Londres, 1800.
AmelieEse día Amelie tenía que asistir a una reunión de chicas en la casa de la Señora Rutherford, no le gustaba esos eventos, por muchas razones, primero, solo se dedicaban al chisme, segundo le recordarían que pronto será una solterona, y tercero si su vestido era terrible, lo comentarían en susurros.
Aunque lo de solterona probablemente sería cierto, tenía veintiséis años y no cumplidos, muy pronto tendría veintisiete, el hecho de ser enfermiza alejaba a los caballeros, ellos quieren una esposa sana y fuerte para que dé a luz a sus herederos.
La única razón para asistir era su amiga; Daisy. Ella tenía la misma edad que Diane, y se llevaban muy bien. Al principio de su primera temporada, estaba emocionada pero no pudo hacer amigos, y peor aún tener pretendientes porque era demasiado tímida, ya la siguiente temporada enfermo.
No tenía suerte eso era seguro, pero después conoció a Daisy. A ella parecía que también no le iba muy bien y pues se hicieron buenas amigas.
— ¿Estas listas? —Pregunto Diane.
—Si. —respondió.
A Diane le encantaba ese tipo de eventos. O eso creía ella, pero no la juzgaba. Diane estaba en la época de divertirse con amistades y pues Amelie ya se había resignado a ser el florero de cualquier salón, no era interesante y no llamaba la atención. Ni su dote atraía a algún caballero, preferían a una mujer sana.
Esa sería su última temporada, ya no importaba si se quedaba solterona, pero no le gustaba la idea de que sus padres carguen con ella el resto de sus vidas.
Se dirigían a la puerta.
— Hermanitas. —Dijo alguien entusiasmado abriendo la puerta, seguramente era John.
— ¿Y ahora qué? —Interrogo Diane con desanimo.
—Gane. —Menciono contento.
— ¿Qué ganaste? — Pregunto Amelie no estaba enterada de los asuntos de su hermano.
—Una apuesta. — Dijo mientras se sentaba relajadamente en el sillón. Debía sentirse todo un triunfador.
—Que descaro. — Menciono Diane. — Sabes que a nuestro padre no le gustan esas cosas, si él se entera te echara de la casa.
John hizo un gesto de silencio.
—Y no se enterará. —Amenazo. Diane rodo lo ojos.
—Algún día estarás bajo cabeza por meterte en estas cosas. —Y no mentía, era peligroso, y clandestino.
—Vamos Diane, solo felicítame. —Insistió John orgulloso.
—Ni de broma. —Dijo Diane y acomodo su sombrero. —Vamos Amelie. — Concluyo saliendo de la puerta. Estaba molesta.
—Diane tiene razón, tienes que parar. — Estaba de acuerdo con lo que menciono Diane, la suerte no dura para siempre.
—¿Tú también Amelie? — Se quejó.
—Sabes que a mí tampoco me gusta esas cosas.
— Debí haberme quedado callado. —Admitió por fin. — es algo que ustedes no entenderán, nunca han tenido suerte de todos modos. —Manifestó John.
—¡Amelie! —Exclamo Diane desde afuera. La desconcertó y salió afuera.
Pero John tenía razón, ella nunca había tenido suerte.
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Llegando a la casa de la Señora Rutherford, realizaron un saludo a las presentes y tan pronto como se sentaron para la hora del té empezaron a hablar. El tema de hoy era, la esposa del Vizconde Dorset, de lo mal afortunada que era lady Dudley al casarse con el Vizconde, ya que este hombre estaba lleno de deudas.
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Sentimientos Distintos
Historical Fiction[TERMINADA / EDITADA] Alfred Weasley conde de Derbyshire conocido por ser algo distante y serio. Con una personalidad algo diferente, da el aspecto de ser la última persona con quien querías relacionarte o entablar una conversación en un salón de ba...