XIII

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Abler

Soy un maldito idiota... Ella está básicamente usándome como su maldito juguete y yo aquí queriendo y pidiendo mentalmente que me besara ¿Pero en que demonios estaba pensando? Ella es la enemiga.

Luego de que me dejara solo, de nuevo, solo pude quejarme y lanzar insultos a su persona. Se que cualquiera en este miserable lugar pudo haberme escuchando, pero realmente me importa una mierda, quiero dolor de aquí y volver con mi gente, con mis hermanos. Me enojo aún más el echo que nadie pasara por aquí, ¿porque nadie venía? ¿Tanto miedo le tiene al porquería de mujer? Yo mismo podría tirarla al suelo, si no fuera porque me tiene amarrado a la cama como un animal, si no ella estaría bajo mi cuerdo.

Pasó un largo tiempo de mi gritando y pataleando como un niño pequeño sin su juguete. Mi amarre comenzaba a quemar, estoy seguro que así se sienten mis prisioneros cuando los interrogó. Para mi suerte, finalmente alguien vino a soltarme. Una mujer bajita y un porto gordita, entro en la habitación dejando una bandeja cubierta sobre el ropero. Antes de que pudiera soltarme tuve que prometerle que no intentaría escapar, parecía muy dulce como para que yo intentara algo, más no quería lastimarla, al parecer la mujer ya tiene sus años. Aunque mi eco no quisiera tuve que prometérselo, comenzaba a tener hambre, y lo que la sirvienta, supuse que eso era, había traído comenzaba a oler exquisito. Una vez me soltara y yo estirara lo suficiente, me comentó que en la bandeja había una cena de steak con vegetales y lo que supuse y espera allá sido, papas majadas.

Una vez termine mi cena, deje tomo sobre la bandeja y la volví a cubrir. Tal vez sea un motociclista pero tampoco le voy a dejar el reguero de la vida a la pobre mujer.

Llevo sentado sobre la enorme cama prácticamente todo este tiempo, poco a poco comenzaré a perder mi cordura si alguien no entra por esa pierda ya. Ella no se vuelto a aparecer por aquí, lo que me tiene aún más molesto de cierta forma. ¿Me tiene de prisionero aquí y no se digna en mostrar su rostro cuando me desatan? Al menos yo si lo hago, así puedo pelear con los malditos perros y mostrarles quien es el que manda. No es como si quisiera volver a verla, pero ahora que no estoy amarrado no podrá burlarse de mi.

-Veo que ya te has calmado, eso es bueno, tus gritos y maldiciones ya comenzaba a darme dolor de cabeza.- Esa estupida voz, tan burlona, tan arrogante y a ala vez tan putamente elegante y sofisticada. Esta de pies justo en el marco de la puerta, podría escapar ahora, su cuerpo me sería bastante fácil de mover. Decido quedarme en mi lugar, esta tan elegante como hace horas, solo que esta vez su rizado y largo cabello está amarrado en forma de donas, me recuerda a como Lilith amarra su cabello antes de cocinar. No me había dando de cuenta que la estaba siguiendo con la mirada hasta que la muy loca comenzó a desnudarse enfrente de mi. Juro que sentí mis rostro arder y no fue del coraje. -¿Sabes que es de mala educación observar a las personas mientras se desnudan si no te han dado autorización?-

-Tú eres la más educada que entró aquí solo para desnudarse.- Respondo, pero puedo escuchar mi voz temblar, parece querer hacerme ver débil frente a ella. Puedo ver como sus ojos me señalan toda la habitación. Llevo horas aquí, así que había podido notar que la habitación correspondía a una mujer. Vestidos, maquillaje, joyas, todas las cosas que cualquier mujer necesitaría, solo que hasta ahora no me había dado el hecho de que esta es SU habitación. Su burlona risa llegó hasta mi oídos, haciéndome enojar aún más, ¿me está viendo la cara de pendejo o que?

-Bingo pequeño.- ¿Pequeño, enserio? Soy más alto que ella y ¿aún así tiene el descaro de llamarme pequeño? Tiene que estar jodiendome.- Debiste darte cuenta que esta es mi habitación, ¿como puedes ser tan estupido? Han fotografías mías y de mi familia por todo el lugar y solo mi sirviente personas, Lauren y yo podemos entrar aquí, y bueno ahora tú también, querido.-

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