Amor sincero.

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Dicen que con el tiempo olvidas a la persona con la que compartiste momentos, que si los momentos vividos no fueron fuertes simplemente quedan en el pasado pero para Zoro no era así, no podía dejar de pensar en el rubio, jamás pudo y eso le resultaba tan molesto, ahora era de Law, bueno, su cuerpo lo era pero dudaba que en algún momento pudiera amarlo como el ojeroso deseaba, tal vez exista la atracción pero no podía…simplemente no puedes amar si te fuerzan a ello.

Se acomodo en un tronco muerto sintiendo como su parte baja empezaba a incomodarle un poco, ese hombre no tuvo cuidado alguno con él, bueno, no es que hubiera deseado tener una primera vez más suave pero carajo que ardía. Parecía sacado un pésimo sueño lo que hizo, acostarse con Law fue extraño, no se sintió conectado con él ni por un instante, no lo deseaba tampoco su mano ardió deseoso por tocarlo, no, ese deseo jamás le nació, solo sintió ardor con…Sanji, sonaba extraño pensarlo así pero con el rubio se sentía bien, ese ardor era cómodo y si, le picaba un poco pero era gustoso.

Toco su cabeza frunciendo el entrecejo, un recuerdo estaba con intenciones de florecer pero era muy ruidoso y borroso, trato de concentrarse y anular los ruidos exteriores, la imagen era borrosa y seguía oyendo aquello, una y otra vez.

e equque

Luego de unos minutos no oyó nada más, fue lo más extraño hasta ahora, odiaba la sensación de hormigueo que dejaba, sentía que algo rasguñaba por salir, que era muy importante pero no importa cuanto pensara, nada venia.

-Esta fresco ¿verdad?- parpadeo y miro a su costado, la vieja bruja que le había dado aquel licor estaba a su lado mirándole con una sonrisa plantada, ni siquiera lo pensó, dio un salto y se alejo lo mayor posible de ella, ignoro la punzada en su culo y no bajo la postura. La mujer un poco sorprendida volvió a sonreír -vine a verte joven-

Una bruja, era una maldita bruja -maldita anciana ¡¿Qué haces aquí?!-

Se quedo pensativa -¿Qué hago aquí?...dije, vengo a verte-

-¿Verme? ¿Qué chiste es este? Tu…me diste eso…-

De un aplauso unió sus manos -oh cierto, te di ese licor, no pensé que fueras tan tonto de tomarlo de un solo golpe, eres temerario- jamás pensó que alguien como él aparecería, era un joven con una gran enredadera, su corazón cruzaba por muchas dudas y por sobre todo había un miedo latente que era lo que los había hecho cruzarse.

-¿Por qué lo hiciste?-

-Eres joven y guapo, el sueño de muchas señoritas pero vi que escondías algo entre tus manos así que decidí ayudarte de esta forma-

Admitía que era una forma cruel pero dio el resultado que deseaba, los jóvenes no se daban cuenta de las cosas hasta que lo pierden y Roronoa Zoro, el actual mejor espadachín del mundo era el idiota más grande con el que se había cruzado.

-¿Ayudarme?- los primeros momentos con Sanji fueron un impacto enorme, verlo tan maduro y siendo padre fue una sorpresa, admitía que estaba distinto y…lindo, pero por dios, eran hombres, la relación de antes jamás iba a poder progresar, todos…todo el mundo iba a mirarlos.

-¿Fue tan malo estar aquí?- estiro su mano -¿quieres hablar?-

Recordó repentinamente el festival, todo era normal, nadie los miraba, es más, aquellas chicas fueron tan amables, decidió sujetar su mano a pesar de todo, decidió perder cualquier pensamiento negativo y enfrentar la ola que se aproximaba.

-No es eso- bajo la guardia y se rindió, no sentía hostilidad de esa mujer -eres un dolor de cabeza, no quiero estar cerca de ti…- contrario a lo que dijo se acomodo a su lado -yo solo…solo…-

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora