Vaya que el mundo es pequeño... Era el mismo chico que se enfadó porque derramé café en su enamorada.
El muchacho de cabello marrón claro al igual que sus ojos, posó la mirada en mí. Parecía que me analizaba. ¿Estaría reconociéndome?
¿Qué tipo de chico sería? ¿Nos llevaríamos bien como hermanos?
Después de mirarme, miró a mi progenitor.
—¿Es muda? —cuestionó volviendo la mirada a mí.
¿Muda? ¿Él realmente preguntó si era muda?
La señora de la casa soltó una risita.
—Joaquín —lo retó mi padre.
El elevó los hombros.
—Jasmine —me presenté tendiéndole la mano.
—Entonces no eres muda —aseguró sosteniéndola por unos segundos—. ¿Es tu hija, papá? —Lo miró.
—Sí, ella es mi hija; va a vivir con nosotros. Debes cuidar de ella como su hermano mayor. —Le dio una palmada en el hombro.
Joaquín me dio una mirada nada disimulada que me hizo sonrojar.
—Creo que ya está grandecita para cuidarse por sí sola —dijo con sorna—. Subiré a mi habitación.
Se acomodó la mochila y subió las escaleras ante la mirada despectiva de mi padre.
¿Mi hermano me odiaba? Creo que sí. No debe ser fácil enterarse de la existencia de una hermana de un momento a otro, bueno media hermana, es decir. Sería más fácil si fuésemos hermanos de padre y madre.
—Jasmine —intervino Mimí sujetando mi mano—, subamos a nuestra habitación.
Era una muchachita demasiado tierna. Al menos ella sí me aceptaba, no se me iba a hacer difícil quererla. En tanto a Joaquín... ojalá pueda ganarme su cariño algún día.
—Sí, subamos para que conozcas la segunda planta —continuó papá.
Asentí sonriendo.
—Siéntete cómoda —espetó la señora desapareciendo de mi vista.
Era muy evidente que estaba incómoda, y no es para menos. Debió sorprenderse mucho al enterarse que su esposo tiene una hija en otra mujer.
La segunda planta tenía muchas habitaciones. Entramos a la de de Mimí; bastante espaciosa y en tono lila con blanco. Una enorme ventana daba a la calle, y una de las camas estaba junto a ella.
—Compartirán habitación hasta que habilitemos una para ti —dijo él.
—Gracias.
Dejó la maleta en el suelo y se despidió sonriendo.
—¿Te gusta la habitación? —preguntó mi hermana.
—Es muy bonita —aseguré—, gracias por compartirla conmigo.
—Estoy feliz de tener una hermana. —Sus ojitos brillaron—. Haremos muchas cosas de chicas.
—Claro que sí.
Miró la maceta que tenía en mi mano izquierda con curiosidad.
—¿Quieres ponerla junto a la ventana?
—Está bien.
Con la ayuda de Mimí guardé mi ropa en el armario vacío. Creo que mi padre lo compró recién porque se veía nuevo.
—¿Cuál cama quieres? —preguntó ella dulcemente.
—¿En cuál duermes tú?
—La que está junto a la pared.
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CUIDADO CON ESE AMOR ©
Teen FictionLas decisiones para un adolescente puede ser fácil y complicado. Los sentimientos pueden jugar en contra, y las consecuencias pueden ser fatales. Jasmine lo sabe muy bien...