CAPÍTULO 26: MENOS DE UN MES

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5:30 a.m.

Debería de serlo o al menos rondar por esa hora, pero aún con la tenue luz que iba entrando a esa habitación ella podía verlo. Con una expresión tranquila y calmada mientras era consumido por el sueño.

Seri sonrió. No sabía que aún podía descubrir nuevas facetas de su esposo y más que nada no sabía que podía sentirse bien así: solo mirarlo era suficiente. ¿Cómo más se podía explicar ello? En el aire delineó sus labios y sus ojos. Capaz había pasado más tiempo o se despertó mucho más temprano, pero no importaba. Solo verlo era suficiente para sentirse así de feliz.

Su día como esposa había comenzado. El fin de la Luna de Miel había llegado como la despedida de sus padres. Ahora ella ya no pertenecía a la familia Koizumi sino a los Shinazugawa. Un cambio en menos de un mes cuando miró su anillo en la plenitud de su recamara.

Lo cubrió para ir a darse un baño. Hoy empezaba su trabajo en la finca mariposa y tenía que prepararse. Aún no sabía bien en qué área trabajaría. Podría ser en la enfermería o capaz con cocina u otra área, pero tenía en claro que daría lo mejor se sí.

Ni bien salió del baño con una toalla que atrapaba el agua de sus cabellos lo vio a él sentado esperándolo.

-Despertaste... esposa. -¿cómo decir que él la llame así aún le hacía quemar las mejillas?

-B-buenos días, ¿dormiste bien? –él asintió- Hoy vas a trabajar, ¿no?

-Sí... -Era la realidad. Aún había demonios sueltos y los cazadores tenían que acabar con los restantes. Solo un poco más para poder colgar el uniforme y las espadas. Solo un poco más.

-Entonces debes desayunar bien... -caminó rumbo al buró para peinarse, pero Shinazugawa tenía otros planes- ¡Sanemi!

El pilar la tumbó en la cama y se acurrucó en su pecho. Podía sentir el latir de su corazón agitado mientras las manos de su esposa "luchaban" un poco para después rodearlo. No había necesidad de decir algo, bastaba con estar así.

Sanemi sabía que volver al trabajo era normal. Que eso llegaría y que el viaje de su compromiso y su boda acabó, pero ¿no podían darle un poquito más de tiempo? O es que... ¿era codicioso? Podía ser eso, pero una vez pruebas la miel ¡cómo podrías dejarla!

Buscó sus labios. Podía hacer alguna excusa para que ninguno saliera de esa habitación y se quedarán así todo el día. Al fin y al cabo, ¿quién los necesitaba ahora? Pero para su sorpresa fue cuando...

-¡Aniiki! ¡Seri! ¡El desayuno ya va a estar! –se escuchó tras la puerta al menor Shinazugawa contento- ¡Un rico desayuno!

Sí, ya los kakushi, los demás cazadores y Genya habían vuelto al dojo. Todos habían vuelto y ya no podían andar como niños a libertad por aquel lugar y eso incluía el sexo. Y ahora que esa "campanada" era claro que tenían que salir de esa habitación y ser los esposos que eran.

Solo pudo ver reír a su esposa mientras él se quitaba de su encima. Lo besó lentamente mientras esos ojos lo miraban. ¿Enserio no podían quedarse un día más así?

Terminó por ir al baño a rastras para darse un baño rápido y cuando salió la joven ya estaba lista. Tenía un kimono vino tinto con flores bordadas. La joven terminaba de peinarse y él intentaba controlarse en su ropa. Para él no había cambio o color. Su traje de cazador con el logo de "matar". Así de simple.

Sintió las manos de su esposa rodearlo por detrás. Seri se acurrucó en esa espalda mientras sus abrazos se aferraban más a él. Era cálido. Muy cálido que sentía el corazón encogerse.

-¿Vamos? –le sonrió. Sanemi sujetó su mano y de esa habitación salía el matrimonio Shinazugawa. Claro, ahora empezaba lo curioso.

Curioso era que cada persona que pasaba por el simple pasillo los saludaran mientras intentaban ocultar una sonrisa o un festejerillo por la boda. Ahora el jefe era un hombre casado que terminaba su luna de miel. Sanemi simplemente intentaba contener sus ganas de matarlos como del sonrojo que iba apareciendo mientras su esposa agradecía las felicitaciones con una leve sonrisa.

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