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Cuando llego a la casa de Marti me sorprendo de la otra persona esperando junto a ella en la entrada. La chica era bastante llamativa ya que tenía el pelo teñido de un intenso azul.

—¡Brisaa! Amiga te extrañé — dice Marti saltando sobre mí cuando logro bajar del auto.

Por suerte el padre de Marti nos prestaba su trailer para poder llevar las cosas y el se comprometió a ir a buscarlo el fin de semana.

A todo esto la chica seguía parada junto a nosotras sin decir nada.

—Bri, ella es Angie. Nuestros padres son amigos y mi padre ofreció que la llevemos a la residencia ya que ella también estará alojada... Espero no te moleste

Ella no nos miró, ni prestó atención al relato de mi amiga, solo estaba ahí parada pero con su mente en otro lado al parecer.

—No es molestia, bueno un gusto Angie

Dije amablemente para implementarla en la conversación.

—Aja, deberíamos apurarnos— Marti me hizo una seña como que no le diera bola y empezamos a subir las cosas al trailer.

No eh podido relajarme durante el trayecto, cada vez estábamos más cerca de la residencia y me alegra pensar que me bajaré de este auto. La verdad es que me he pasado el viaje incómoda con la presencia de esta chica de pelo azul. Ni siquiera estoy segura de qué estaba diciendo Marti, pero sé que estaba intentando darme ánimos y comentando todos los planes que tenía en mente.

—¡Ya hemos llegado! —chilla mi amiga cuando pasamos el acceso al frente de la residencia.

Habían unos elegantes edificios de piedra juntos, cientos de personas supongo que también instalándose y conociendo el lugar.

Angie al estar en un año más avanzado no traía tanto como nosotros, solo tomó sus bolsos y se marchó. Mientras nosotros íbamos a una pequeña recepción a preguntar por nuestras habitaciones.

—Es la B22 para Domínguez y B17 para Benza, están en el pasillo C — nos dice una amable muchacha. Por suerte, veo una «B» enorme pintada en la pared

—Es por aquí —señalo al tiempo que mi amiga empieza a volverse
hacia el lado contrario.
Me alegro de haber traído sólo unas cuantas prendas de ropa, una manta y algunos de mis libros favoritos.

—B22 —resoplo, no nos gustó la idea de estar separadas pero no había de otra.

Al final del largo pasillo, introduzco la llave en la vieja puerta de madera y, ésta se abre, Marti me da un abrazo y sigue su camino. La habitación no es muy grande, hay dos camas minúsculas, un armario, una pequeña cómoda y dos escritorios. Un lado del cuarto está repleto de pósteres de bandas de música de las que ni siquiera he oído hablar. Además, hay una chica tumbada en la cama. Tiene el pelo negro, los ojos de un intenso azul. Venía con una campana de estilo universitario yanqui y un pantalón rasgado azul.

—Eh —dice sonriendo. Para mi sorpresa, encuentro su sonrisa bastante fascinante—. Soy Mica

Se incorpora en la cama y se sienta

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Se incorpora en la cama y se sienta.

—Eh... Yo soy Brisa —respondo olvidando todos mis modales.

—Hola, Brisa, encantada de conocerte. Bienvenida a la facultad, donde las habitaciones son pequeñas pero las fiestas son enormes.

La sonrisa de la chica de pelo negro se reluciente. Inclina la cabeza hacia atrás, riendo

Entonces, Mica se acerca, acortando el espacio que nos separa, y me rodea con sus delgados brazos. Me quedo paralizada por un instante, sorprendida ante su afecto, pero le devuelvo el amable gesto.

Oigo unos golpes en la puerta.

—¡Pasad! —grita mi nueva compañera de habitación.

La puerta se abre, un chico y una chica entran antes de que ella termine de invitarlos. Ya conocí a la chica, no podía creer que el mundo sea tan pequeño, entre todos los grupos de amigos que la chica de pelo azul podía estar.

—Eh, ¿eres la compañera de Mica? —El chico bajito, de pelo negro y ojos castaños me pregunta. Traían equipo en las manos, cámaras, un trípode, laptop y un aro de luz led.

—Eh..., sí. Me llamo Brisa —consigo articular.

—Yo soy kevin. Relájate —añade él con una sonrisa al tiempo que alarga el brazo para tocarme el hombro—. Esto te va a encantar. —Su expresión es cálida y amistosa.

—Estoy lista, chicos —dice Mica mientras coge un bolso negro y pesado de la cama.

Desvío la mirada hacia Angie ella también era baja estaba apoyado contra la pared. Su pelo era tan llamativo. Es delgada, y sé que debo de estar mirándola de una manera bastante grosera, pero no puedo apartar los ojos de ella.

No se presenta como han hecho sus amigos; no obstante, permanece callada como en el auto. Pone los ojos en blanco con fastidio y se saca el celular del bolsillo de sus estrechos
vaqueros negros.

Claramente ya note que no es tan simpática como Marti, Mica o Kevin. Pero ahora que supero la incomodidad del auto, me llama más la atención. Tiene algo que hace que me cueste apartar la vista de su rostro.

—Nos vemos, Brisa —dice Kevin, y los tres salen de la habitación.

Dejo escapar un largo suspiro. Decir que los últimos minutos han sido
incómodos es quedarse corto.

Al siguiente día.

Agarro una toalla, mi neceser de baño y me dirijo a las duchas. Puedo decir ya que una de las cosas que menos me va a gustar de vivir en una residencia de estudiantes va a ser el momento de la ducha. Ojalá las habitaciones tuviesen su propio baño.

Veo una ducha abierta y paso apresuradamente entre los chicos y las chicas semidesnudos, corro la cortina hasta que está bien cerrada, me desvisto y dejo la ropa en el colgador exterior palpando a ciegas con la mano al otro lado de la cortina. El agua tarda demasiado tiempo en calentarse, y durante todo ese rato estoy temiéndome que alguien abra la fina cortina que separa mi cuerpo
desnudo del resto de los chicos y las chicas presentes. Todo el mundo parece sentirse cómodo con los cuerpos semidesnudos de ambos sexos paseándose por ahí; de momento, la vida universitaria
me está resultando muy extraña, y sólo llevo aquí dos días.

La ducha individual es minúscula y apenas hay espacio suficiente para poder estirar los brazos por delante de mí. Distraída, me vuelvo, le doy con el codo a la ropa y la tiro al suelo mojado. El agua cae sobre ésta y la empapa por completo.

—¡Venga ya! —gruño para mí mientras cierro el grifo del agua con rabia y me envuelvo con la toalla.
Recojo la pila de prendas empapadas y corro por el pasillo, esperando con
todas mis fuerzas que nadie me vea. Llego a mi cuarto, introduzco la llave en la cerradura y me relajo al instante en cuanto cierro la puerta al entrar.

Hasta que me doy la vuelta y veo a la chica de pelo azul y grosera tirada sobre la cama de Mica.

A blue-haired girl|| BRIANGIE (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora