—¿¡Isabela!? —repitió la señora, mirando entre él y yo—. ¿Tu hija, Isabela? —preguntó, con una sonrisa tirando de sus labios. Mi padre asintió con la cabeza, sin separar sus ojos de los míos. Me sentí como unvenado atrapado en los faros de un coche que se aproxima y lo único que puede hacer es prepararse para el impacto.
—Bueno, es grandioso al fin conocerte. He oído a Pablo y Guillermo hablar tantode ti que ya siento como si te conociera —dijo la señora, sonriéndome con gusto. Traté de devolverle la sonrisa y fingir que todo estaba bien, que no estaba a puntode desmayarme en cualquier segundo, que no estaba a unos cinco segundos detumbar la casa a gritos.
—Igualmente, Ruby —contesté en voz baja, arrastrando mis ojos de él.
—¿Qué estás haciendo aquí, Isabela? —preguntó mi padre, levantando las cejas ysonriendo con una media sonrisa. El sonido de su voz envió escalofríos por mi columna mientras trataba desesperadamente de no recordar mi infancia. Tenía pesadillas con su voz, sus ojos, la forma en que se paraba tan derecho y cómo sus puños siempre estaban cerrados, igual que ahora.
—Yo... yo vine con Guillermo. Él está... él esta se está cambiando —tartamudeé.
Inmediatamente me regañé mentalmente por mi tartamudez. Sus viejas reglas volvieron, enderézate, habla claro, no murmures.
Ruby sonrió.
—Bueno, es genial que estés aquí. ¿Te gustaría quedarte a cenar? Creo que vamos a pedir comida, porque no tenemos mucha comida aquí. No pensábamos volver hasta tarde esta noche, pero Matteo ha estado enfermo toda la semana, asíque volvimos temprano —explicó Ruby mientras besaba la cabeza del bebé consuavidad. Ella parecía muy agradable, demasiado buena para este imbécil abusador.
Negué con la cabeza, incapaz de hablar de nuevo. Me temblaban las manos, asíque las apreté juntas con fuerza, tratando de mantener el control y no lanzarme alsuelo a llorar.
—¿Estás segura? No es molestia. Nos encantaría que te quedaras para la cena, ¿no es así, Pablo? —continuó, sonriéndole, completamente ajena a lo que yo estabaviviendo mi peor pesadilla en estos momentos.
Él asintió con la cabeza, su mirada viajó a lo largo de mi cuerpo, haciéndome sentir escalofríos.
—Estoy segura, gracias —dije en voz baja, quebrándome un poco al final.
El niño empezó a llorar de nuevo. Los ojos de Ruby se agrandaron mientras miraba a Pablo.
—Voy a darle un remedio e intenta hacer dormirlo —dijo, levantando la cabeza haciala despensa, de la que sacó una botella de un jarabe y una cuchara.
Mi padre anduvo un par de pasos hacia mí y yo retrocedí contra la puerta, mi respiración salió entrecortada. Le eché un vistazo a mi teléfono abierto y marqué el número de Guillermo, era la persona más cercana, si tan sólo pudiera llamarlo ydecirle de alguna manera que bajara, podríamos irnos.
—¿Cómo has estado, Isabela? He estado tratando de verte por años, pero tu hermano no me dejó —afirmó con sorna en la palabra hermano.
¿Había estado tratando de verme y Guido no me dijo? ¿Por qué diablos no iba adecirme algo así? Conociendo a Guido, probablemente pensó que me estaba protegiendo. Miré a la madre de Guille en busca de ayuda, ella estaba regresandola botella de jarabe.
—He estado muy bien, gracias —contesté. Miré mi teléfono, que todavía estabatratando de conectar, Guillermo no respondía. ¡Maldita sea!
—Voy a llevar a Matteo a la cama y vuelvo para hacer un poco de café o algo. —Sugirió Ruby, sonriéndome amablemente.
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El Chico de la Ventana - Isulio
FanfictionIsabela todavía está emocionalmente temerosa por el abuso que ha sufrido a manos de su padre hace algunos años y Julio dejó de ser un niño fan de los Power Rangers y ahora es un seguro y coqueto jugador que nunca antes ha tenido una novia. Su relaci...