❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ Beelzebub has a devil put aside for me For me For me ══════════.✵.═
➳bohemian rhapsody - queen
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London, January 1976
Sacó del bolsillo de sus jeans negros las llaves repletas de llaveros brillantes y colores fluor pertenecientes a Aida para poder entrar en la vivienda. Debido a la concordancia con los horarios de ambos ella llegaría más tarde que Roger, por lo cual él le abriría, ya que no hacia falta crear una copia de llaves, él se marcharía en cuanto la inmobiliaria le devuelva sus cosas y consiga un lugar para vivir.
—Buenas tardes, Arnold.
El hombre de unos cuarenta y cuatro años levantó su mirada al instante de escuchar la voz del músico y no tardó en sonreírle con encandilamiento, tal y como lo había echo la noche anterior cuando lo vio en la entrada del edificio, pasmado de tenerlo en frente.
—Buenas tardes, señor Taylor —emitió un notable respeto y abrió la puerta de entrada al ascensor.
El baterista le sonrió en modo de agradecimiento, ignorando el deslumbramiento del hombre.
No se sentía capaz de acostumbrarse a ser tratado diferente o con superioridad al resto, ni mucho menos a ser nombrado "Señor Taylor" a donde quiera que fuera, lo hacía sentir mayor y tan sólo tenía veintiséis años.
Caminó por el largo pasillo del tercer piso, las llaves se resbalaban entre sus dedos mientras buscaba con la vista el llavero en forma de mariposa que le había indicado Aida para poder entrar al apartamento, cuando oyó esas fuertes pisadas de zapatos a sus espaldas. Volteó, frenando su paso, pero se encontraba solo en el pasillo.
Aumentó la velocidad, por su mente se cruzó la idea de haber sido reconocido por los demás inquilinos o la posibilidad de enfrentarse a un robo.
Ya parado frente a la puerta número 0209 introdujo la llave en el cerrojo y girándola en dirección a la izquierda ésta se abrió
—Llegará un angel que te encarcelará en el abismo, por toda la eternidad
Dio vuelta la cabeza, girando levemente su cuerpo para mirar de dónde provenía aquella voz femenina.
—¿Disculpe? —se volteó por completo hacía la mujer.
Sin responder a su pregunta la mujer se limitó a dar un gran portazo en la cara del rubio, como si temiera él lograra entrar a su casa.
