Estaba consciente de un pitido molesto; mi cabeza estaba palpitando y pulsando en un lado. Apreté los ojos cerrados intentando alejar el dolor.
—¿Ángel? —dijo Juliocerca de mi cabeza. Gemí y volví la cabeza hacia su voz. Me sentía muy mal, como si estuviera en una especie de burbuja. Por fin abrí mis ojos para verlo inclinado por encima de mí, viéndose magnífico como siempre, excepto que ahora parecía estresado. Tenía el ceño fruncido, la mandíbula apretada.
—Hola —dije con voz ronca, tratando de sonreír y de ignorar el dolor en micabeza.
—Gracias a Dios. Me asustaste. —Inclinó la cabeza y me besó suavemente la frente, pareciendo respirar un suspiro de alivio.
—Está bien. Si tan sólo pudiera entrar y echar un vistazo —dijo una voz femenina con severidad.
Miré a mí alrededor y no tenía idea de dónde estaba. Yacía sobreuna cama pequeña, todo junto. Era una pequeña habitación de algún tipo, conestantes y armarios a lo largo de las paredes, excepto que se movían, y podía sentirlas vibraciones de la carretera.
Julio se movió a un lado y una señora con traje verde se inclinó sobre mí.
—Hola, Isabela. ¿Cómo te estás sintiendo? —preguntó, haciendo brillar una luz en mis ojos.
Empujé su mano fuera de mí, en busca de Julio.
—¿Dónde estoy? —pregunté, un poco presa del pánico. ¿Cómo diablos llegué aquí? Estaba en la cocina, entonces me sentí un poco mal...
—Estás en una ambulancia, cariño. Te desmayaste y te golpeaste la cabeza bastante fuerte contra el mostrador de la cocina —explicó, tomando mis manos y colocándolas sobre mi pecho—. Sólo necesito comprobarte. Has estado inconsciente durante unos veinte minutos. —Encendió la luz hacia mis ojos de nuevo, asintiendo con la cabeza, pareciendo satisfecha—. ¿Te duele la cabeza? —preguntó, tocando ligeramente detrás de mí oreja. El dolor atravesó mi cabeza y silbé a través de mis dientes—. Creo que vas a necesitar un par de puntos aquí —dijo ella, asintiendo hacia el lado de mi cabeza.
Tendí una mano hacia Julio. Inmediatamente la tomó y besó mis dedos, sus ojos no dejaban mi cara. Se veía muy estresado. Después de otro par de minutos nos detuvimos en el hospital y comenzaron a rodarme en mi pequeña cama.
—Puedo caminar —protesté, sintiéndome estúpida por ser llevada dentro del hospital en una cama.
—Lo siento, cariño, es una práctica habitual. Arribaste con luces, debes ir en una cama —respondió, guiñándome un ojo. Sonreí débilmente y Julio se echó a reír, pero no era su risa habitual, era apretada y sin sentido del humor.
Rodamos dentro de un pequeño cubículo y nos dejaron por nuestra cuenta.
—¿Qué paso, Ángel? —preguntó Julio, inclinándose sobre mí y rozando su mano suavemente por un lado de mi cara.
Me encogí de hombros y luego hice una mueca cuando el movimiento hizo que mi cabeza doliera otra vez.
—No lo sé. Me sentía un poco mareada, entonces me desperté contigo en la ambulancia —le expliqué. Eso era todo lo que podía recordar.
—Asustaste la mierda fuera de mí. No vuelvas a hacerme eso otra vez. Promételo—indicó, haciéndome reír por cuán serio estaba. ¿Quería que le prometiera que nunca me pasaría de nuevo?
—Julio, no puedo prometer algo de lo que no tengo control —bromeé, sin dejar de reír. Suspiró y se inclinó hacia delante, besándome ligeramente, prendiendo fuego en mi cuerpo. Se retiró cuando la cortina se abrió y entró un médico.
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El Chico de la Ventana - Isulio
FanfictionIsabela todavía está emocionalmente temerosa por el abuso que ha sufrido a manos de su padre hace algunos años y Julio dejó de ser un niño fan de los Power Rangers y ahora es un seguro y coqueto jugador que nunca antes ha tenido una novia. Su relaci...