CAPÍTULO 37: NO ES UNA BROMA

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Todo debía ser una maldita broma. Sí, todo debía ser una maldita broma y capaz si cerraba sus ojos con fuerza todo volvería a estar bien, ¿no? O eso pensó Genya cuando un kakushi informó del ataque de Seri.

"¿Ataque?", fue lo que preguntó cuando su hermano salió volando para buscar a su esposa. Su cuerpo lo siguió por inercia. Debía ser una broma, ¿no? Solo unas horas atrás había dejado a Seri en casa completamente segura y ahora le decían que sufrió un ataque. Veía cómo su hermano apresuraba el paso mientras sus manos formaban un duro puño.

Genya intentó decirle que Seri estaría bien y la encontrarían a salvo. O eso quiso que saliera de su garganta, pero no pudo. Había algo que atoraba sus palabras y fue peor cuando vio toda la sangre en escena. Debía ser una broma, ¿no?

Intentó decirle algo. Genya lo intentó, pero ¿Qué palabras dices ante lo evidente? ¿Qué palabra sirve para contradecir lo que tus ojos te muestran? ¿Qué palabras la podrían traer con vida? Las palabras seguían atoradas, pero en el ambiente se las podía leer:

"Seri está muerta"

Intentó como loco buscarla, ir con su hermano a lo más profundo y amplio del bosque pero el frio invernal así como otros demonios que no dejaban de aparecer hizo imposible si quiera buscar algún rastro de sangre para ver por dónde huyó. Genya se quemó las manos con la fría nieve en busca de una señal. No podía ser solo dejó a aquella joven unas horas sola, a la esposa de su hermano y ahora ella...

Secó sus lágrimas y aunque el frio viento lastimaba sus pulmones no paró de buscar hasta que su cuerpo cayó inconsciente por el cansancio acumulado en días. Cuando despertó estaba Tanjiro a su lado en la finca mariposa.

-¿Genya? -dijo el joven Kamado que lo vio despertar- Qué alivio. Despertaste.

-¿Cuánto... me dormí..? -preguntó el menor de los Shinazugawa esperando que todo sea una broma.

-Cuatro días. Tenías un agotamiento extremo... -decía apenado.

-¡¡¡MI HERMANO!!! -se sentó de golpe en la cama- ¡¿Mi aniiki?! ¡¿dónde está él?! -le preguntó mientras buscaba alguna señal de Sanemi en alguna de las camas, pero nada.

-Él... sigue en las montañas... -fue lo único que pudo decir Tanjiro.

No era una broma lo presente. No era una broma lo desgracia que caía sobre ellos nuevamente. Justo cuando alcanzaban la felicidad, esta se iba de las manos como el viento mismo y él era el culpable.

-¡¡¡Lo... siento.... Aniiki!!! -fue cuando Genya se rompió. Cuando el arrepentimiento y el odio a sí mismo salía a flote. Sabiendo que si se hubiera quedado con ella nada de esto hubiera pasado. Sí se hubiera quedado con ella, la hubiera protegido. Sí se hubiera quedado con ella, no habría matado a su hermano en vida.

No había palabras de consuelo alguno para aquel joven. Y cuando veía a su hermano solo recibía una mira fría como aquella nieve sin vida ni expresión alguna. Solo había un hombre muerto caminando entre los vivos.

Siguió buscando, pero ¿dónde? ¿cómo? ¿hasta cuándo? Los meses pasaban y llegó la primavera, pero no era la misma. Era una estación sin color y con matices grises. Donde camino hacía un año con su cuñada ahora parecía un mundo distinto. Las cosas de Seri permanecieron intactas y solo un kakushi iba a limpiarlas antes de que llegara Sanemi y explote en ira.

Como un niño asustadizo se asomó a la habitación de su hermano. Era un kakushi que hacía la limpieza de manera rápida y silenciosa. Los ojos de Genya recorrían la estancia evocando los buenos momentos que no volverán. Sintiéndose un miserable que le quitó la poquita felicidad que su hermano había conseguido en años por el impulso de demostrar que podía ser fuerte y querer continuar una guerra que había acabado. Cayó sobre sus rodillas y lloró amargamente. Él no necesitaba de aquella fría nieve para sentir cómo su alma se quemada de arrepentimiento y ojalá hubiera si él quien hubiera muerto.

Así, llegó el frío invierno y por más que intentó darle ropa más abrigadora o algo para que Sanemi pueda cuidarse mejor e incluso acompañarlo, solo recibía aquella mirada de un dolor que se cristalizó en sus ojos y dijo:

"¿Ya no has tenido suficiente?", Genya bajaban la mirada y lo dejaba ir a las profundidades de aquel inmenso bosque.

Fue cuando uno de esos días escuchó una plática de Tanjiro y Zenitsu que discutían sobre unos ataques al este de aquel profundo bosque.

-Podría ser una o varias manadas... -comentó Tanjiro

-¿Manadas? ¿A qué se refieren? -preguntó Genya.

-Ah, Genya... lo que ocurre es que ha habido ataques en la parte este y este de aquel bosque. Varios pobladores no pueden posar por ahí ni para regresar a casa o por comercio. -se rascó la cabeza.

-¿Y por qué nosotros debemos ver eso? -se quejó Zenitsu- Lo peor ya pasó. Musan está muerto, ahí está su hermano.... -señaló a Genya y fue cuando se dio cuenta que metió la pata.

-Vamos, vamos, deberíamos mejor cosernos la boca, ¿no? -interrumpió Uzui tapando la boca de Zentisu. Incluso él sabía que el tema con el pilar de viento era de los que prefieres evitar a toda costa sino tienes nada bueno que hacer o decir- Además, podría ayudar a aligerar la carga. Evitar conversiones y ya acabar con estas malditas cosas de una vez. -sonrió- ¿vamos?

Uzui miró a Genya con la misma frescura de siempre, pero de algún modo sentía que querían ayudarlo. A Sanemi como a él en acabar con todo. Poner el punto final a toda esta agonía. Asintió, pero no serían los únicos en saber sobre aquellas manadas en el bosque. El joven de cabellos blancos e infinitas cicatrices los había escuchado a lo lejos y se marchó decidido a cobrar venganza de aquello más preciado que le quitaron. Aquel despojo humano se perdió entre los arbustos.

Mientras el otro joven de ojos azules como el océano y cabellera negra soltaba su aliento que chocaba con el frío aire de ese bosque. Sus ojos buscaban. Daba pasos entre la nieve analizando la zona y saber cómo buscar.

"¿Te acuerdas de este haori?", dijo alzando su brazo izquierdo intentando ser escuchado. No podía creerlo luego de hablar con su maestro que hallan pasado años e incluso tenerla delante suyo de nuevo y aún así no reconocerla, pero fue mutuo.

"El perderlo también te dolió. ¿No, Seri?" volvió a soltar palabras al viento intentando que llegaran a su destinatario cuando a su memoria venía cuando conoció a aquel niño de cabello anaranjado y cicatriz en la mejilla y a su lado había una pequeña niña de ojos verdes como el jade que se aferraba a su haori de color verde y amarillo.

Siguiendo los pasos del pilar de agua en silencio mientras entendiendo su dolor y rogando por ella, estaba aquel chico de la cicatriz en la mejilla. Esperando que ocurra un milagro mientras pedía perdón por haberlos dejado tan pronto y sumidos en el dolor. Sabito lamentaba tanto esta broma cruel del destino... 

Fin del capítulo.



Notas del autor: Hola! Aquí traje un capítulo cortito antes de ¿lo fuerte? Espero les guste y bueno, el cinco fue mi cumpleaños así que me demoré en actualizar. Otro año con este fics, ¡qué loco! Cuídense y nos vemos próximamente. 

PUENTE DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora