Cristal roto

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Ya no sabia cuantas veces había sujetado la mano de ese sujeto pero alli estaban nuevamente entrelazando sus dedos, el ultimo y gran estallido brillo y fue el fin, sin duda alguna este festival seria un eterno recuerdo, quiso soltarlo pero el peliverde no estaba dispuesto a ello.

-¿Se divirtieron?-

Hideki adormilado asintió y se acurruco en el peliverde, ya era de madrugada y había agotado toda su energía, sus parpados no soportaban más, suspiro y se durmió -Dámelo- el rubio lo saco de sus brazos y lo acomodo lo mejor posible, estaba refrescando y no estaba abrigado lo suficiente, un descuido como padre -¿Qué le paso a tu labio?-

Estaba con un pequeño coagulo, hubo una herida -me mordí-

Eso era inusual, Zoro no era tan descuidado, no era estúpido, estaba mintiendo -que extraño- tan idiota como era, tan amable como era, se acerco y rozo el labio con la punta de su dedo -¿duele?-

Sonrió de lado -un poco, aunque me siento mejor ahora-

Retiro su mano y la apoyo en la espalda de su pequeño, nuevamente estaba haciendo de las suyas -perdón-

-Esta bien, no me disgusta-

Sus sentimientos eran como un tren sin freno, no podía detenerlos, no tenia como contenerlos, la carga era demasiado pesada -¿Por qué dices eso? Suenas como si realmente te— se mordió la mejilla interna, no iba a irse de lengua, no iba a decir más.

-Estúpido Cocinero- paso por su lado pero no dijo nada.

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“-¿Por qué te gusto?- estaban sentado uno al lado del otro comiendo lo recién cazado, el resto seguramente estaria en uno de los hospedajes de por alli ¿pero que hacían aquí? Pues como siempre Zoro se perdió y el Cirujano se dio el tiempo de buscarlo

-No lo se, solo se que me excita verte- su respuesta no le afectaba en lo más mínimo -¿quieres casarte conmigo?- mostro el anillo y Zoro trago como pudo aquel trozo de carne -¿te sorprendí?-

Tosió -un poco, eres impredecible-

-¿En serio?- se rio -me alegra oírlo ¿entonces?-

-Me niego-

Esperaba esa respuesta y volvió a guardar la alianza -en verdad me gustas, quiero tenerte bajo mío y hacerte gemir-

Se recostó acomodando sus brazos tras su cabeza -¿Por qué yo el de abajo?-

-Porque así debe ser, soy el que sabe más sobre sexo-

-No lo creo-

-¿Acaso te acostaste con Sanji-ya? ¿Qué tal su culo?-

Ni siquiera lo vio venir, en cuanto termino de parpadear ya tenia a Zoro encima con el filo de su Katana rozando su cuello -¡No hables así de él! ¡No digas su nombre maldito imbécil!-

Sentía envidia por el joven cocinero, aquel espadachín lo apreciaba sin siquiera darse cuenta, era un idiota -¿en serio? Entonces- deslizo su mano por el muslo del peliverde, una caricia atrevida y con segundas intenciones -házmelo Zoro-ya-

-¿Por qué yo?- retiro su espada sin quitarse de encima.

-Es porque eres tu estúpido-

Así empezaron, desde un principio le había propuesto matrimonio al peliverde pero este sin duda lo rechazo, pero no había rechazado su cuerpo, esa noche en medio de la nada Zoro lo había penetrado de la forma en que solo un hombre podía hacerlo, lo acaricio de la forma más brusca que supo que se lo haría, le hizo gemir de una manera tan única que no se reconocía, fueron uno pero al otro día todo fue tan distinto. Zoro le dio la espalda, fue indiferente, no parecía interesado en formar algún lazo con él.

-Entonces por lo menos sal conmigo- hablo en un inconsciente ruego, no quería dejarlo ir, no luego de esto -¿Qué dices?-

Abrocho su Haramaki y suspiro -esta bien, hay tiempo para conocernos-“

Seguramente Zoro recordaba lo que paso esa noche y seguramente no recordaba el nombre que gritaba en cada embestida, así es, nunca fue el, siempre fue Sanji, su ultima descarga fue acompañado con un grito gutural por aquel rubio que no estaba entre sus brazos. Zoro ni siquiera se había dado cuenta de que en ese momento tenia sentimientos ocultos por aquel cocinero.

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Acaricio la cabellera del menor y quiso no salir de aquella habitación, no tenia cara para afrontar al peliverde, no después de lo que dijo, era completamente vergonzoso ¿en que momento se volvió tan débil? Suspiro y cerro la puerta tras suyo, en su mente rondaban muchas cosas pero de algo estaba seguro, no había marcha atrás, no importa cuanto se arrepintiera, el tiempo no regresaría, ya no.

-Hice café-

Algo caliente a su cuerpo le venia bien, tomo aire y suspiro fuertemente, la sola presencia de Zoro le daba dicha -gracias- bebió del liquido y su mirada quedo clavada en la ventana, la noche solo dejaba ver algunas luciérnagas y nada más.

-Cocinero-

Ahí venia, podía sentir la pregunta y no estaba dispuesto a oírla pero no podía huir como un cobarde ni comenzar a gritar para armar un escandalo sin sentido, además de que su niño estaba durmiendo plácidamente luego de una alegre noche -¿Qué? Si quieres mi opinión no esta mal pero le falto algo de crema, hubiera sido mejor que…- cerro la boca al ver que el peliverde se aproximo demasiado -¿Q-Qué te pasa?-

No dejaba de mirarlo, de aproximarse, de sentir esa enorme presión ante tal presencia -Cocinero ¿te gusto?-

Ha mierda, ahora si que no sabia donde meterse, miro hacia abajo, no estaba seguro de lo que debía decir pero tenia a este hombre, el mejor espadachín del mundo, reclamándole una respuesta, iba a huir, pero eso solo confirmaría su respuesta.

Con los nervios a flor de pie levanto la mirada -Escuchaste mal ¿sabes? Yo no…- apretó sus puños, mintió, mierda, volvió a mentir, dolorosamente su pecho latió y sintió que el suelo se partía y caía en un abismo sin fin, quería disculparse con su hijo, disculparse con Zoro, no podía ser honesto, ya no, no después de tantos años, tenia miedo.

Sintió esa mano callosa en su mejilla y ya no podía seguir hablando, lo que sea que iba a decir se borro de su mente dejándolo totalmente en blanco, estaba pálido y tembloroso, no podía enfrentarlo, quería huir, apoyando las manos en el sillón elevo su pierna golpeando el estomago del espadachín.

Aquellos segundos fueron suficiente para impartir huida, subió las escaleras y llego a su tan anhelada habitación pero no tuvo suerte, sintió el apretón y entre un forcejeo cayeron al suelo -¿Por qué huyes?-

El aliento de Zoro golpeaba su cuello dándole una excitante descarga, no…no quería esto, aunque se sintiera bien no era lo correcto, unas traicioneras lagrimas se escaparon y apretó los dientes, esto dolía.

Al sentir el golpe fue la respuesta más clara, fue como un grito desesperado, fue un gran “me gustas” pero decía más, mucho más, venia cargado de otros sentimientos, eran mucho más pesados de los que creía, pero no podía dejarlo ir así nomas, no podía permitirle huir. Dando la pelea que lo caracterizaba lo enfrente, persiguió a aquel que le daba la espalda y lo alcanzo, pero no espero sentir ese latir y aquellos temblores, podía sentir el calor de sus orejas y supo, lo supo perfectamente, estaba llorando ¿Por qué los hombres de esta casa lloraban tanto? ¿el era la causa? ¿Qué tan marcados los había dejado?

-Sanji, respóndeme- pero la única respuesta que tenia era su silencio, lo pensó por unos momentos, tal vez el que debía ser mas claro era el. Estos días junto a ellos algo se fue desenredando, se fue soltando suavemente dándole un gusto distinto pero no sabia como decirlo, como expresarlo, nunca amo a Sanji, nunca sintió algo así por el, pero…tenerlo entre sus brazos se tornaba gustoso, sentía un cosquilleo, un gran hinchazón en su pecho al sentirlo tan cerca, al verlo reír, verlo enojarse, refunfuñar, pero luego se sentía enfadado al verlo llorar, era un enojo extraño porque venia acompañado de un sentimiento parecido al miedo, pero matemáticamente era imposible porque el jamás sentía eso, nunca tuvo miedo y menos con Sanji.

“Me gusta Zoro, aun más que antes”

Al oír eso sintió un pum y era como si estuviera cayendo de un precipicio, era una profunda presión que no lo dejaba respirar pero que luego se torno sordo y placentero, era extraño, porque sentía que flotaba, hasta podía asegurar que sus mejillas se habían acalorado.

-Sanji…- olio su cabellera y el olor a vainilla era tan claro y delicioso -oírte decir eso me gusto- movió sus labios nervioso, esto era difícil -no puedo decirlo con claridad, pero tus palabras se quedaron en mi cabeza y me han hecho feliz, soy feliz Sanji, pero…-

Suspiro, deseaba que Zoro se quedara rodeando su cuerpo para siempre, que nadie más en el mundo pudiera ver la faceta tan sensible de este hombre, era desgraciadamente feliz, en demasía. Podía morir ahora con este hermoso y doloroso recuerdo.

-Suéltame ¿hasta cuando te burlaras de mi?-

-¿Qué dices?- lo soltó y tristemente sintió su lejanía, el gran vació que odiaba -yo te respeto y eres mi rival-

-¿Pero?- era tan obvio a donde iba todo esto.

-Pero dudo que algún día me gustes- le gustaba como el compañero que era, le hacia feliz, le hacia sentir tan cómodo pero era simple compañerismo, no tenia toques románticos, jamás podría sentirse así con el rubio, de eso estaba completamente seguro.

-Vete- rogo, quería estar solo en su habitación, quería pensar, quería entender las estupideces de este hombre -quiero estar solo-

-No quiero-

Golpeo el suelo con su puño -¡Vete!- no comprendía las marcas que dejaba en su cuerpo, cada caricia, cada risa, sonrisa, abrazo, sus manos entrelazadas todo, todo fue una mentira y era algo que no podía tolerar -¡Por favor Zoro! ¡¿no lo ves?!- todo se fue a la mierda y no podía saber a donde iba a chocar, nuevamente se había ilusionado, nuevamente cayo ante este hombre, nuevamente quería darle una oportunidad y dios que fue tan ingenuo…jadeo al sentir los brazos protectores del moreno rodearlo nuevamente y apoyar su mentón en su hombro ¿Cuánto gozaba de hacerlo sufrir? Entrecerró sus ojos nuevamente sintiendo el ardor en sus ojos, las lagrimas se agolpaban y respiraba con pesadez, este amor no era correspondido como siempre lo fue, no podía decirle nuevamente lo que sentía porque se vería estúpido, nuevamente su muro se levantaba, su corazón se endurecía y su mente se bloqueaba, ya no quería repetirlo.

-No llores…si te parece bien, me puedes morder- puso su brazo ante la boca del rubio -tal vez tu enojo se apacigüe-

No lo pensó, apoyo sus labios contra el moreno brazo, estaba tibio y al tacto se sentía bien, saco la lengua y mojo una pequeña zona, el brinco del peliverde le indico que pudo alterarlo y sin más lo mordió, pero no fue una mordida hiriente, fue suave, era un regaño cargado de su tristeza, no pudo contener sus lagrimas, era lo más cercano que podría estar de Zoro.

Sonrió con pena y no dudo en besar su mejilla, esas lagrimas no quedaban con el, esas lagrimas solo estorbaban y opacaban el gran guerrero que era, Kuroashi Sanji no era alguien que podía ser derrotado tan fácilmente, claramente esto no iba a ganarle, el cocinero podría ganar esta batalla, era fuerte, el mismo lo reconocía.

Sus acciones lo confundían tanto que deseo tener la fuerza para alejarlo, pero lo único que hizo fue recargarse sin dejar de morderlo y gozar este ultimo recuerdo, Zoro ya no estaria más en su vida, no lo vería, esta era su ultima y tan desvergonzada acción, el gran espadachín Roronoa Zoro fue su inalcanzable anhelo por tantos años y ahora todo se rompió como un cristal, sus sentimientos habían hecho de la suya y lo traicionaron, haciéndolo ver como un estúpido ingenuo pero ya no más porque este era el definitivo adiós. Este era el fin de algo que nunca debió comenzar. Le decía adiós a la imagen del gran hombre al que amo y que nunca debió permitir regresar a sus vidas.

Hola chicos/as! Como andan???? Aqui he luchado con este capi, no sabia si darle más palanca para más capis, pero no me parecia justo llenarlo de tanto enredo, me faltan dos o tres capis más y termina, Zoro y Sanji son tan cercanos como lejanos, y disculpen si la historia se siente muy apurada, pero no puedo darle más convivencia a mi pareja favorita despues de que "ambos sentimientos fueron claros" gracias por leerme, me hacen demasiado feliz ¿quieren desmadre? Pues se va a armar y bien lindo, jaaaaaa, de eso no me pienso privar, besos! Los amo!

Mero.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora