XII

583 27 7
                                    

—A estado gritando por más de tres horas, y lo único que a dicho es "Carlos maldito bastardo" y otras cosas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—A estado gritando por más de tres horas, y lo único que a dicho es "Carlos maldito bastardo" y otras cosas.- Las palabras burlonas de Carlos llegan a mis oídos, y obviamente no puedo evitar reír. El tiene razón, Abler solo le a estado gritando a él, y ciertamente me da un poco de celos el que él solo esté pensando en Carlos y no en mi.

No me preocupa que siga gritando, mi familia no está en el castillo ahora mismo y los únicos que están son los omegas que ayudan a mantener todo limpio, gracias a la Luna sus oídos son similares a los humanos.

-Para ser un simple humano tiene buenos pulmones y supongo que buenas caderas, debías escuchar a los putas del club como gritaban cuando el...- Sus palabras quedan suspendidas en el aire debido a mis gruñidos. ¿Como se le ocurre hablar sobre esas cosas? Como si yo no lo hubiera sentido cada vez que se metía con alguna cualquiera.- Lo lamento, mi reina, se me a pasado por alto mi lugar.-

Antes de que pueda responder, el ya se a marchado. Entiendo que el solo bromeaba pero la bestia en mi aún le cuesta comprender eso. Aún le cuesta comprender como es que mi hombre vive su vida en el club del que me hablo Carlos hace un rato. Mi mente sigue dando vueltas a esa simple frase.

"Debías escuchar a las putas del club..."

¿A cuantas mujeres se a follado?

¿Será diferente cuando el y yo?

¿Que mierdas está pasando por mi cabeza? Entiendo que lo normal para un alfa sea follar con su pareja en el momento exacto en que la conoce, pero ¿yo también querré eso? Digo ya a pasado tiempo desde la primera vez que nos vivos, y no sentí la necesidad de follarmelo tan pronto lo vi. Si quería marcarlo como mío pero no follarmelo frente a todos. Y siéndole honesta, siento nervios de no poner ser suficiente, aún sabiendo que soy más de lo que el podría esperar.

—¡Por Dios, alguien deme algo de beber!— No se en que momento mis piernas se comenzaron a mover hasta estar frente a la enorme puerta de madera que da a mi habitación. No e podido dormir allí desde que el "llego, y no es porque me incomode, es solo que dormir no sería lo que haríamos precisamente.

Nuevamente entro a la habitación con toda la elegancia que me domina. Sus gritos finalmente cesan solo para fijarse en mi persona. No veo más qué enojo, rabia y casi, pero muy al fundo, odio. Se que está más que enojado ante la forma en la que a estado estas últimas cuarenta y ocho horas ¿pero que puedo hacer? Se escaparía si lo desatara y se que estar en un tercer piso no lo detendrá para saltar.

Mis pecaminosos ojos lo recorren por completo. Solo lleva una camiseta blanca, casi rota y descantada, los viejos jeans que traía cuando llego aquí y nada más. Su chaleco está en armario, de que significa mucho para el, por eso ordene que lo arreglaran para el. Músculos casi sobre saliendo del la camisa ante la fuerza ejercida al intentar liberarse de las cadenas. Por la luna, esto es todo un manjar.

—¿Que tanto me vez, maldita loca? ¿Tan sadista eres que no te basta con verme atado? Sabes que pagarás por esto ¿verdad? Mis hombres vendrán y te harán pedazos por tan siquiera hacer arte a mi — Uh mal uso de palabras niño. Sus amenazas no me asustan pero eso no evita que los divagas en mi mente ahora sean nada más que pequeñas formas para torturarlo, pero sin hacerlo sangrar. Si ya se, algo aburrido, pero no puedo lastimarlo mucho o ¿si? Sacudo todos esos pensamientos de mi cabeza antes de acercarme un poco más a la cama.

—Veo que ya se han curado tus heridas.— Murmuró mientras mi delgada mano toma la pequeña cuchilla que el anterior mente portaba.— Supongo que esto es tuyo.— Mi voz suena suave, solo un tono bajo para poder asustarlo, lo que estoy logrando con facilidad. Aunque su rostro ni lo muestro, su corazón va a las millas, cada bombeo de este rebota entre las blancas paredes de mi habitación.

Acerca la cuchilla a su cuello, trazando este con la punta, haciendo solo una ligera presión en el punto indicado, su yugular. Su pulso cae, junto con su bello color de piel. My mano sube hasta su rostro, trazando y presionando sobre su suave piel hasta llegar a su ojo, justo donde comienza mi cicatriz. Tal vez le haga una igual a la mía, sería lindo como algo así de parejas. Río ante mi extraño pensamiento, lo que hace que si entrecejo se frunza en confusión. Por los dioses se ve adorable, aún como toda la hombría que emana de su cuerpo, se ve como un cachorro confundido.

Acercó mi rostro al suyo, casi rozando nuestros labios. Finalmente alejo el cuchillo de el, aunque creo que el no lo a notado pues el color aún no regresa a él. Puedo sentir su aliento chocar contra mis labios y su lengua relamer los propios, como si estuviera esperando a ser unidos. Quiero hacerlo, besarlo hasta que nuestros labios queden rojos, hasta que por fin pueda desatarlos y el sea el que esté sobre mi. Sin despegar mi mirada de la suya subo completamente sobre la cama, acomodando mi cuerpo sobre el de él sin dejar caer mi peso, aún así como mi cuerpo lo suficientemente cercan como para que cuenta mis senos contra su pecho y mi parte baja contra el. Mis largas piernas a cada lado de su cintura, y cada uno de mis brazos.

—Me llama loca y sadistica pero tú eres el que está duro ahora mismo y deseando ser besado.— Su mirada de oscurece y puedo jurar que sus mejillas se han sonrojado. Mi risa no espero a para hacerme oír, mi rostro se aleja, y dejo mi cuerpo sentado sobre la cintura de mi bello prisionero.—Eres todo un encanto, pero eso no pasará, por lo menos no hoy.—

Puedo escuchar sus quejas e insultos a hacia mi persona, pero eso no me detiene para reírme mientras bajo de la cama y camino hacia la puerta. Esto va a ser más divertido de lo que pensé.
















Amelia durante sus años de juventud, solía dejar que los cachorros de la manada jugaran con su cabello antes de que este creciera aún más.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dos Mundos, Una Historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora