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Marti me envía un mensaje con la dirección: «2875 Cornell Road». La
copio y la pego en el programa de navegación de mi móvil, que dice que está a quince minutos en coche. ¿Qué puede estar pasando ahí para que Marti me necesite?

Cuando llego al lugar de destino, estoy tan confundida como al salir de mi
habitación.

Todas las casas de la calle son enormes y parecen mansiones. Ésta, en particular, es al menos tres veces más grande que la de mi madre. Es una vivienda de ladrillo antigua, con un jardín en pendiente que hace que parezca que está asentada sobre una colina. Es preciosa incluso bajo la luz de las farolas. Supongo que debe de ser la casa del padre de Angie, ya que no puede pertenecer a una estudiante universitaria, y es la única razón que se me ocurre para que Marti pudiera estar aquí.

Inspiro hondo, espiro y subo los escalones. Golpeo con fuerza la puerta de caoba oscura y ésta se abre al cabo de unos segundos.

—Bri, gracias por venir. Lo siento —
Dice Marti

—Estaba en la residencia. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Angie?

—En el patio trasero. Está fuera de control —suspira resignada.

—Y ¿para qué me has hecho venir? —pregunto lo más amablemente que
puedo. «¿Qué tengo que ver yo con que Angie esté fuera de control?»

—No lo sé, sé que lo detestas, pero tú hablas con ella. Está muy borracha, y
se ha puesto muy agresiva. Se ha presentado aquí y ha abierto una botella de whisky de su padre. ¡Se ha bebido más de media! Y después ha empezado a romper cosas: todos los platos de mi madre, un armario de cristal,y básicamente todo lo que ha encontrado.

—¿Qué? ¿Por qué?

Angie me dijo que no bebía. ¿Eso también era mentira?

—Su padre le ha dicho que va a casarse con mi madre...

—Vale. —Sigo confundida—. Y ¿Angie no quiere que se casen? — pregunto mientras Martín me guía hacia la amplia cocina.

Me quedo boquiabierta al ver el auténtico desastre que ha organizado Angie. Hay un montón de platos rotos tirados por el suelo y una vitrina grande de madera volcada, con los cristales de las puertas hechos añicos.

—No, pero es una larga historia. Justo después de que su padre la llamara
para contárselo, se marcharon de la ciudad durante el fin de semana para celebrarlo. Creo que por eso ha venido aquí, para enfrentarse a él. Nunca pisa esta casa —me explica, y abre la puerta trasera.

Veo una sombra sentada a una pequeña mesa en el patio. Es Angie.

—No sé qué crees que puedo hacer yo, pero lo intentaré.

Marti asiente. Se inclina y me coloca la mano en el hombro.

—Estaba gritando tu nombre —me dice en voz baja, y mi corazón se
detiene. Camino hacia Angie y ella levanta la vista. Tiene los ojos inyectados en sangre, y un gorro de lana gris del que sobresalen algunos de sus mechones azules. Abre unos ojos como platos, y entonces éstos se ensombrecen y quiero retroceder. Su aspecto casi resulta aterrador bajo la tenue luz del patio.

—¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! —grita, y se pone de pie.

—Marti me ha... —contesto, y entonces desearía no haberlo hecho.

—Joder, ¡¿la has llamado?! —chilla en dirección a Marti, que vuelve a
entrar en la casa.

—Déjala en paz, Angie. Está preocupada por ti —la reprendo.

Se sienta de nuevo, y me hace un gesto para que haga lo mismo. Tomo
asiento delante de ella y la observo mientras agarra la botella casi vacía de licor oscuro y se la lleva a
la boca. Cuando ha terminado, deja la botella con fuerza contra la mesa de
cristal y doy un respingo al pensar que podría haberse roto la botella, la
mesa o las dos cosas.

A blue-haired girl|| BRIANGIE (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora