IV

1K 68 1
                                    

Información

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Información

Nombre legal: Adler Silverfox
Apodo de carretera: Judas
Padre: William Silverfox
Madre: Karyna Adams
Año de nacimiento: 23-Febrero-1982
Familia: Lili Adams, prima
MC: Bastards of Hades
Posición: Presidente
Información extra
- Tres años en la prisión estatal del estado, por asesinado
-Nacido en Alemania, lugar exacto desconocido
-37 años de edad
- Actualmente soltero

No les voy a mentir, la última palabra me alegro más que nunca, aunque esta información es de hace dos años. Hace unos años mandé un informante al mundo humano, al parecer algunos hombres se estaban metiendo a terrenos desconocidos. Tengo todo los archivos de cada persona en este pueblo. Jamás les había prestado atención, hasta ahora. Me alegra haberlos guardado y no quemarlos como era mi principal pensamiento cuando los recibí.

—¿Así que Judas, eh?— La voz de Harrison, suena a mis espaldas, lo que me hace sobre saltar. ¿Cuando demonios entró? Lo veo tomar las fotografías de mi hombre y tomar asiento frente a mi. —Así que este pequeño humano será tu estrella.—

Estrella, así se le llama a la pareja de una alfa, ósea a mi pareja. Hace siglos que no se escuchaba llamar así a una pareja del rey. La última mujer reina en mi familia fui mi trastatarabuela, Amelia White y si, mi nombre es tributo a la gran reina de la antigüedad. Ella es la que me a enseñado todo lo que se, claro junto a mis padres y mis otros abuelos. Pero la más que se esforzó en hacerme una increíble reina fue ella.

—Así es y no le llames pequeño humano, idiota.— Hago énfasis en su apodo, se que no le enoja, pero teniendo a tantos oídos reales cerca, no me arriesgo a decir otra cosa. Durante tantos años e aprendido a n maldecir frente a ellos, eso resurta en un muy mal castigo. Según ellos, una reina no debe ofender con sus palabras. ¡Que les den!

—Podré de el, al tener que compartir techo con alguien tan loca como tú.— Bueno, maldito idiota estará muerdo. Gruño en protesta de su comentario inadecuado. —Vale loba, no gruñas. Como sea, solo venia a avisarte que mamá y papá llamaron. Vendrán en dos meses para ver a tu querida estrella. Esto será interesante.—

Esa sonrisa, esa maldita sonrisa burlona en sus labios no puede significar nada bueno. Si papá se entera del pasado de Adler podría terminal mal, muy mal. Maldición, no había pensado en eso. Esperen...

—¿Como se enteraron de que lo encontré?— Mi pregunta sonó más a una amenaza. No se si fue porque es mi tono normal o porque termine de pie, con las manos apoyadas sobre el escritorio de madera. Vamos a elegir la segunda. Aunque mi intento de apena solo hace que su sonrisa crezca más. Maldito idiota, solo quiere molestarme.— ¡Habla de una vez Harrison White!—

—Ya, bájale. Bueno, fue nana. No es como si hablara bajito. Además según lo que me dice Hamilton, lo gritaste.— Se burla dejando la foto nuevamente sobre mi escritorio. Vieja chismosa, la matare, juro que la matare. —Estas pensando en matarla ¿cierto?—

Sonrió sabiendo que me entendería mas que bien. Vale, no la matare realmente porque técnicamente me a visto crecer. Pero si recibirá un castigo, de esa no se salva. Tome todos los papeles volviéndolos a colocar perfectamente en el folder.

Estoy nerviosa, tengo que aceptarlo. Hoy lo veré, hoy lo veré en persona. Se donde estará y cuándo estará. Siento sus pensamientos, como si el estuviera hablándome a mi, justo a mi lado. Esta mañana tuve otro "episodio", como Hamilton decidió llamarlos. Ambos estamos de vuelta en el prado, pero esta vez yo lo seguía, lo estaba cazando. Y el intentaba gritar, podía escuchar had sus gritos, pero no veía movimientos en sus labios. Y Justo cuando lo atrape, ambos despertamos. Resulta que ese pequeño episodio duro más de una hora. Quien lo diría, el hombre corre rápido incluso estando inconsciente.

¿Conocen ese sentimiento de mariposas en el estómago? Bueno, al parecer toda la carne que comí anoche revivió, y ahora está jugando en la boca de mi abdomen.

¡Soy una reina no debo estar nerviosa!

O eso es lo que siempre e creído. Una mujer fuerte e independiente no muestra nerviosismo. No debo mostrarme nerviosa, debo mostrarme fuerte y segura de mi misma. Pero no, todo tipo de preguntas rondan mi cabeza y se que a Hamilton le tiene mal. El podré a estado junto a mi todo el día y bueno, el puedo escuchar todo lo qué pasa en esta desastrosa mente. Siempre leía libros en los que los humanos cazaban a mi especie. Porque según ellos, acabaríamos con la raza humana, siendo honesta hubiera sido mejor.

La noche a caído, y se que el está en que bar que le menciono a sus hermanos. Lo puedo escuchar, la marca mental en su cuello sigue allí. Pero no pasará mucho hasta que esta se borre, en espera de una real. El vestido rojo de esconde en V, se aferra a mis curvas, mi rizado y oscuro cabello cae como cascada tras mi espalda, escondiendo el escote en esta. Los tacones negros me dan más altura, y eso me encanta, me hacen ver más intimidante y a la vez elegante.

—Si sigues suspirando terminarás toda desinflada.— Elena, mi dulce y tierna Elena. Mi mejor amiga y prima cercana, a la cual matare si no cierra el maldito hocico. No me molesta sus comentarios de burla hacia mi persona, pero en este momento no los necesito, solo quiero estar relajada antes de verlo por primera vez. Pero no, el maldito universo se empeña en joderme. Hace un rato hubo un pequeño, gran, problema en la manada que tuve que arreglar. Al parecer un omega trató de retar a Carlos, uno de los deltas y bueno, como buena reina que soy, tuve que involucrarme. No me molesto, en cambio, me ayudo a quitarme los nervios.

Le había preguntado a, prácticamente todos mis cercanos, si querían ir conmigo. Tuve que venir sola, y bueno, aquí estoy. Sentada en la doña VIP de la parte superior de este basurero. Tendré que enseñarle muchas cosas a este hombre. El martini en mi mano, sigue casi intacto. No quiero tomar, aunque el alcohol no me haga nada, pero quiero estar completa cuando por fin lo vea. Desde donde estoy puedo escuchar toda la rara conversación de sus amigos, supongo.

Bueno, es hora.

Me doy un pequeño aliento a mi misma, a la vez que me pongo de pie. Rayos, aquí van los nervios de nuevo. Solo respira Amelia. Camino con toda la elegancia a la que estoy acostumbrada hasta el barrandar.

Allí está, aquellos cabellos color chocolate revueltos por toda su cabeza. Sonrió al ver que su chaleco su tiene las marcas de mis garras. Los pantalones gastados le quedan bien, y ciertamente me gusta. Lo que no me gusta es que sus botas mugrosas están sobre la mesa de centro. Se que está sintiendo mi mirada, no es por ser una maniaca ni nada, pero no puedo alejar mi mirada de él. Sonrió burlona al ver como comienza a buscar me.

Mis brazos están extendidos sobre el frío metal, dándome un toque de clamor. Dioses, se ve como un cachorro girando sobre su eje. Creo que ya me tiene a sus pies. La sonrisa burlona sigue en mis labios, aún cuando quiero morir de los nervios cuando aquellos grisáceos ojos se posan sobre mi. Se que me está escaneando, puedo sentir su mirada observando lo que la poca luz le deja ver. Aún así relame sus labios. Dioses, es perfecto.

Mi mirada lo sigue cuando comienza a caminar a las escaleras que lo traerán directamente a mi. Bien, ya puedo morir, ese olor a bosque fresco me a golpeado como nadie nunca lo a hecho. Lo veo detenerse frente a mi, tomando mi mano libre y dejando un casto beso en esta.

¿Ya puedo morir?

Buenas noches, bella dama...-

Dos Mundos, Una Historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora