Hijo

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Meditaba mientras trataba de evitar recordar lo que paso en la mañana, frunció el ceño y trato de no hacerlo, trato…

-¡Mierda!- comenzó a hacer flexiones para distraerse, todo era culpa de ese mocoso, en verdad que decía cosas importunas en momentos importunos, quedo recostado sobre el césped y aprecio el cielo, en verdad que estaban alejados de todos y se sentía completamente extraño no estar en un barco, no oír las olas ni las gaviotas se sentía tan lejano como cercano a la vez.

Las carcajadas de Luffy y el resto eran ahora solo un recuerdo para su yo actual, entrecerró su ojo y pensó dolido de que algún día terminaría sus días de aventura y estaría como ahora, completamente solo casado con alguien a quien hasta ahora no podía apreciar.

“¿Qué me detuvo amarlo?”

De nuevo esa pregunta venía a molestar en su cabeza ¿de dónde venía? ¿Por qué? Trato de no darle más importancia y se refugió en el calor del sol, el día estaba cómodo y sin pensar nada más se durmió.

“-Zoro- recordó que Luffy lo llamo apenas regreso al barco después de la pelea y simplemente se le quedo viendo –todo estará bien- no dijo ni pregunto nada más, así era Luffy, soltó un suspiro y absorbió las palabras del pelinegro.

-Zoro- Robin con total calma se le acercó y le entrego un café, no dijo más y se alejó, en verdad que lo necesitaba.

El narizón quien jugaba con Chopper dejo la actividad para acercarse al penumbroso peliverde –Zoro, si quieres hablarme de lo que sea, yo estoy aquí-

Entreabrió los labios pero no quiso decirle, no porque no confiara, sino que el mismo se sentía confundido por el remolino que estaba sintiendo, no sabía siquiera que era lo que quería ni lo que sentía, no quería involucrarlo en la estupidez en la que se metió, le entrego una media sonrisa –te lo agradezco Ussop-“

Abrió su ojo al sentir la tibia mano ajena acariciarle el rostro –Zoro-nii- susurro

Se encontró con los ojos verdes del pequeño niño, sus hebras acariciaban su rostro, eran suaves y rubios, no como los del Ero-cook, pero se parecían, acaricio sus mechones y lo atrajo, se sentía cómodo con este niño, lo abrazo como un peluche -duerme-

El olor fue tan familiar para el infante que no le tomo mucho tiempo quedarse dormido, Zoro-nii era su adoración y la persona que más quería, no la cambiaría por nadie y lo cuidaría, lo haría feliz, porque si Zoro-nii era feliz, él era feliz.

Reviso la habitación del pequeño y no lo encontró, se acercaba la hora de la merienda y no podía ubicarlo, sabía que Zoro estaba a una distancia moderada de aquí pero era inusual que el niño desapareciera –no me digas…- a paso lento se dirigía a la zona de entrenamiento, su cabeza estaba hecha una enredadera de hilos, su cerebro parecía un títere ante ellos, cuando vio a Zoro desmayarse sintió una gran presión en su cuerpo y sin pensarlo mucho avanzo para sujetarlo, había dejado a su compañera y a su hijo a un lado al verlo…joder, era vergonzoso, pero al verlo así, tan vulnerable su corazón sufrió una gran opresión y temió que estuviera teniendo consecuencias por el accidente, inconscientemente había amenazado con la mirada a Law de mantenerse a distancia si osaba con quitárselo de las manos –soy un imbécil…-

Ocho años era bastante tiempo, al principio Zoro le parecía un imbécil, con el tiempo llego a apreciarlo y sin darse cuenta albergo sentimientos amorosos por él, no le fue fácil de asimilar pero con el tiempo solo fue un dolor en su pecho, el poder verlo y no tocarlo era realmente doloroso y una noche, Zoro lo beso, pensó que se trataba de una mala broma pero en cuanto sintió su cálida lengua nuevamente no pudo evitarlo y cedió, broma o no, se alegraba. Siguieron haciéndolo durante un tiempo, incluso como un idiota enamorado le había dicho a Zoro que lo amaba y esperaba que su respuesta fuera similar, pero se encontraba más lejano de lo que creyó, el peliverde solo tenía un cierto interés en el pero no era amor.

-Si no te gustaba no me hubieras ilusionado…- fue un malagradecido con su amor tan sincero y eso jamás iba a perdonárselo… parpadeo un par de veces y trato de asimilar la escena que veía, Zoro abrazado a Hideki, ambos dormidos, se veían tan tiernos… saco una pequeña cámara de ocasiones especiales y sin poder evitarlo les tomo una fotografía, iba a tomar otra cuando el peliverde se removió y estrujo con más fuerza al pequeño, iba a matarlo y no de cariño exactamente, pero su pequeño no pareció quejarse, si…Zoro era cálido –oigan, van a resfriarse- zarandeo con suavidad al par y maravillado vio un abrir de ojo.

Zoro fue el primero en incorporarse, Hideki aun estaba en su largo sueño -ven- levanto al pequeño en brazos, tenia sueño pesado, al igual que cuando era joven, aunque no lo creía ese mocoso tenia mucho parecido a él -¿Qué? ¿viste algún fantasma?-

Frunció el ceño y le dio la espalda -Como si creyera en esas cosas, camina- se había quedado embobado viéndolos y sin creerse había pensado que habrían sido una maravillosa familia., parecían padre e hijo…

El pequeño roncaba en el sofá y los mayores preparaban café, la temperatura había descendido y era el momento perfecto de beber algo caliente y espumante. -dime- bebió un sorbo -¿Cómo conociste a tu esposa?-

Era inusual que pregunte eso –íbamos en nuestro tercer año y una isla fue atacada, estuvimos allí y fue simple, la conocí- sintió que la historia en si fue tajante, no le dio importancia y continuo bebiendo -¿Qué hay de ti? ¿en que momento te enamoraste de Law?- se quedo pensando, también le gustaría saberlo ¿Cómo fue que termino con ese estúpido?

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-Padre- la mujer saludo formalmente al hombre frente a el y solo se dedico a caminar a su lado -¿Cómo has estado?- el mayor hace movimientos con las manos –ya veo, Hideki te envía esto, dice que te extraña mucho- sonrió encantada al ver las expresiones del Gran Vice-almirante –traje los papeles- le entrego las hojas a un subordinado cerca –mi querido compañero también envía saludos-

Hizo un gesto de desagrado y apoyo una mano en su hombro -¿Por qué estas con ese hombre? Sabes lo que es y cuan mi desagrado-

-El es amable y muy atento, es el padre de mi querido Hideki- la intensa mirada le hizo recordar su lugar –entiendo que te incomode, pero no cambiara, ni yo cambiare, no quieras destruir esta familia por favor- le devolvió la mirada –además…- acomodo su cabello y vio el inmenso mar que había ahora frente a ellos –esto es solo un sueño…-

-Dices eso desde aquel accidente ¿Qué paso en aquella isla? Me preocupa-

-Nada en particular, cosas que suelen pasar ¿mamá?-

Bufo molesto –ah estado renegando, deberías ir a verla a la oficina, desde que no puede ver a su nieto tan seguido a estado así-

Sonrió cálidamente –entonces lo hare, madre tiene mal genio y siempre tomas ideas equivocadas cuando es así- recibió la caricia de aquel hombre en su cabeza, no tenía muchos rasgos parecidos a el, salvo su cabello –¿quieres acompañarme?-

Negó, lo ultimo que querría es que Madre e hija se unieran para luego atacarlo.

Siguió avanzando esta vez sola, no necesitaba compañía de ese hombre que decía supuestamente preocuparse por ellos, ni siquiera de su madre quien solo era un cascaron vació en sus vidas, estaba completamente sola en este lugar. Desde el accidente todo había cambiado y no para bien, entrecerró sus ojos y miro sus manos –esto es mi sueño…mi egoísmo…-

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Despertó en medio de aquella charla, sentía un poco de frio pero se quedo allí oyendo como ambos intercambiaban palabras –papá- susurro mirando somnoliento a ambos, aunque llamo al rubio se encamino lentamente hasta el peliverde –Zoro-nii- susurro entre sus brazos buscando el calor que necesitaba.

-oye, oye, no te apegues tanto a mi muchacho- hablo molesto, Hideki parecía más hijo del peliverde que suyo, eso en parte le molestaba –papá esta aquí, ven- lo llamo pero el niño negó y se abrazo más fuerte al moreno –no me lo robes Marimo- reclamo, parecía un niño al que le quitaron un dulce -mierda- se sentía desplazado por esa alga andante –ya veras Marimo-

-Deja de llorar- se puso de pie y el rubio se quedo embelesado viendo como observaba a su hijo, lo veía con tanta calidez que algo comenzó a brotar dentro suyo, pero se sentía diferente a lo que estaba sintiendo desde que el espadachín llego, no podía ser… negó rápidamente y volvió a su porte actual, esas cosas no debían de afectarle y menos con su hijo.

Tan pequeño, si hubiera tenido un hijo tal vez sea parecido a Hideki, con esa personalidad tan tierna y enigmática, apoyo su mejilla contra la del pequeño y joder que estaba tibiecito, si otras personas lo vieran tal vez pensarían que se tratara de un pervertido, pero no era así, el pequeño tenia un olor particular, algo que le hacia desear estar a su lado -pervertido- murmuro el rubio ganándose la peor mirada del moreno, pero eso no evito que se carcajeara –llévalo a su cama, hare la cena- hizo caso y fue a dejarlo en su habitación, pero no pudo irse, el niño tenia un aire refrescante, no podía dejar de mirarlo, su mano tembló al apretar las sabanas ¿Qué era lo que emergía de su interior al verlo, al tenerlo en brazos? Ese niño era una garante a sus recuerdos y al porque aun seguía con tanto vendajes en su cuerpo, suspiro y sin pensarlo apoyo sus labios en la frente del menor, aspiro su olor y quiso abrazarlo, con Hideki sentía una gran conexión, una tan fuerte como la que sentía con sus Nakamas, sentía que si se alejaba un poco lo perdería para siempre y aunque sonara como un degenerado, lo necesitaba, quería saber que era lo que este niño era para el, porque sentía algo mucho más fuerte -¿Tanto lo adoras?-

Abruptamente se alejo del niño y el rubio se acerco –no es lo que piensas-

-Tranquilo hombre, se que no le harías nada a mi muchacho- cubrió mejor al niño y cerro la ventana, hoy habría luna llena -pero si alguien más te viera creería que eres un degenerado- se rio y Zoro suspiro aliviado, Sanji creía en el y eso era algo muy bueno –si tenemos suerte este muchachote se levantara a la hora de la comida-

En la cocina ayudo al rubio en la preparación, en parte era algo extraño el estar así de juntos, años anteriores no lo podría ver así -¿Cuándo es su cumpleaños?-

-Ya los cumplió hace una semana- noto como Zoro dejaba de picar –el entendió que no lo recordabas, así que no te preocupes-

Movió sus dedos y miro al cejas de caracol -¿Qué solía regalarle?-

Lo pensó y sonrió de lado -tu- parpadeo sin comprender lo que causo la gracia del cocinero –tu venias y lo visitabas, pasabas tiempo con el, lo mimabas mucho- jugo con el cuchillo en su mano –eras demasiado atento a mi mocoso, incluso lo defendías de mi cuando debía regañarlo, un verdadero entrometido, escucha… - le regalo un guiño que casi infarta al peliverde –ahora estas aquí y en verdad el te adora, no te culpes-

-Cocinero, no se porque pero me siento jodidamente cómodo- volvió a picar rápidamente, Roronoa Zoro le acababa de dar una cálida sonrisa, no una común y corriente, una cálida, una tierna, una adorable, sus mejillas estaban demasiado rojas y deseaba que el Marimo dejara de mirarlo, sintió la tosca mano sobre la suya deteniendo todos sus movimientos, la tomo entre la suya y se quedo viéndola.

-¿Qu-Que?- sus labios temblaban y el sonrojo no disminuía

La soltó y esta vez sonrió con malicia –has crecido, tu mano es tan grande como la mía-

-¡Por supuesto pedazo de imbécil, estoy cerca de mis treinta! ¡ya no soy un mocoso!- la carcajada del peliverde lo relajo y observo sus facciones, el moreno no había cambiado en nada, ni aunque creciera podría cambiar –ahora pela eso o no comerás-

-Oooh, que esposa tan estricta-

Apretó el cuchillo, en verdad que quería matarlo.

¿Como andan? Aca esforzandome en plena cuarentena, por suerte el trabajo sigue en casa y me entretengo por la madrugada para escribir, le deberan quedar unos seis u ocho capitulos más y termina,no quiero que se extienda mucho,espero que les haya gustado,los amo!

Mero

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora