❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ Once that you've decided on a killing First you make a stone of your heart And if you find that your hands are still willing Then you can turn a murder into art
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➳murder by numbers - the police
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London, December 1975.
Las manos de la joven de veinte años sudaban, el corazón latía a mil por hora y sentía los nervios a flor de piel. No era la primera vez que venía a la casa de su madre, ni la única navidad que pasaban juntas. Era del tema que sacaría a conversación estando ya dentro lo que la inquietaba.
Chloe sujetó la mano de su mejor amiga y le brindó una sonrisa tranquilizadora.
—Tranquila, no pasará nada malo —la alentó—. Roger estará bien.
Era un hecho, estaba preocupada por Roger, horriblemente preocupada. Sentía el terror de que algo malo le sucediera clavándose en el tejido de su piel.
Lo quería, ¿de qué forma? no lo sabía, sólo se conformaba con la certeza de quererlo.
Cuando se sintió preparada presionó su dedo índice en el timbre, haciéndolo sonar en un ensordecedor eco dentro de su viejo hogar.
—Mi amor —saludó con suavidad la mujer a su hija en cuanto abrió la puerta—, y el amor de mi amor —le dijo del mismo modo a Chloe.
La pelirroja no tenia la suerte de pasar las fiestas con algún familiar cercano. La única familia que conservaba desde sus diez años eran Aida y John. Desde que su madre falleció, la familia se desvaneció de a poco, dejando a la chica por poco sola.
—Otra navidad juntas, señora Campbell —la nombró por el apellido de casada, que aún conservaba.
—Y siempre es un placer, cariño —respondió la mujer de largos cabellos oscuros.
Aida las escuchaba charlar desde lejos, aún estando cerca de ellas. Volver a esa casa la transportaba inexorablemente a lugares que no quería volver.
Siguiendo a las dos mujeres cerca de ella, su vista se desvió para observar la casa. La última vez que había venido fue en noviembre, exactamente unas diez horas antes de conocer a Roger y la banda.
