CAPÍTULO 17: QUERIENDO MÁS

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Y con el nerviosismo de dar el primer paso; ambos tomaron aire, se miraron y asintieron. "Podemos" se decían con la mirada mientras ese apretón de sus manos entrelazadas era más fuerte y firme. El siguiente paso era todo. Ellos en el umbral de aquella mansión y antes de que sus ojos pudieran enfocar el lugar, fueron recibidos por miles de flores, arroz, confetis y demás. Un mar de felicitaciones y aplausos para los novios.

-¡Felicidades!

-¡Vivan los novios!

-¡Qué Dios los bendiga!

-¡Viva el señor y la señora Shinazugawa!

-¡Vivan los señores Shinazugawa!

Era una y otra vez las palabras que se repetían en ante su recibimiento. Cada pilar, cada kakushi, cada miembro que fue parte del éxito de derrotar a Muzan y ponerle fin a los demonios se habían reunido para una de las manifestaciones de la victoria: Una boda.

Una boda que no solo era la unión Sanemi y Seri, sino que también era una muestra de que ahora podían tener un futuro. Que cada pilar, cada kakushi y demás podía dejar de sufrir. Que su dolor paró, que cada lágrima valió la pena por ese momento. Capaz no todos, pero ni los demonios ni Muzan serían causante de ellos. Podía ser ahora personas normales, mezclarse con los demás humanos y no ser visto como raros o seguir en las sombras. Ese matrimonio tenía mucho más significado que solo la unión de dos familias.

-¡SEEERIIII!!! –se escuchó al pilar del amor corriendo a la novia- ¡¡¡SEEERIIII!!! ¡¡¡TE VES PRECIOSA!!! –la joven que traía un hermoso quimono que resaltaba su belleza saltó sobre ella llorando.

-¡M-mituri! –la joven tambaleó que sintió caer a la debilidad de sus piernas por el peso.

-Cuidado. –Seri miró tras de ella y era él sujetándola de los hombros- Kanjori, ten más cuidado.... –hubo un silencio- con mi esposa.

-Ah.... –la joven parpadeó ante lo último de esa oración- ah... ¡Sí! ¡lo siento! ¡jejeje! ¡Señora Shinazugawa!

Sí, dijo "mi esposa" aunque aún le resultara algo extraño y escuchó a más de uno decir: "señora Shinazugawa". Le resultaba sumamente ¿raro?, pero se sentía bien. Él solo podía sentirse cálido ante las palabras que salían porque eran reales y palpables. Seri ahora era su esposa. Dejó de ser una Kouzumi para ahora ser la señora Shinazugawa. Aquella joven que no quiso conocer, que se rehusó en verla y desposar hace un mes, ahora era su esposa. Era su responsabilidad por completo, ahora tenía que cuidarle y ver por ella. Sí, era una carga. Una carga que no quería en su vida y batalló en no tenerla. A él le bastaba con lo que tenía; pero, ahora que la veía, que sus ojos solo lo miraban a él y que era su esposa, esa vida que le era suficiente no lo era. No era suficiente, no bastaba. Ya ni recordaba cómo fue su vida un día antes de conocerla.

-¡HERMANOOOO! –escuchó a Genya yendo a él y abrazarlo- ¡Estoy tan feliz! ¡No sabes cuán feliz soy! –lloraba- ¡Muy, muy feliz! ¡AHHHH! –se aferraba a su pecho.

-Idiota... -solo le podía dar palmaditas en la espalda para calmarlo- Ya... tu aniiki se casó, ¿feliz?

-¡¡¡Sí!!! –asintió- Y más porque... -miró a la esposa de su hermano siendo acorralada por las demás chicas que preguntaban muchas cosas mientras la felicitaban- Es ella.

-...

-Puedo estar tranquilo porque es Seri.

-Pensé que querías que me casara en general. –Sanemi también miró a la joven.

-Sí, pero le rogaba a Dios que sea con una buena mujer. Una que te cuide y vea por ti. –Genya le sonrió- Alguien que te pueda hacer feliz. Y esa Seri. Nadie más podría. –recordó aquella libreta que la joven empezó a escribir de su hermano. "Es que... quiero ser una buena esposa... capaz... tu hermano se enamora de mí." le había dicho en una conversación más íntima que tuvieron unos días antes. Ver que alguien se esmeraba en cuidar de su hermano era todo. No podía pedir más ni parar de agradecerle a Dios. "Lo está, Seri." Fue lo que pensó.

PUENTE DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora