Alfred
Se levantó más antes de lo normal, se estaba alistando para iniciar el día, y si pensaba en el día de ayer, podía concluir con que la boda había resultado mejor de lo pensaba, el cuento de que era un matrimonio llevado a cabo por sentimientos. Suponía que se veían bastante bien juntos, para que creyeran eso. Así que no se había equivocado en casarse con ella.
Durante los meses antes de la boda, la interacción con la señorita Bertham había sido por medio de cartas, no la había visto hasta ayer. Pero era extraño, cuando la vio entrando al altar, sintió miedo, hasta ese momento no sentía nada por ella, pero en ese momento su corazón empezó a palpitar con cierta fuerza.
Se tocó el pecho, en ese momento pensó que no controlaría la fuerza de sus latidos, pero pudo hacerlo. El trayecto de la ceremonia termino sin otros impulsos de su corazón.
Muchas veces le habían dicho que tenía el alma fría, escuchaba a las señoritas quejarse de su personalidad, de su falta habilidad comunicativa. Y era verdad, desde que era un niño, no le importaba jugar ni socializar con otros niños, era más el en su propio mundo, y por eso, su padre nunca lo obligaba a relacionarse con los demás, y él prefería ocultarse. Pero la vida lo había obligado, y entendió que las relaciones sociales eran importantes.
Cuando se cambió, observo el traje que había utilizado ayer. Ese traje le traía recuerdos incomodos y extraños con lo que paso anoche, cuando entro al cuarto de a la señorita Bertham. Hasta ese momento, nunca había visto a detalle a una mujer, es más ni le interesaba las charlas extrañas que tenían los caballeros cuando hablaban de mujeres, hasta había veces que se preguntaba si había algo raro con él por no sentirse atraído al sexo opuesto, pero anoche sintió un instinto extraño...no sabía cómo describirlo, pero cuando la vio con el cabello suelto y desecho, sintió que se estaba perdiendo a el mismo.
Separo la vista del traje, desde ayer tuvo pensamientos extraños, pero tenía que controlarse. Llegaría el momento indicado para consumir su matrimonio, tener un hijo no era algo prioritario, más que eso, primero era ayudar a la señorita Bertham a adaptarse al lugar. El hecho de que ahora tenían que ser cercanos era incomodo, él estaba acostumbrado a la soledad, pero desde ahora tendrían que hacer muchas cosas juntos, como compartir el desayuno, almuerzo y cena.
Suspiro y salió de su habitación. Ahí vio a Frederick, parecía haber estado esperándolo.
—Milord. —Le saludo.
—Buen día Frederick. —Vio que tenía unos papeles en las manos. —¿Qué es eso? —Le pregunto.
—Son algunos papeles de las tierras que adquirió hace unas semanas. —Le respondió, pero tenía la intuición de que no era solo eso.
—Déjame verlos.
—Si se los doy ahora tardara en leerlos.
—Sabes que soy muy rápido. —Le recordó. Frederick no busco más excusas y se lo dio. Leyó. Si se trataba de las tierras, pero había una carta que mencionaba un problema con un inquilino, que no saldría de ahí hasta que hablara con él personalmente. Era urgente que desocupara el lugar pronto.
—Prepara el carruaje Frederick, tenemos que ir.
—Por eso no quería que lo leyera. —Se quejó. — yo me encargare de todo. —Le indico Frederick. —No tiene que dejar a la señorita Bertham el primer día de casados. —Le recordó. Por un momento había olvidado que no estaba solo, pero no podía dejar esto a Frederick, el inquilino quería hablar con él. Tener una esposa era más complicado de lo que pensaba.
—Compensare el tiempo perdido por la tarde. —Dijo a Frederick. — La señorita Bertham entenderá mis motivos. —Añadió seguro, ella era una persona muy compresible.
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Sentimientos Distintos
Historical Fiction[TERMINADA / EDITADA] Alfred Weasley conde de Derbyshire conocido por ser algo distante y serio. Con una personalidad algo diferente, da el aspecto de ser la última persona con quien querías relacionarte o entablar una conversación en un salón de ba...