadores de demonios sabían exactamente qué era: sangre.

Y no una cantidad mínimo o casual, por el contrario. El aroma a cada paso que daban era más fuerte que provocaba arcadas en cada integrante. ¿Cómo era posible que, aún con Muzan muerto, esto siguiera pasando? ¿Acaso no habían acabado con él? Pero lo vieron. Todos vieron cómo llegó a su fin y...

-Según los reportes aún dejó jodidas raíces... ese hijo de puta. –bramó el expilar del sonido.

Eso decía el reporte y cada cazador de diferentes zonas lo confirmaban. Era como si las raíces de Muzan hubieran obtenido autonomía propia al grado de seguir causando estragos. ¿Cómo? Era un caos. Sí bien se podía apreciar que no era al impacto del mismo líder de los demonios, los estragos que se estaban suscitando eran notorios.

-Podríamos encontrar algún superviviente y aplicarle el antídoto. –mencionó Iguro.

-... –Sanemi no sabía qué responder.

-Podríamos intentarlo... pero nada asegura un éxito...

Era un aliento que intentaba darse, pero el aroma cada vez más intenso en aquel lugar donde las hojas ya se iban secando decía lo contrario. Era en sí improbable que hubiera alguien con vida. El reporte era de unas horas atrás, mientras Sanemi estaba en el festival con Seri y Genya, ¿cuánto tiempo pasó? Incluso aún apresurando el paso era más probable que no hubiera nadie con vida. Cuerpos luchando por descomponerse en aquel lugar frío con una mirada a muerte... ¿podían siquiera intentar usar el antídoto de la joven Kamado?

En eso oyeron un grito. Un gran grito. ¡Era un humano! ¡No cabía duda! Los tres hombres fueron con otros cazadores a su encuentro. Se separaron buscando el núcleo del grito.

-¡P-por f-favor! ¡D-detente!

Se escuchaba cada vez una voz más fuerte suplicando. No tenía respuesta. Solo un llanto intentando controlarse mientras suplicaba que aquella "cosa" se detuviera.

-¡T-te... te lo suplico! ¡D-detente! M-mi... mi hijo me espera... él... -las lágrimas caían como la lluvia- él es apenas un niño...

De un salto el pilar del sonido intentó cortar la cabeza a esa cosa, pero aquello se movió rápido y fue al sentido contrario mientras su boca no se detenía en comer el brazo de aquel hombre. Iguro podría ver toda la sangre que había en el suelo. Aquel hombre estaba empapado en sangre, llorando e intentando librarse de aquellos colmillos, pero aquel monstro lo sujetaba con sus diversos brazos apretándolo más que sus huesos sonaban como ramas secas al romperse.

-¡¡¡POR FAVOR!!! ¡¡¡POR FAVOR!!! ¡¡¡YA NO MÁS!!! ¡MI HIJO ME ESPERA! ¡SOLO ME TIENE A MI!

Suplicaba el hombre mientras el pilar del sonido buscaba un punto ciego, solo necesitaba uno. Solo uno, pero era difícil. Aquel demonio tenía una de sus garras sujetando su cuello, un movimiento el falso y simplemente moriría, pero esos gritos... habían pasado meses desde que volvía a escuchar a alguien suplicar por su vida.

Cuando dio una breve señal, Uzui salió de la nada intentado ir directo a su cuello, pero aquella cosa sacó una especie de brazos de los alrededores lanzando y atacando al ex pilar del sonido lejos.

-Estúpido. No se molesta en la comida...

-A-ayuda... -la voz de aquella víctima se iba apagando.

PUENTE DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora