Verdugos.

100 7 2
                                    

JOAQUÍN.

-¿Podemos ayudar en algo? - preguntó Niko. 

-Lo dudo. 

-Espero que atrapen al culpable - dijo Elaine. 

-Yo también - comente. 

-Mejor hay que seguir jugando - sugirió Renata. 

Todos aceptamos. 

Así el tiempo pasó y pasó hasta que Emilio por fin llegó. 

Entró al cuarto. 

-Por fin llegas - dije - Gracias por esto. 

-Lo necesitábamos Joaco - sonrió. 

-Ahora si que empiece la fiesta - dijo Niko poniendo música. 

Nos levantamos y comenzamos a bailar. Gracias a todos ellos el miedo y la angustia desaparecieron. 

-¡Debes decirles! - fue la voz de Darío. 

Todos nos quedamos en silencio. 

-¡No van a hacer nada! - era Joseph. 

Mi mamá dijo algo ininteligible. Miré a Emilio. Romina quito la música. 

Salí del cuarto y baje las escaleras con todos los demás siguiendome. 

-Todo esto se sale de nuestro control - comentó Darío  - Ya hay dos muertos. 

-Lo sé, pero ¿esto te suena creíble? Un gemelo muerto está matando para atormentar a un joven actor. 

-Tenemos compañía - comentó mi mamá. 

Ambos nos voltearon a ver. 

-Quizá nosotros debemos irnos - comentó Nikolas. 

-No, no - dijo Joseph - Nosotros dos nos iremos a hablar a otro lado. Vamos.

Darío y Joseph se dirigieron a la puerta. 

-¡No! - grite - Esto también me incumbe. Quiero saber que pasa. 

-Joaquín - Joseph me miró. 

-Quiero saber. 

-Bueno, nosotros mejor nos vamos - agarró la mano de Elaine. - Gracias por invitarnos - Niko nos abrazó. 

-Si necesitan algo pueden decirnos - dijo Elaine. 

-Gracias - dije - Hay que reunirnos otro día. 

-Claro - sonrió Niko. 

Ellos se fueron después de despedirse. 

Joseph estaba en el sillón con sus manos en la cabeza. Darío recargado de la pared mantenía sus brazos cruzados. Mi mamá abrazaba a Renata y Romina se encontraba junto a Emilio. 

-Ahora expliquenos todo y no guarden ningún detalle. 

-Necesitamos ir con la policía - comenzó a decir Darío - No podemos manejar esto, si seguimos así sospecharan de la persona equivocada. 

-Pero no deja huellas - dijo Joseph - Ellos aceptaron su muerte. Si no hay pruebas no nos tomarán en cuenta. 

-Hay que intentarlo. Ya hay dos muertos.

-¡¿Crees que no lo sé?! - Joseph se cubrió el rostro con sus manos. 

-No es tu culpa. 

-Si lo hubiera atrapado. 

-Joseph. - me acerqué. 

Me agache. Agarré sus manos y las aparte de su rostro. Sus ojos se veían aún más claros por las lágrimas que comenzaban a salir. 

Perfecta Obsesión. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora