Capítulo 18: Puede venir conmigo

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POV Julio

—¿Cuál es el nombre del bebé? —preguntó Isabela curiosamente a su mamá. Ella había estado tan calmada. Sabía que esto probablemente la estaba matando por dentro pero ella estaba montando un acto, probablemente para el beneficio de Guido. Sus ojos estaban apretados; su mano estaba sosteniendo la mía un poco fuerte como para que estuviera bien.

—Matteo —respondió Alice, luciendo triste.

Isabela sonrío.

—Bueno, no hay nada que podamos hacer al respecto ahora, supongo. Tendremos que ver como es este Guillermo mañana. Pero no quiero tener nada con ese hombre jamás —declaró, como si no importara que el hombre que la golpeó, abusara sexualmente de ella por años, y finalmente intentando violarla, estuviera de regreso y quisiera verla otra vez. Se puso de pie y soltó mi mano. Instintivamente salté y me puse de pie también. Guido estaba todavía realmente molesto, sabía que él jamás lastimaría a Isabela a propósito pero si se salía de control ella podría ser lastimada por accidente, así que necesitaba estar allí, sólo por si acaso—. Voy a recostarme. Tengo un dolor de cabeza —murmuró Isabela, alejándose sin una sola lágrima. Esto era malo; ella de verdad lo perdería en cualquier momento, podía decirlo por la manera en que sus hombros se encorvaron ligeramente.

Agarré su mano.

—¿Quieres algo de compañía? —pregunté, rezando para que no me alejara.

—Sí. De acuerdo. —Asintió ligeramente y se alejó sin esperar por mí.

Necesitaba hablar con Guido primero, asegurarme que él no fuera a salir por ahí sin mí o algo.

—Estaré ahí en un minuto. Sólo voy a ayudar a Guido a limpiar la mesa —mentí, asintiendo hacia las astillas de madera esparcidas por el suelo. Ella asintió y se alejó rápidamente. La miré caminar por el pasillo antes de girarme hacia Guido—. No te atrevas a ir ahí por tu cuenta. Estoy hablando en serio, Guido. Si quieres ir, entonces iré contigo —susurré en tono de advertencia.

Él frunció el ceño pero asintió de mala gana.

—No voy a ir al menos que haga falta. Si él no se acerca a nosotros no quiero tener nada que ver con él. Si se acerca a ella, lo mataré —gruñó.

Asentí, sabía que lo haría, podía verlo por su rostro. Pablo Souza estaría con la mierda hasta el cuello, porque si Guido no lo mataba, entonces yo lo haría si se acercaba sólo un poco a mi Ángel.

—Escucha, necesito ir allá y asegurarme que ella está bien. Hablaremos más tarde sobre esto. No hagas nada imprudente, Guido—dije severamente. Él asintió y yo prácticamente corrí por el pasillo hacia ella. Entré en su habitación; ella estaba enrollada en una bola en su cama, sollozando su dolor. Odiaba verla así; me trajo aquellos recuerdos de cuando solía verla así cada noche desde que tenía ocho. La vista de eso ahora estaba rompiendo mi corazón.

Me acosté enfrente de ella y envolví mis brazos a su alrededor apretadamente, lanzando mi pierna alrededor de las de ella, empujándola cerca de mí mientras descansaba mi barbilla en la cima de su cabeza. Si él la llegaba a tocar otra vez iba a matarlo. No la dejaré vivir su vida asustada por un hombre. No me importaba si terminaba gastando todo mi tiempo en ello, mientras ella estuviera segura, eso era todo lo que necesitaba.

Después de media hora sollozando histéricamente, su respiración se volvió más profunda. Me retiré lentamente y miré hacia ella. Se había quedado dormida. Su cara estaba roja e hinchada, estaba manchada con lágrimas, pero aun así lograba verse como la chica más hermosa en el mundo. Besé su frente gentilmente y limpié sus lágrimas, desenredándome lo más cuidadosamente que podía.

El Chico de la Ventana - IsulioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora