Capítulo 0

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DEJA AL OCÉANO TOMARME.

Fall deeper and deeper, the sirens are singing your song...

-o-

La noche al fin había caído, se apresuró a llegar a la costa más solitaria de la isla, dónde había dejado su pequeña embarcación. Seungcheol llevaba varios días contruyendola, había tomado la decisión de embarcarse hacia isla tortuga en luna llena, por la ruta más peligrosa para los marinos, esa que pasaba por el área rocosa de la misma; según las leyendas de la isla Anea, que es dónde él vivía, en esa zona de Tortuga las embarcaciones tendían a encallar, algunos decían que era por las rocas de ese lado de la costa, otros más aseguraban que era por el canto de las sirenas; cualquiera que fuera el caso, Seungcheol sabía que pocos volvían una vez que se adentraban a esa zona y si él no tenía intención alguna de regresar, al menos acabaría con su vida sabiendo el misterio que guardaba esa isla. Empujó su bote hacia la orilla, no le costó mucho esfuerzo pues la marea ya había subido, siguió empujando hasta que el agua le llegaba a la altura de los muslos, entonces subió al bote y comenzó a remar. Parecía ser una noche tranquila, apreciaba el cielo despejado con sus brillantes estrellas y el sonido del mar... Entonces notó que lo invadía un leve escalofrío y escuchó una hermosa voz.

Era una voz dulce, sin embargo, cargada de una tristeza profunda, o tal vez era solo que él estaba demasiado triste y la voz logró llegar a lo más profundo de su pecho. Cerró los ojos para disfrutar del embelesante sonido y aspiró profundo; de pronto sintió más frío y gotas finas cayendo sobre su cuerpo, abrió los ojos para encontrarse con un panorama totalmente diferente al de antes, el cielo se había nublado un poco haciendo a la noche ligeramente más oscura, la luna brillaba no había duda de ello pero, ¿cómo era posible? El bote se movía a causa de las olas, cada vez más fuerte. No había llegado ni siquiera cerca a la costa de Tortuga, aún faltaba para pasar por la zona rocosa ¿Por qué de pronto parecía como si se encontrara ahí? Tal vez era una señal del destino....

Aún así, esa voz era hermosa, entre más se metía a su mente, menos importaba la situación en la que se encontraba, ¿Y si solo se aventaba de una vez? parecía una buena idea; trato de incorporarse pese al movimiento errático del pequeño bote, que no ponía resistencia a las olas del mismo modo que su pasajero no ponía resistencia al magnetismo que le ofrecía el mar. Seungcheol logró ponerse en pie y mirando una vez más la luna, tomó impulso y se arrojó al agua. No sentía frío, eso solo era en la superficie, el agua se tornaba más cálida entre más se dejaba llevar a lo profundo, pronto la luna era solo un halo de luz distorsionado y después oscuridad.

-o-

—¿No crees que exageraste un poco esta vez?— preguntó el peliazul, —Sé que realmente disfrutas el hundir embarcaciones, pero, quizá estás exagerando un poco, llamarás la atención de los terrestres— dijo con tono serio.

—Hmm— es lo único que consiguió como respuesta.

Ambos tritones siguieron su curso, nadando tranquilamente mientras que el de cabello más largo, Jeonghan, tarareaba una canción, aunque no con la intención de hundir más embarcaciones o ahogar marineros solitarios. Siguieron así un poco más, hasta que ambos sintieron algo en el pecho. Voltearon a mirarse y asintieron. Cambiaron la dirección hacia donde los llamaba ese sentimiento puro y nostálgico y nadaron lo más rápido posible. Al aproximarse al lugar, notaron el cuerpo de un humano hundiéndose lentamente, era un chico. Jeonghan apresuró su movimiento para llegar a él, seguido por Joshua.

Esto era extraño, pensó el último, generalmente a los sirens no les importaban los humanos, de hecho era un tanto antinatural que un siren fuera al rescate de uno. Eso era algo de mermaids, como él, en su caso cosa de tritones. Pero un siren era más de provocar que el humano se ahogue, porque eran depredadores. Pero ahí estaba él, siguiendo a Jeonghan, uno de los sirens más peligrosos, nadando rápidamente para salvar a un humano.

Tan pronto llegaron a él, todo ocurrió por instinto. El peliazul vió como el otro tomaba al humano entre sus brazos y al tiempo volteaba a verle a él, suplicando con la mirada que lo ayudara. Eso bastó, su príncipe jamás debía suplicar, pero lo hizo.

Joshua se acercó y abrazó al humano también, era un tanto imposible no hacerlo, había mucho magnetismo proveniente de él, al igual que una tristeza profunda, duelo, nostalgia, era todo tan desconsolado. Le tomó una de las mejillas, mientras Jeonghan tomaba la otra, y, ambos con la otra mano en la cintura del humano; se miraron una vez más, como para comprobar que estaban pensando lo mismo, asintieron y giraron sus rostros hacia el humano, los labios cada vez más cerca, más y más... Y le besaron.

Solo el beso de una sirena puede salvar a un marino de no morir ahogado, eso decía la leyenda. Nunca nadie había escuchado del beso de un siren y un tritón, mucho menos al mismo tiempo. Pero cuando eres el príncipe puedes romper ciertas reglas.

El chico abrió los ojos y lo único que distinguió fue una sombra azul y una luz plateada, casi tan brillante como la luna, entonces fue consciente ¿lo estaban besando?

Se hizo un poco hacia atrás y los dos chicos también se separaron, ambos mirándolo expectante, y entonces sintió una punzada en las piernas. Miro a la fuente de su dolor y no daba crédito a lo que veían sus ojos, sus pies comenzaban a juntarse, ambas piernas de hecho, hizo ademán de quitarse el short ya que comenzaba a sentirse incómodo, pero era difícil, el dolor era muy molesto. Los chicos que tenía al frente parecieron entender y entonces uno de ellos se encargó de rasgar la prenda con facilidad, aparentemente tenía garras, y el otro chico abrió su camiseta con fuerza, dejando su torso desnudo. Entonces el dolor cesó y cuando volvió a mirar hacia sus piernas, estás ya no estaban, en su lugar había una hermosa cola de sirena, de color verde, y entonces fue consciente de algo más, los chicos frente a él también tenían cola. El de cabello azul, tenía la cola color azul con las orillas en dorado, un poco más ancha y con aletas laterales a la altura de la cadera, mientras que el otro, el de cabello largo y plateado, lucía una gran cola blanca con muchas aletas laterales y muchas líneas en dorado.

Creyó estar soñando, pero recordó que se había aventado del bote hacia el mar, juraría que ya había muerto, pues había sentido una paz enorme en el mar, pese a toda esa tristeza que lo ahogaba en tierra. Y entonces una voz que lo hizo estremecerse por la familiaridad, le preguntó:

—Y bien, ¿nos vas a decir tu nombre?

—Seungcheol— contestó el pelirrojo.

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Por si alguien tiene curiosidad sobre la voz que escuchó Seungcheol, aquí está:

Drowned Into YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora