No entendía nada. Me quedé como estatua; creo que mi respiración se detuvo.
-¿Es obvio no? -continuó él-. ¿No tienes diecisiete? Soy un año mayor que tú, y mi mamá vino después que la tuya.
Claro, como no lo pensé antes.
-Entonces... -titubeé.
-No hay ningún lazo sanguíneo que nos una, princesita Jasmine -prosiguió sardónico sardónico-. Tu papá no es mi papá, al menos no biológico. Así que jamás vamos a ser hermanos.
Me volvió a dar la espalda para salir de la habitación.
Mis redondos ojos se hicieron más redondos de lo normal. Éramos hermanastros ¿Por eso me detestaba? Pues se estaba tomando muy bien el papel de hermanastro. Y eso no hacía las cosas más fáciles.
La imagen de mi padre apareció ante mí. Intenté sonreír lo más que pude.
-¿Dormiste bien Jasmine?
-Sí, gracias. Mimí es muy linda.
El asintió.
-Es bastante cariñosa -dijo-, a veces exagera. Si te incomoda solo debes decirme.
-No -me apresuré a decir-, para nada. Ella me hace sentir bien.
Sonrió complacido.
-¿Quieres ir hoy a visitar las universidades?
Claro, el segundo semestre iba a empezar, así que tenía que apurarme.
-Sí, está bien.
-Entonces alístate, nos vemos en la sala.
Con su expresión risueña salió del cuarto. Pero quería darme un baño y no sabía dónde estaba la ducha ni nada de eso, así que salí para alcanzarlo en el pasadizo.
-Eh, señ... -me detuve a tiempo que él se giró.
Aún no lograba llamarlo papá. ¿Se habrá molestado porque iba a llamarlo señor? Bajé la mirada avergonzada.
Sus pasos firmes hacia mí me intimidaron. Levanté la mirada cuando él posó sus manos en mis hombros.
-Está bien, tranquila. No te sientas presionada a llamarme papá, lo harás cuando realmente lo sientas.
Su sonrisa era tan cálida y su mirada profunda. Aunque su voz gozaba de ser gruesa, era reconfortante.
-Hermana, ya me voy a la escuela. -La vocecita de Mimí nos interrumpió. Estaba tan concentrada en él, que no la vi subir las escaleras.
-Adiós Mimí. -Me incliné para besar su mejilla-. Que te vaya muy bien.
De reojo pude notar que nuestro progenitor sonreía satisfecho. Estaría quizás contento de que ella y yo empecemos a tomarnos cariño en tan poco tiempo. Pero en realidad todo era gracias a ella. Si Mimí no se hubiese mostrado tan amable conmigo desde un comienzo, yo no habría sabido como acercarme, ni ganarme su cariño, tal como sucedía con Joaquín.
-Nos vemos papá -se despidió de él.
Sin dejar de sonreír le acarició la cabeza. Creo que ambos tenían la misma personalidad.
De la habitación contigua salió Joaquín puesto un pantalón jean, un polo en granate, y unas zapatillas negras. De su hombro colgaba su mochila de cuero.
-Buen día papá -saludó-. ¿Estás lista Mimí?
-Sí hermano, vámonos.
-Vayan con cuidado -recomendó el hombre más mayor.
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CUIDADO CON ESE AMOR ©
Ficção AdolescenteLas decisiones para un adolescente puede ser fácil y complicado. Los sentimientos pueden jugar en contra, y las consecuencias pueden ser fatales. Jasmine lo sabe muy bien...