❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ I know you, I walked with you once upon a dream I know you that look in your eyes is so familiar a gleam And I know it's true that visions are seldom all they seem But if I know you, I know what you'll do You'll love me at once, the way you did once upon a dream ══════════.✵.═
➳once upon a dream - lana del rey
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London, May 1976
Chloe estaba sumergida en aquel necesitado sueño, disfrutando la placentera soledad que le brindaba la cama. Brian había despertado hace unos minutos, dejándole el colchón para ella sola.
O eso creía.
De pronto el frío tacto de unos dedos enterándose en su colorado cabello la despertó. Miró hacía su espalda, buscando a Brian. Pero él no estaba allí.
—Padre nuestro que estás en el cielo —escuchó la femenina y dolida voz rezar dentro la habitación—, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino y hágase su voluntad en la tierra como en el cielo.
Los delirantes ojos de la chica volaron de una esquina a otra, tratando de ubicar a quien le pertenecía esa tétrica voz, que indudablemente no era de ninguno de sus amigos.
—Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden —su llanto comenzaba acrecentar, interfiriendo en el rezo.
Sin saber de dónde o cómo salió, el cuerpo de una mujer de varios metros de alto, vistiendo un desaliñado hábito, personificando de una forma retorcida a una monja pasó por su lado.
Caminó a pasos lentos y perezosos por la habitación, sollozando y lamentando, herizándole la piel de horrores a Chloe.
Su caminar se detuvo bajo el umbral de la puerta y cesó su llanto lo suficiente como para decir:
—No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal —De pronto la cabeza de la monja se rotó hasta su espalda, sin girar el cuello y sonrió abiertamente, mostrando sus podridos y afilados colmillos, clavando esos terroríficos ojos amarillos sobre ella, para luego dejar salir de su voz distorsionada y ronca: —¡Amén!
Chloe gritó atemorizada, temblando hasta los dedos de los pies y la monja se desvaneció en el suelo, como si la hubiese succionado un hueco negro bajo la madera.
