❝Estamos del otro lado, la pantalla somos nosotros y nosotros somos la televisión. Reza por las astillas, reza por tu miedo, reza por tu vida que fue solo un sueño... Reza porque el hombre que amaste es el monstruo al que le temes❞
═.✵.══════════ Cuando el amor llega así De esta manera No no no no no no no no no No sabe llorar
Ámame otra vez Si te atreves
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➳reverie - arca
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London, March 1976.
Con la vista clavada en sus gruesos dedos jugando entre ellos, los brazos afirmados en piernas, encorvado y con algunos cabellos rubios sobre su frente sentía el peso de las miradas sobre él que provenían de sus amigos.
—¿Roger qué sucedió? —se atrevió a preguntar Chloe.
El rubio no respondió. Trataba de ignorar a sus amigos, a las miradas de algunas personas de la sala de espera y el irritante sonido de la televisión hablando de él y su novia.
—Roggie, tienes que decir algo —le habló suavemente Freddie.
Los célicos ojos del rubio se alzaron hasta la acaramelada mirada del castaño. No bastaron palabras para que Freddie comprendiera lo entristecido y taciturno que se encontraba. No tenía ganas de emitir palabras, ni siquiera estaba seguro de cómo le sonaría la voz si dijera algo, se sentía enmudecido.
—Joven Taylor —el grupo de amigos elevó la vista—, necesito que nos acompañe.
La mirada de todas las personas en la sala voltearon a verlo cuando el oficial de policía lo tomó del brazo para guiarlo en su camino.
El oficial junto a un policía más lo adentraron a una pequeña sala del hospital. Sabían que si salían con Roger del hospital los fotógrafos y periodistas no tardarían en privarles el paso. Y lo más prudente seria tener la entrevista en aquel ámbito.
Roger se sentó en la silla, frente a la pequeña mesa de madera, adelante de los policías. Esperaba el primer golpe.
—¿Qué ocurrió la noche del dos de marzo, señor Taylor? —preguntó el oficial, anotando quién sabe qué en su libreta.
¿Qué había pasado? Roger no lo sabía. El único dato sobre esa noche que no dejaba de atormentarlo era haber lastimado a su novia.
—Señor Taylor ¿Es consciente que es sospechoso de la muerte de la señorita Aida Campbell? Su silencio puede perjudicarlo —fue directo el hombre.
