alive ▭ connor [ rk800 ]

uno. socios

La androide salió del taxi mojandose al instante, miró el coche aparcado fuera y luego la puerta. NO PERMITIDA LA ENTRADA A ANDROIDES.

La castaña empujó la puerta y cuando entró, le echó una mirada al bar antes de avanzar.

El local estaba algo vacío, si bien había un par de personas en la barra y en las mesas, el lugar no estaba en su plenitud. El único sonido que se escuchaba era el del comentalista del partido de baloncesto que se estaba reproduciendo en la televisión.

Se ajustó la corbata, guardó su moneda en el bolsillo de la gabardina y luego se alisó su camisa antes de avanzar por el pasillo escaneando a los clientes sin éxito, hasta llegar a la mitad de la barra, donde se encontraban las personas que Joi estaba buscando.

— Teniente Anderson, Detective Anderson, Mi nombre es Joi, soy el androide enviado por Cyberlife. Los he buscado en el departamento, pero me han dicho que probablemente estarían bebiendo por la zona. He tenido suerte y los he encontrado en el quinto bar.

La vista de Joi se desvió al vaso de whiskey que el Teniente tenía en la mano, luego miró el vaso de cerveza que el detective sostenía.

— ¿Qué es lo que quieres?— Cuestionó Hank irritado sin apartar la vista de la barra, sin embargo Connor analizó los rasgos de la cara de la autómata.

— Les han asignado un caso esta misma tarde, un homicidio relacionado con un androide de Cyberlife. Según las instrucciones de la empresa, un androide especializado debe colaborar en la investigación.

Connor se había olvidado por completo del homicidio, miró a Jimmy unos segundos antes de volver a mirar a la androide.

Era de esperar que Cyberlife la enviase al DPD, ¿quién mejor que un androide para buscar a un androide? ¿Pero a un Rk800? Podía dar fallos, al fin y al cabo era un prototipo.

Connor había investigado sobre los androides con la esperanza de comprar uno para su padre porque su casa era un desastre, pero nunca había visto su modelo por ningún lado.

Sin duda se acordaría si la hubiera visto, Joi era hermosa, con esos ojos grandes y los labios carnosos.

Connor sintió como sus mejillas se tornaba calientes así que desvió su mirada al vaso de cerveza mientras su imaginación fluía.

¿Cómo sería besar sus labios?

— ¿Sabes por dónde puedes meterte tus instrucciones?— Contestó Hank, su aliento a whiskey llegó hasta las fosas nasales de Joi, quien ni siquiera se inmutó.

Connor la miró esperando su respuesta. ¿Podría un androide diferenciar una pregunta seria de una broma? La chica inclinó su cabeza ligeramente a la derecha con confusión.

Como un adorable cachorro.

Pensó Connor con una leve sonrisa sintiendo como su corazón daba un vuelco, ¿hasta donde había llegado Cyberlife para hacerla parecer humana?

— No... ¿Por dónde?— Joi dio una leve sonrisa inocente, inclinando aún más la cabeza para ver a Hank.

Connor juró que iba a morir ahí mismo, la respuesta de Joi era demasiado pura par ser verdad, era como una niña pequeña dando sus primeros pasos en la vida adulta.

Hank frunció el ceño pensando por qué Cyberlife había enviado a un tonto robot de plástico para ayudarlos.

— Olvídalo.— Contestó dando otro trago a su whiskey.

Joi se quedó callada unos segundos observando los vasos de cristal.

— ¿Saben qué? Les invito a otra ronda, ¿qué dicen?— Joi sacó un billete de veinte dólares y lo colocó en la barra.— ¡Camarero! ¡Dos de lo mismo, por favor!