En ese preciso momento del examen, no supe que carrera elegir. No me llamaba la atención nada en especial. Me gustaba los números... solo eso sabía. Bueno, también me gustaba mucho el curso de química, siempre me ha interesado eso en especial. Así que sin tener en claro nada, elegí la carrera de ingeniería química. No cogí bacante en el primer examen, pero saqué un buen puntaje. Quedé como la tercera no ingresante. Por suerte, me quedaba dos exámenes más que sí o sí tenía que coger bacante en ambos. Quien sí cogió bacante fue Joaquín; quedó en décimo puesto. El sí tenía muy en claro a qué postular.
—Nunca me llevan a ningún lado —se quejó Mimí cerrando la puerta de golpe.
Sus papás habían salido a una reunión de amigos en un salón de salsa y Mimí se empeñó en ir con ellos, pero no la quisieron llevar. Últimamente andaba muy renegona y sensible.
—Pero no entiendo porque quieres ir a un lugar donde solo van a estar adultos —inquirí sentándome en mi cama.
—¡Porque van a bailar salsa! —exclamó elevando los brazos—. Me gusta mucho la salsa. Mira como bailo. —Empezó a mover un pie atrás y luego el otro mientras tarareaba la canción: Adiós amor.
Lo cierto es que sí tenía mucho ritmo, tiene talento para el baile.
—Oye bailas bien. ¿Me enseñas los pasos básicos?
—Sí, claro. Ven conmigo.
Me paré junto a ella y me señaló como debía mover los pies: al costado, atrás y adelante. El vestido de flores que llevaba me facilitaba el movimiento, pero no poseía esa facilidad que ella tenía para desplazarse. El pitido de mi celular, me hizo detenerme y tomarlo de la mesita de noche. Era un aviso del calendario que decía: Hoy es ese día. Significaba que ese día me iba a bajar la mes. Por suerte soy muy regular, y puedo estar prevenida para esos días. El primer día me da unos cólicos de muerte, así que siempre tengo preparado analgésicos y toallas higiénicas. Además, estaba en casa y podía estar más cómoda.
Mi hermanita dejó de bailar y se lanzó a su cama.
—¿Qué pasa? ¿ya no vas a enseñarme?
—Se me quitaron las ganas —gimoteó—. Me duele la panza.
—¿Quieres que te prepare algo de comer?
—No, Jas, no quiero nada. —Se metió bajo el cobertor.
¿Qué le pasaba? Estaba muy extraña. Yo también me sentía desanimada, pero no era de extrañar, en cambio ella siempre estaba de buen ánimo y dinámica. Le escuché sollozar y, aunque intentaba hacerlo despacio, se escuchaba perfectamente bien.
—¿Qué sucede Mimí? —Me senté junto a ella y acaricié su cabello.
—No puedo creer que no me hayan llevado —lloriqueó—. Siempre me llevaban a todos lados.
Era una niña tan tierna, que se me encogió el corazón. Había sido mimada y consentida, pero ya era momento de crecer. No sabía qué decirle.
—¿Quieres que veamos una película de esas que te gustan ver? —propuse.
—Ya, pero primero voy al baño. —Se levantó a duras penas y caminando como zombie.
Recibí un mensaje al WhatsApp de Irene. Recientemente hablábamos mucho por esa red. No había cogido vacante tampoco, pero no parecía estar triste, ella estaba más entusiasmada con el concurso del reinado. Me mandó dos fotos preguntándome en cual salía mejor para subirla a su Instagram. Las fotos eran profesionales, muy nítidas; le habían tomado en una sesión de fotos para ese concurso. Posaba en una especie de puente sobre el mar, en un bikini amarillo que combinaba muy bien con su cabello. Me decidí por la segunda donde sonreía abiertamente. Estaba por contestarle, cuando escuché los gritos de Mimí.
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CUIDADO CON ESE AMOR ©
Teen FictionLas decisiones para un adolescente puede ser fácil y complicado. Los sentimientos pueden jugar en contra, y las consecuencias pueden ser fatales. Jasmine lo sabe muy bien...