Capítulo 4

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Se sentía aturdida y en sus oídos zumbaba un sonido que la aturdía aún más. Sus extremidades se sentían flácidas y Valentina no era capaz, en su conmoción, de recordar cómo hacerlas funcionar.

Escuchaba el eco amortiguado y distante de voces a su alrededor y por encima de ella. No fue hasta que sintió un tacto cálido en su mano izquierda que fue capaz de abrir los ojos. La luz la cegó al inicio, siendo incapaz, por un momento, de recordar dónde se encontraba. El techo era alto y tenía vigas de madera en tono oscuro. Parpadeó para tratar de aligerar la cegadora luz en la habitación y fue cuando su rostro se poso ante su vista. Frederick estaba sonriéndole, con la comisura de los labios tensa. Ella supo que él estaba preocupado, lo veía en sus irises azules.

Valentina estiró la mano, tratando de acariciar su rostro. Tal vez era un hermoso sueño, uno de los que tenía recurrentemente desde hace meses cuando le habían encarcelado. Al momento de recordar el hecho, recordó que había habido un juicio y que...

—Eres libre...—susurró escuchando su propia voz como un eco distante antes de volver a caer en la inconsciencia.

Esta vez cuando despertó, estaba sobre algo suave y cómodo. La habitación de hotel, reconoció ella. Todo había sido un sueño. El juicio. Frederick libre. Había sido un sueño del que ahora acababa de despertar.

—¿Cómo te sientes? —Valentina siguió con la mirada la fuente de donde provenía aquel sonido tan gutural. Aden estaba sentado en la orilla de la amplia cama de hotel, mirándola.

—Cansada—admitió, su voz sonaba ronca y patosa. —Nos espera un día muy largo.

Aden frunció el ceño. —¿A qué te refieres, Valentina? El día casi ha acabado.

Ella se incorporó de golpe, sentándose en la cama y mirando a su cuñado. —¿Cómo...? —escaneó toda la habitación en busca de su marido, pero no lo encontró por ningún lado.

No había sido un sueño. Frederick era libre. Pero no estaba ahí.

—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —preguntó sintiéndose aún un poco mareada.

—Al menos una hora, hemos hecho que un médico te revisara mientras todavía estábamos en la Sala de Juicio.

—Sólo fue la impresión—dijo ella, restándole importancia al asunto.

—Frederick dijo que haría que el médico familiar te viera en cuanto estuviésemos en Nantes, te has desmayado dos veces, Valentina.

—¿Dónde está él? —preguntó Valentina, ignorando el último comentario de Aden. Sentía una ansiedad en la boca del estomago producida por la necesidad de ver a Frederick y comprobar que efectivamente no era un sueño solamente.

—Todavía tienen que arreglar el papeleo, pero no podíamos trasladarte hacia la prisión inconsciente como estabas. Hemos decidido traerte al hotel y esperar a que despertases para poder llevarte con Frederick. Kendall y Sophie están con él.

Los ojos de Valentina se llenaron de lágrimas. —Está libre, Aden. Lo ha encontrado inocente

—Sólo porque se cometieron irregularidades graves en el caso contra él, pero de no haber sido por eso, aún estaría en prisión y se enfrentaría a la pena máxima. Una de las condiciones ha sido que no puede entrar al país, por lo que, su intención de expandir su empresa aquí ha quedado hecha añicos.

—No importa—dijo ella levantándose y comenzando a caminar hacia la puerta, no quería perder ni un minuto más.

—Es tu hogar—Aden le seguía casi pisándole los talones.

Valentina®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora