Capítulo 10: Prueba de Confianza pt. 2

3.3K 188 109
                                    

—¿¡Qué mierda es esto?! —escuché a Guido bramar cerca. Abrí mis ojos y lo miré. Su cara estaba de un rojo brillante y lucía criminalmente molesto.

—¡Guido no tan alto vas hacer sangrar mis oídos! ¿Qué pasa? —pregunté, sentándome. Pero tan pronto como me moví, me di cuenta que estaba mal. Aún estaba en el sofá con Julio. ¡Oh no! salté rápidamente y miré a Julio, quien tenía su boca colgando abierta, luciendo completamente en shock. Está bien, necesitaba salvar la situación rápidamente—. ¡Maldita sea Julio! ¡Puaj! ¿Tenías tus manos sobre mí? —grité, pretendiendo estremecerme en horror. Guido me miró, su rostro aún enojado, pero parecía ligeramente confundido ahora.

—Yo... er... no... ¿Qué? —Julio balbuceó.

—¿Qué demonios estabas haciendo con él, Isabela? —Guido gruñó molesto, apuntando a Julio quien se veía confundido a este punto.

—Debí haberme quedado dormida, supongo —fruncí el ceño, agitando mi cabeza como si estuviera confundida también.

—¿Quedarte dormida? Bueno, ¿qué estabas haciendo con él, en primer lugar? — pregunto, lanzándole a Julio otra mirada asesina, antes de volverse hacia mí.

¡Bien, vamos, piensa! Oh lo tengo; ¡él tendrá que aceptar esto!

—Tuve un mal sueño, Guido—murmuré, mirando al suelo, y pretendiendo estar alterada. Jadeó y envolvió sus brazos a mí alrededor, instantáneamente, poniendo su barbilla en lo alto de mi cabeza.

—Oh mierda, Isabela. Está bien —susurró, balanceándome ligeramente.

—Estaba alterada y pensé que estabas aquí afuera, pero no estabas. Julio me consoló, eso es todo. Debimos habernos quedado dormidos —susurré, sintiéndome culpable de que estaba mintiendo. En verdad no estaba lista para que supiera aún, especialmente después de la forma en la que estaba mirando a Julio.

—Lo siento, solo pensé... bueno, olvídalo —Guido murmuró, tirando de vuelta para mirarme—. ¿Estás bien? —asentí, mordiendo mi labio para tratar y aliviar algo de la culpa que sentía. Miró por encima hacia Julio—. Lo siento, hombre, salte a conclusiones y er... gracias por cuidar de mi hermana.

Julio se veía realmente incómodo y me dio una mirada; le di una expresión suplicante, rogándole con mis ojos que no dijera nada.

—Sí, no hay problema —se encogió de hombros, frotando una mano a través de sudesordenado cabello de cama. Rápidamente salí del agarre de Guido.

—Me voy a ir y me cambiaré para ir a la escuela. ¿De cualquier manera que hora es? —pregunté, mirando alrededor buscando mi teléfono celular. ¿Por qué no había sonado la maldita alarma?

—Aún no son las seis, Isabela. Me desperté temprano —se encogió de hombros.

—Bien, entonces voy por algo de desayuno antes de darme una ducha. Er... gracias, Julio, por anoche —dije, ruborizándome y dándole una pequeña sonrisa.

—Definitivamente fue un placer, Ángel. —me guiñó un ojo, sonriendo felizmente. Guido lo golpeó en la parte trasera de su cabeza, haciéndolo estremecerse.

—¡Hermana menor! —señaló, rodando su ojos y pisando fuerte, dirigiéndose a la cocina, dejándonos a Julio y a mí en la sala.

Una vez Guido se había ido, Julio me miró.

—No me gusta tener que mentirle a tu hermano, Ángel —susurró, frunciendo el ceño.

—Lo sé, pero sólo un par de semanas, ¿por favor? —rogué, besándolo rápidamente en los labios y volviendo a correr en dirección a la cocina. Tomó mi mano y me llevó de nuevo hacia él, besándome otra vez, antes de que me diera una de sus hermosas sonrisas. Casi iba dando saltitos a la cocina porque estaba tan feliz. Guido tenía una tostada, así que hice dos cuencos de mi cereal favorito, uno para mí, uno para Julio. Los lleve a la sala y le entregué una, antes de dejarme caer en el suelo junto al sofá.

El Chico de la Ventana - IsulioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora